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Capítulo 03: ¡Eres solo una sustituta!

Caroline sentía cómo su cuerpo se rozaba con el de ese hombre y avergonzada intentó apartarse, pero él la retuvo con más fuerza.

—¡Si vuelves a tocarlo te corto las manos! ¿Lo has entendido? —le dijo él con una fría expresión.

Caroline asintió rápidamente y repetidas veces mientras cerraba sus ojos sin querer ver más a ese Rey.

—Lo siento… No lo haré… No lo-

En ese instante, cuando ella volvió a abrir sus ojos, notó el rostro de ese hombre gracias al ángulo y la luz de la luna filtrándose por las puertas de cristal cerradas que llevaban al balcón…

Esos finos y hermosos ojos azules como joyas de zafiros.

Imposibles de olvidar…

Imposibles de no contemplar.

Eran muy cautivadores.

Ese rostro había cambiado… No era el del chico de 14 años que ella una vez conoció siendo noble.

Él era casi irreconocible, él ahora era todo un hombre.

—Jo… Jhonn… —susurró Caroline.

¡PAM!

—¡AY! —exclamó Caroline cuando su espalda pegó contra esas puertas cerradas de cristal cuando ese Rey la empujó alejándose de ella.

—¡Quién rayos te crees que eres para llamarme por mi nombre! —se acercó el Rey Jhonn Cuarto Wiztan hacia esa joven, llevando su mano al cuello de ella.

—¡¡¡UGH!!! —hizo Caroline una mueca de dolor.

—¡ERES SOLO UNA SUSTITUTA! —le recalcó ese Rey que la veía fríamente y con desprecio—. ¡Que tengas un mínimo parecido a ella no te da el derecho de pronunciar siquiera mi nombre!

"¿A ella?"

"¿Yo… Sustituta?"

"¿Él… habla de… De mí?, de mí como Caroline… Como Caroline Forsten…"

"¿No me reconoce ni un poquito…?"

"¿Por qué…? ¿Por qué no me reconoces Jhonn?"

Pensó Caroline, sintiendo sus lágrimas deslizarse por sus mejillas.

Ese Rey de cabello oscuro, soltó el cuello de la joven que comenzó a toser y cayó sentada en el elegante piso.

—Cof~ cof~ —tosía Caroline haciendo un gesto de dolor apoyando su mano en su garganta dolorida.

El Rey Jhonn Cuarto Wiztan se acercó hacia donde estaban sus ropas y comenzó a vestirse.

—Me has hecho perder los ánimos. Morirás mañana —informó fríamente ese hombre que rápidamente se vestía dispuesto a irse de esa habitación.

—¡NO YO- Cof~ cof~ —comenzó a toser Caroline sin poder hablar bien por su garganta herida.

Jhonn finalmente comenzó a caminar hacia la salida de esa habitación y Caroline poniéndose de pie corrió hacia él.

La joven rubia le sostuvo de la mano, esa mano derecha de ese gobernante que poseía dos hermosos anillos gruesos de oro.

Uno con el significado de ser el gobernante del Reino de Gorian el más poderoso en el continente, y el otro anillo de cabeza de su Linaje Real, mismo que estaba siendo reconstruido por él… Los Wiztan.

El Rey se soltó bruscamente del agarre que ejercía la mano de Caroline en él.

—¡No me vuelvas a tocar!, no eres nadie para hacerlo sin mi permiso —le gritó Jhonn.

—¡PERO LO SOY! —gritó Caroline entre lágrimas— ¡Soy Caroline, Jhonn!

Cuando la mujer rubia dijo esas palabras, vió como una furia creciente en ese hombre provenía desde lo más profundo de su ser.

—¡JA! —una sonrisa burlona se mostró en el rostro de ese gobernante que tomó de la muñeca de esa esclava.

¡PUM!

Sonó cuando él la acorraló contra la puerta.

—¿Eres Caroline? —preguntó él burlista—. ¿Tienes idea de cuántas veces he escuchado eso? ¡JA! ¡HAN SIDO CIENTAS! —gritó Jhonn furioso y ella sintió su cuerpo temblar de miedo.

