«¿Cuál era la razón de las reacciones en su cuerpo?», aún no lo sabía, lo único que tenía claro es que el que una mujer le generara este tipo de reacción, era una novedad.
Estaba totalmente claro que, después de esa guerra beduina en su amado desierto, su vida había cambiado del día a la noche, no solo por la preocupación que se sumaba a sus hombros, sino también por la insatisfacción de su cuerpo.
Said, junto con sus hombres más indispensables habían sido atacados por una emboscada, como cuando alguien clava una daga en la espalda en plena oscuridad. Dispuestos a negociar por mandato de su padre con su clan beduino, fueron víctimas de un atentado, y junto con minas explosivas, el equipo con el que viajó al desierto, resultaron heridos de gravedad.
Muchos de sus hombres murieron y un tanto quedaron con heridas q
Lia esperaba paciente y en silencio, cuando Almer y su acompañante se retiraban, dándole una última mirada.Estaba segura de que ahora mismo irían a su hotel a esperarla, pero se preocuparía de todo eso en el momento. Ahora tenía otros asuntos por el cual estar concentrada, y esa mirada penetrante solo hacía que sus nervios se desajustaran.No debía tener miedo, aunque hubiese una mentira entre su nuevo jefe y ella, debía mantener la cabeza en alto, porque de alguna manera no era su mentira, y aquí estaba ayudando a una amiga. Además, ese hombre solo era su compañero laboral, en unos meses, solo recordaría este episodio, y estaba segura, que jamás tendría que ver en este mundo… en el mundo que había soñado por años.—Señorita James…Sus ojos se desviaron de la puerta por donde desapareció
Lia no pudo evitar vibrar cuando se bajó de esa limusina. El aire cálido que golpeó su rostro la ayudó a respirar mejor, ahora mismo solo caminaba sin parar, sintiendo esos ojos negros encima de ella detrás de su espalda.No giró, ni vio de reojo si el auto y todo el comité de seguridad del jeque había arrancado, su único objetivo era medio saludar en la entrada, sacar su llave electrónica e ir a ascensor para llegar rápidamente a su habitación.“Lia… es un lindo nombre”, recordó esa forma de pronunciarlo en esa boca gruesa y después que las puertas del ascensor se cerraron, sus ojos se reprimieron.—Dios… ¿Qué voy a hacer con mi vida?Sus labios hicieron una especie de movimiento por lo que tuvo que apretarlos duramente.¿Sabría Mila lo guapo que era ese hombre con el que iba a traba
—Es necesario que le diga que Kuwait no es un país tan rígido como Arabia —Lia parpadeó tratando de desviar sus ojos de su boca, para concentrarse en la conversación.Eso además del dilema que tenía dentro de ella, porque él supiera, su pequeña mentira.—Aunque nuestras mujeres respetan mucho el islam, hay muchas que deciden no llevar Hiyab, sin embargo, aunque algunos son muy rígidos, no lo usan en presencia de la familia. Sé que usted no conoce muy bien nuestra cultura, y si hay algo que no desea hacer como mantener su hiyab, no debe hacerlo…Lia asintió, no le molestaba tenerlo, le parecía una indumentaria preciosa, pero le gustó saber que había respeto, ante todo, y que no era parte de una obligación, como otros países árabes.—Es bueno saberlo… —respondió ella tomando algo del desayu
Decir que su mundo se hundió, fue mínimo para lo que sentía su cuerpo. Parecía que una tonelada de concreto hubiese caído encima de ella, incluso supo que tenía menos peso que las palabras que el jeque había lanzado hace unos segundos.Lia vio como el hombre arregló su traje deteniéndose a unos dos pasos de distancia del auto, y supo que, aunque no había mirado hacia atrás, estaba esperando para que ella saliera también. Juraba que en este mismo instante debía tener una temperatura corporal de cuarenta.Jamás en su vida sintió arder tanto sus mejillas.Tomó una bocanada profunda y apretando sus ojos, salió del auto.Ahora estaba clara de que ningún hombre ofrecería la mano para absolutamente nada, la cercanía entre ambos géneros, parecía totalmente vetada en este lugar.En dos pasos Lia lleg&oacut
Said entró a su habitación, se quitó la chaqueta y su reloj de la muñeca, para ir rápidamente hacia el baño y darse una ducha ligera.Necesitaba tener fresco su cuerpo y su mente, ahora mismo estaba furioso con Rosheen, para variar; su pedantería era agotadora, eso sumado a que también requería calmar sus nervios por estar tanto tiempo al lado de Lia.Lo estremecía, no lo podía ocultar, lo hacía hervir como nadie y como nunca solo teniendo la mirada de ella, queriendo introducirse en él.Abrió el grifo mientras el agua comenzó a caer sobre su piel. Sus ojos se reprimieron pensando que esto solo pasaba sin haberla tocado y su intimidad volvió a sufrir otro choque, al recordar como su palma se posicionó sobre su brazo.—Por Alá… —susurró muy bajo al mismo tiempo que desvió su mirada a una par
—Estoy… bien… —Said tomó un vaso de agua mientras Bakari, el hombre que dirigía toda su seguridad, hablaba por el cable detrás de su oreja—. Puede irte Bakari… te llamaré luego.El hombre corpulento de traje asintió mirando a todos alrededor para luego cerrar la puerta.Por supuesto Rosheen estaba sentada casi pegada a su pierna, mientras su madre y Tarha se posicionaban al otro lado con cara de angustia.—¿Qué fue lo que pasó? —todos escucharon la pregunta de Nasser—. Ni siquiera me dio tiempo de salir del palacio.Said negó.—Cansancio extremo… es todo. Creo que luego de la comida, pediré un largo descanso.—Debes hacerlo —intervino Rosheen—. Yo me encargaré de pasar tus reuniones para otro día.El jeque asintió mirándola por un rato, y la chica se e
—¿Qué ocurre hijo?, desapareciste en todo el día y no regresaste al palacio… Nasser me dijo que estabas disponible para atender los asuntos, ¿Ha pasado algo? —Said escuchó a su tío un poco alterado, mientras junto a su primo Nasser, estaban sentados en su frente, en un salón privado en el palacio y eran exactamente las 7 de la mañana.Por supuesto, no había aparecido después del almuerzo de ayer. Debía despejar sus pensamientos y se encargó de trabajar con Bakari una jornada extensa como para llegar muy tarde por la noche y pasar directo a su habitación.—Hay asuntos urgentes que tuve que atender… —respondió secamente.—No hay necesidad de darme explicaciones, Said, eres el Emir de esta nación, solo estoy preguntando en el ámbito personal, porque siento que tengo una responsabilidad contigo.El jeque a
Le dolía el cuerpo entero… Aún no podía controlar su respiración y sentía el rostro muy caliente, eso sin sumar a esa vergüenza regada por todo su cuerpo que la estaba haciendo sentir peor que nunca.Se había obligado a desviar la mirada de ese hombre porque era imposible cargar con esa culpa que sentía ahora.«¿Por qué sonreía para ella en una situación así?», debía sentirse uy decepcionado por la mentira a la que jugaron ella y Mila, y ni siquiera estaba segura qué iba a hacer el Emir a partir de ahora con esa información.Esperaba que Mila no tuviese problemas, es lo que menos necesitaba ahora que su padre estaba tan enfermo, y sabía que las cosas no habían mejorado en Inglaterra porque ni siquiera había respondido a sus mensajes.También estaba su hermana. No querí