En el momento en que el auto fue abierto para ellas, Lia desvió su mirada a la hermosa construcción entre moderna y antigua, donde estaban dejándolas para aquella cena improvisada de la que Mila debía asistir.
Había escogido un vestido negro, estilo griego, junto con un Hiyab que había sido su favorito en el momento de las compras con su amiga. Jamás había vestido de esta forma, pero Lia se sentía en la realeza solo por usar el atuendo.
Incluso se había impresionado por lo bien que quedaba a su cuerpo delgado y no tan alto. La hacía lucir más esbelta y destacaba puntos que jamás encontró en ella.
Sí, era una sonrisa lo que no dejaba relajar su rostro todo el tiempo. «¿Quién se iba a imaginar que una administradora, encerrada en una oficina vieja, hoy, estuviera aquí en Riad en medio del lujo, y a punto de evidenciar una reunión con gobernantes de los países árabes?», eso, solo se podía imaginar, pensó Lia, y ahora ella estaba viviéndolo en carne propia.
Un escalofrío recorrió su cuerpo de la emoción, caminando, escoltada como si fuera alguien importante mientras su amiga Mila tecleaba todo el tiempo su teléfono celular.
Una música estilo oriental invadió sus oídos cuando entraron al lugar que parecía tenía sobrecarga de seguridad. Pero no era para menos, aquí se encontraba la gente importante, altos rangos y cargos, incluso presidentes de países árabes, todos, reunidos en un solo sitio.
De golpe, sintió como su amiga la frenó en seco, y hasta ese momento pudo parpadear al ver que estaban pasando un detector de metales cerca de su cuerpo.
—Estás despistada de nuevo —escuchó el susurro de Mila a su lado, por lo cual la observó con la mirada rayada porque ella misma había estado ensimismada en su celular desde que salieron del hotel—. No me mires así, sabes que esto es trabajo.
—Ajam… —respondió Lia pareciendo despreocupada.
—¡Sean bienvenidas…!
Amabas escucharon su pase cuando terminó el protocolo de seguridad.
—Tus jefes definitivamente estaban desesperados por tu aceptación, para permitir, que una extraña viniera contigo, en medio de todo este mundo…
—No eres una extraña… ellos saben que eres una profesional y que tienes habilidades igual que yo. Que trabajes en ese vejestorio, no significa que no seas inteligente, incluso tienes mejor mejoría y más habilidades que yo misma.
Las mejillas de Lia se tiñeron de rojo haciendo juego con su lápiz labial más oscuro del que jamás se había puesto. Pues Mila le había hecho saber que no debía parecer una niña en esta noche, como solía verse de costumbre, sino como una mujer de negocios. Aún más, frente a esta comunidad.
—Allí están mis jefes… ven…
Con los hombros hacia atrás, y en medio de un montón de hombres en traje, Lia se puso erguida caminando segura de sí misma, y no echando a perder la imagen de Mila.
Si su hermana estuviera viéndola en este momento, de seguro estaría riéndose hasta el cansancio.
—¡Mila! —Almer tomó su mano con las dos suyas, ofreciéndole una sonrisa cautivadora. El hombre debía tener unos cuarenta años, y se veía muy conservado.
—Señor, Almer… gracias…
—¿Lia?… ¡Wooow! ¡Pero, qué cambio! —David Brunel, que era un poco más joven que su compañero, besó ambas mejillas de la chica y luego Almer procedió a saludar.
Todos se sentaron, he hicieron las respectivas presentaciones a varios hombres que estaban presentes en su mesa.
Lia pudo divisar que alguien daría una charla en unos momentos, y que antes estaban sirviendo una exquisita cena para todos los presentes.
Desde su lugar pudo ver las mesas de los alrededores, unas diferentes a otras y con muchas personalidades. Varios individuos parecían susurrar en sus conversaciones, y otros se veían que estaban obligados a presenciar este momento.
Entendió que, por la vestimenta de algunos hombres, y por la postura de los mismos, eran personas muy importantes, incluso vio que había una mesa donde solo había hombres con suriyah* y kafiyyeh* totalmente impecable.