Jamás había temido a Jhonn.

¿Realmente ese hombre era el Jhonn de su pasado?

¿Él era ese al que ella ciegamente amó…?

¡IMPOSIBLE!

¡¿Qué pasó para que él haya cambiado tanto?!

—Mis enemigos han enviado a cientos de mujeres como ella, ¿eres una infiltrada más de la que debería deshacerme ya mismo? —preguntó él con cautela.

—¡NOOOO! ¡YO SÍ SOY-

—¡YA CÁLLATE! —le gritó Jhonn interrumpiendo a esa rubia— ¡Mi Caroline no sería una mujer tan horrible como tú!

Él tomó la mano de Caroline, mostrándole a ella misma cómo lucía.

—Ella no tendría sus manos tan descuidadas de campesina cualquiera —le dijo él viéndola como si fuera basura—. Ella era una señorita fina, de clase, coqueta, elegante, vanidosa y caprichosa.

Él agarró un mechón del largo cabello rubio ondulado de Caroline.

—Mira este cabello, reseco, opaco, no importa cuánto intentaron arreglarlo las doncellas que sirven en el harem. Se nota que solo eres UNA ESCLAVA que parece no conocer su lugar.

Caroline entre lágrimas no podía creer lo que le decía ese hombre de su pasado.

Él la hizo a un lado de un empujón y abrió la puerta, deteniéndose antes de salir y viendo por sobre su hombro a esa mujer rubia.

—Tú solo eres una mala copia. No sé quién te dijo que dijeras eso, pero lo averiguaré y junto a ellos morirás.

¡¡CLANK!!

Azotó Jhonn la puerta saliendo de la habitación.

Caroline en ese momento cubrió su boca con sus manos llorando desconsolada.

"Es cierto…"

"No soy la misma niña de 14 a la que él dejó de ver hace 8 años…"

"Cambié… Me descuidé, tuve que acostumbrarme a una nueva vida, una sin ser una noble consentida…"

"Mi piel se ha quemado por el trabajo de campo en la finca… Mi cabello no es igual de hermoso, mis labios, mis manos… Todo… No soy ya esa persona que en su mente atesora"

"Debo… Debo ser horrible ante sus ojos, él que ahora es tan atractivo y brillante…"

"Ahora… ¿Moriré así?"

"¿Esta vida miserable fue la que me tocó vivir?"

••••••••••

7 días habían pasado.

La esclava ahora llamada "Camil" pasó encerrada en una habitación de confinamiento, esperando… Simplemente a la espera de la sentencia del Rey.

Pero, esos días habían transcurrido siendo ella solo una prisionera que no tenía idea de qué pasaba fuera de las paredes de esa habitación.

Sirvientas llegaban a diario a darle una muda de ropa, alimentos… Pero era todo.

Simplemente seguía viviendo, sintiéndose muerta en realidad.

¿Cuántas veces suplicó que la dejen irse?

¿Cuántas suplicó que le digan qué sería de ella?

¿Cuánto rogó que le permitan ver al gobernante Jhonn Cuarto Wiztan?

Ella había perdido la cuenta.

La noche del séptimo día, Caroline usaba la pijama sencilla que se le dió, sentada en una silla a la orilla de la ventana observaba el cielo estrellado.

Extrañaba la libertad, llenar sus pulmones de aire fresco, sentir el abrazador sol primaveral o la fría brisa nocturna.

Ella no tenía cómo demostrarle a Jhonn que era Caroline Forsten.

Ni un solo conocido en el Reino de Gorian…

No tenía nada, era solo una noble a la que su padre desligó de la casa de marqueses Forsten en el Reino de Maita al Sur de Gorian.

Clac~

Fue cuando una sirvienta ingresó a la habitación seguida de otras más y un caballero mensajero del Rey.

—Su majestad el glorioso Rey de Gorian, investigó su identidad como una Luxariana, su familia los Milser en Luxar han informado que es la hija mayor de ellos y la han vendido oficialmente al Rey —habló el mensajero.

—¿Qué? ¿Vendida oficialmente…?

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