Lia no sabía por qué le encantaba ver a un hombre con esa vestimenta, pero ahora mismo, no podía despegar su mirada de todos ellos, que parecían estar en otro mundo diferente al de ella.
—Es importante que nos des una respuesta…
El tono fue un poco tosco, lo que hizo que Lia se sobresaltara, pero en cuanto giró nuevamente hacia sus acompañantes, todos tenían una sonrisa en los labios.
—Lo sé —Mila se echó para atrás reprimiendo sus labios—. Mi respuesta es sí, cuenten con mi trabajo, y por supuesto, Almer, sé que ustedes brindarán mi seguridad requerida en dicho país.
Lia frunció el ceño, se había perdido de la charla, aunque se prometió seguir la conversación para beneficio de Mila.
—Ni siquiera la va a requerir, señorita Jones, nuestro cliente jamás dejará que le pase nada. Usted es una mujer inglesa, representada por una sociedad legal, cuente con mi palabra.
Los hombros de Lia se relajaron, también viendo como su amiga estaba totalmente cómoda con la situación.
—Mañana por la noche haremos el papeleo legal… también conoceremos al Emir. Firmaremos los acuerdos y hablaremos con él, todos juntos antes del viaje.
—Por supuesto, además de que es hasta el lunes que debo ocuparme del trabajo aquí… —requirió Mila un tanto extrañada.
—Bueno… —intervino Almer observando de reojo a David—. Si se firman los acuerdos mañana en la noche, el Emir puede requerir el viaje para el domingo en la mañana… debes saberlo es un hombre muy ocupado.
Tanto, Lia como Mila se miraron con decepción.
—¿Qué ocurre? —preguntó David ante el cambio repentino de las dos mujeres.
Mila parpadeó para tomar un trago.
—Pensamos… queríamos pasar hasta el lunes, para aprovechar la playa y compartir al menos un día entero juntas y libres…
Almer se rascó la cabeza arrugando el rostro.
—Todo dependerá del Emir, Mila… y…
—No se preocupe, Mila sabe que primero es el trabajo, además estoy muy feliz con lo que ya he visto hasta ahora, de seguro encontraremos un espacio, en este poco tiempo para disfrutar.
Las palabras seguras de Lia le arrancaron una sonrisa a su amiga quien apretó su mano. Los hombres parecían muy contentos con la reacción de la chica, y no hicieron sino levantar las copas para brindar con ellas.
Como se esperó, un hombre muy elegante llegó a la vista de todos, tomó el pequeño lugar improvisado para la oratoria y les dio la bienvenida.
Algunos entremeses, además del plato principal fueron repartidos todo el tiempo en que el fuerte hombre de negocios se destacaba hablando de cifras, inversiones, y muchas alianzas estipuladas desde muchos años. Nada se dejaba en el aire, pues algunos representantes intervinieron, y fue muy reconfortante para Lia entender algunos idiomas diferentes, que se destacaron en el lugar.
Sin embargo, siempre predominó el inglés, todo el tiempo.
En algunos puntos de la noche, Lia pudo sentir una fuerte tensión entre algunos mandatarios, los puntos de vista y las intervenciones requeridas. Pero luego entendió que estás reuniones debían ser tan claras como el agua, porque muchas cosas estaban en juego.
De un momento a otro, todo comenzó a reducirse para que el hombre llegara al final de premura de la reunión, dio algunos consejos para lo próximo a seguir y nuevamente dio la bienvenida a Riad, a todos los presentes.
Todos en el lugar colocaron de pie, mientras Lia pensó que era el final de la noche… pero estaba equivocada.
—Tomaremos algunos cócteles, y te prometo, nos iremos cuando estos viejos me dejan en paz.
Lia quiso reír, pero al contrario apretó sus labios.
—Está bien, madame…
Ambas dieron una sonrisa cínica, se habían prometido ir al sitio de piscina del hotel, tomar unas bebidas y relajarse durante el resto de la noche. El hombre de la recepción les prometió que estarían casi solas en el lugar y que podrían de disfrutar de la privacidad de una piscina para ellas solas.
Y a estas alturas, Lia deseaba tomar un poco de aire fresco.
Giró hacia su derecha donde unos segundos atrás había escuchado a Mila, pero la vio de nuevo envuelta por Almer quien parecía le explicaba algo importante, luego se dio vuelta hacia su espalda para ver más el salón y evidenció un enorme balcón, que daba hacia un jardín muy iluminado.
Estaba decidida.
—Lo siento —intervino en plena conversación—. Mila, quisiera ir a tomar aire fresco, no sé si…
—Ve, ve —ambos hombres agacharon la cabeza hacia ella, despidiéndola, y Lia asintió para darse la vuelta.
Sin reparar en nadie caminó rápido, pero en pasos seguros hasta ese balcón que la llamaba a gritos. El choque de aire natural y cálido golpeó su rostro, y su vestido se pegó completamente a su cuerpo, porque estaba venteando más rápido de lo normal.
Agradeció el cambio de clima del aire acondicionado, se sentía con los pies helados de estar allá dentro, y solo cerró los ojos para aspirar el aire.
—¿Por qué eres tan delicioso, mundo árabe…? —susurró bajo mientras sonrió aún con los ojos cerrados—. ¿Por qué no me secuestras y me retienes en tu mundo?
Lia se rio de sí misma en unos sonidos bajos, entre tanto abrió los ojos y admiró la belleza de jardín que tenía frente a sus ojos. Había una cascada artificial, pero le daba al lugar ese sonido de tranquilidad que hacía más amena su estancia.
—No creo que quieras eso…
Su cuerpo dio un salto duro e improvisto.
Aquella voz había sido tan seca y tan húmeda a la vez que todo en ella se estremeció. Además, pensó que estaba sola.
Se giró de golpe buscando un rostro, pero no lo encontró, sin embargo, una mano se asomó hacia la luz dándole un saludo, cuando vio un hombre de pie, en traje negro que estaba expulsando el humo de su boca oscura.
Lia dio dos pasos hacia atrás por acto de reflejo.
—No seré yo quien la secuestre… no se preocupe… —volvió a escuchar, pero en ningún momento vio que él se giró hacia ella.
Podía ver su cuerpo y rostro de perfil. Quizás detallar con mucha dificultad cómo sostenía un puro entre sus dedos, y la otra mano estaba en un bolsillo. Era alto, muy alto comparado con ella, y con un cuerpo más bien fornido. Pero por más que intentara, el lugar donde estaba de pie, estaba totalmente a oscuras impidiendo que ella lo detallara con precisión.
«¿De quién se trataría?», se preguntó rápidamente cuando giró hacia el salón, y vio que todo estaba en orden.
—Parece que le gusta mucho Riad…
Lia negó lento aclarando su garganta.
—No… Yo, realmente no conozco Riad, pero me gusta…
—¿Las ciudades árabes? —el hombre cortó interrumpiendo su oración y volviendo a soltar el humo por su boca.
—Más bien su gente, su cultura y… sus paisajes…
Lia evidenció como el hombre agachó su cabeza para quedarse mirando el puro, como si de un momento a otro, no le apeteciera. No supo de dónde, pero al girarse tomó un cristal apagando el puro entre sus dedos, para luego dejarlo sobre el muro.
No obstante, no avanzó para salir de su oscuridad.
—Imagino que tampoco las conoce, ¿o sí?
Ella se avergonzó demasiado, sabía algo, pero si era sincera, ese algo, no era nada.
Bajando sus hombros, dejó de mirarlo y volvió a la parte delantera del balcón donde había estado unos minutos antes con los ojos cerrados. Sin embargo, la presencia de aquel hombre extraño, la puso demasiado inquieta, y no pudo evitar estar mirándolo de reojo.
—Solo algunas cosas… pero, ¿Cuánto conocemos en totalidad algo o persona?, creo que es imposible saberlo todo… a menos claro, que sepamos leer la mente…
Lia creyó que toda su firmeza hizo que el hombre callara, pero el silencio se rompió en unos segundos después.
—¿Cómo es que pasó de hablar de cultura, y naturaleza, a caracterizar exactamente a una persona?
Ella supo que él se había acercado más, porque su olor, o lo que sea que estuviera usando de perfume, había invadido todo su cuerpo haciéndola vibrar.
Jamás en su vida había olfateado algo como eso.
Dio un pequeño giro, pero no, él no había avanzado y culpó al viento que ahora balanceaba su vestido.
—Jamás podremos excluirnos en absolutamente nada de este mundo, somos parte de esto, y a mí me gusta caracterizar la personalidad en todo lo que me rodea…
—Interesante… —escuchó la palabra muy profunda, y aunque lo dudó, podía ver sus dientes.
El hombre estaba sonriendo mientras ladeaba la cabeza hacia ella, al mismo tiempo que su postura y gesto, la hizo sonreír, sin saber el por qué…
***
*Suriyah: o thawb, prenda diaria, túnica ancha de mangas largas que llega hasta los tobillos, que en verano es de algodón blanco y en invierno de lana oscura.
*Kafiyyeh: turbante que usa en la cabeza.
—¿Quién es usted? —se atrevió a preguntar al sentir que estaba más interesada que nunca en saber su identidad, aunque, lo más seguro es que después de un nombre, ella no sabría quién era, no conocía a nadie de este lugar, pero quería saberlo, con eso bastaba, por ahora.Lia vio como el hombre se movió un poco, pero al instante se detuvo sin salir de la poca luz de donde se encontraba, así que decidió tomar la iniciativa y decir su nombre primero.—Yo soy…—¡Lia…! —la chica se giró de golpe ante la interrupción, y pudo ver que Mila estaba sonriente frente a ella—. Logré terminar aquí, podemos irnos, ¡ahora mismo!Su amiga le asomó la mano, pero ella tuvo que mirar hacia la esquina primero, para comprobar que allí, ya no estaba ese hombre misterioso.Sinti&oa
Las lágrimas de Lia se escurrieron por sus mejillas cuando su amiga asomó la mano desde muy lejos, y le dijo adiós sacudiéndola hacia los lados.Ni siquiera sabía si el temblor de su cuerpo era normal, ella solo titilaba muy fuerte con una aprensión en su pecho que no se quitaba. Amid estaba a su lado esperando en silencio, y aunque tenía que hacer miles de cosas tal como Mila le explicó, no quería moverse del sitio donde se encontraba, ni tampoco entender que tenía un camino muy oscuro por delante.“Primero, debes decirle que tu nombre es Mila Jones…”Mentiras… eso es lo que debía ejecutar desde que diera un paso hacia la reunión que tenía con el jeque, y Mila le había dejado claro que, adelantó media hora la cita, para que Almer y su acompañante no tuvieran de otra que callar. Según ella les explicar
«¿Cuál era la razón de las reacciones en su cuerpo?», aún no lo sabía, lo único que tenía claro es que el que una mujer le generara este tipo de reacción, era una novedad.Estaba totalmente claro que, después de esa guerra beduina en su amado desierto, su vida había cambiado del día a la noche, no solo por la preocupación que se sumaba a sus hombros, sino también por la insatisfacción de su cuerpo.Said, junto con sus hombres más indispensables habían sido atacados por una emboscada, como cuando alguien clava una daga en la espalda en plena oscuridad. Dispuestos a negociar por mandato de su padre con su clan beduino, fueron víctimas de un atentado, y junto con minas explosivas, el equipo con el que viajó al desierto, resultaron heridos de gravedad.Muchos de sus hombres murieron y un tanto quedaron con heridas q
Lia esperaba paciente y en silencio, cuando Almer y su acompañante se retiraban, dándole una última mirada.Estaba segura de que ahora mismo irían a su hotel a esperarla, pero se preocuparía de todo eso en el momento. Ahora tenía otros asuntos por el cual estar concentrada, y esa mirada penetrante solo hacía que sus nervios se desajustaran.No debía tener miedo, aunque hubiese una mentira entre su nuevo jefe y ella, debía mantener la cabeza en alto, porque de alguna manera no era su mentira, y aquí estaba ayudando a una amiga. Además, ese hombre solo era su compañero laboral, en unos meses, solo recordaría este episodio, y estaba segura, que jamás tendría que ver en este mundo… en el mundo que había soñado por años.—Señorita James…Sus ojos se desviaron de la puerta por donde desapareció
Lia no pudo evitar vibrar cuando se bajó de esa limusina. El aire cálido que golpeó su rostro la ayudó a respirar mejor, ahora mismo solo caminaba sin parar, sintiendo esos ojos negros encima de ella detrás de su espalda.No giró, ni vio de reojo si el auto y todo el comité de seguridad del jeque había arrancado, su único objetivo era medio saludar en la entrada, sacar su llave electrónica e ir a ascensor para llegar rápidamente a su habitación.“Lia… es un lindo nombre”, recordó esa forma de pronunciarlo en esa boca gruesa y después que las puertas del ascensor se cerraron, sus ojos se reprimieron.—Dios… ¿Qué voy a hacer con mi vida?Sus labios hicieron una especie de movimiento por lo que tuvo que apretarlos duramente.¿Sabría Mila lo guapo que era ese hombre con el que iba a traba
—Es necesario que le diga que Kuwait no es un país tan rígido como Arabia —Lia parpadeó tratando de desviar sus ojos de su boca, para concentrarse en la conversación.Eso además del dilema que tenía dentro de ella, porque él supiera, su pequeña mentira.—Aunque nuestras mujeres respetan mucho el islam, hay muchas que deciden no llevar Hiyab, sin embargo, aunque algunos son muy rígidos, no lo usan en presencia de la familia. Sé que usted no conoce muy bien nuestra cultura, y si hay algo que no desea hacer como mantener su hiyab, no debe hacerlo…Lia asintió, no le molestaba tenerlo, le parecía una indumentaria preciosa, pero le gustó saber que había respeto, ante todo, y que no era parte de una obligación, como otros países árabes.—Es bueno saberlo… —respondió ella tomando algo del desayu
Decir que su mundo se hundió, fue mínimo para lo que sentía su cuerpo. Parecía que una tonelada de concreto hubiese caído encima de ella, incluso supo que tenía menos peso que las palabras que el jeque había lanzado hace unos segundos.Lia vio como el hombre arregló su traje deteniéndose a unos dos pasos de distancia del auto, y supo que, aunque no había mirado hacia atrás, estaba esperando para que ella saliera también. Juraba que en este mismo instante debía tener una temperatura corporal de cuarenta.Jamás en su vida sintió arder tanto sus mejillas.Tomó una bocanada profunda y apretando sus ojos, salió del auto.Ahora estaba clara de que ningún hombre ofrecería la mano para absolutamente nada, la cercanía entre ambos géneros, parecía totalmente vetada en este lugar.En dos pasos Lia lleg&oacut
Said entró a su habitación, se quitó la chaqueta y su reloj de la muñeca, para ir rápidamente hacia el baño y darse una ducha ligera.Necesitaba tener fresco su cuerpo y su mente, ahora mismo estaba furioso con Rosheen, para variar; su pedantería era agotadora, eso sumado a que también requería calmar sus nervios por estar tanto tiempo al lado de Lia.Lo estremecía, no lo podía ocultar, lo hacía hervir como nadie y como nunca solo teniendo la mirada de ella, queriendo introducirse en él.Abrió el grifo mientras el agua comenzó a caer sobre su piel. Sus ojos se reprimieron pensando que esto solo pasaba sin haberla tocado y su intimidad volvió a sufrir otro choque, al recordar como su palma se posicionó sobre su brazo.—Por Alá… —susurró muy bajo al mismo tiempo que desvió su mirada a una par