—¿A dónde vas caramelito? … —casi choco contra el enorme hombre —¿Te hice esperar mucho?Me voltee quedándome en silencio, con un pañuelo limpie mis mejillas. Tenia unas enormes ganas de voltear y abofetearlo, de golpearlo y exigirle que me devolviera lo que es mío. Pero me falto fuerza.“Debes conocer el terreno que estas pisando” fue una de las cosas que me dijo Loraine.Respire y coloque la mejor sonrisa en mi rostro. aunque tenia la seguridad que mis ojos no podían ocultar el odio que nacía en mis entrañas contra este hombre.Me di la vuelta y le extendí la mano, era arrogante parado con bastada seguridad.—Estoy en el paraíso. Puedo vivir aquí toda una vida—Stefano tomo mi mano, y la giro con la palma en dirección del piso, con la mano izquierda acaricio mi dorso, y mi antebrazo. Luche por no arrebatarle mi brazo. Me atrajo a él su mira era fuerte, su rostro cuadrado, sus facciones eran suaves.No cabía duda que era un hombre bastante atractivo. Pero eso no implicaba que yo desea
Stefano no hizo el menor intento por salir a atender, estaba concentrado en el asunto que tenía conmigo, no se notaba preocupado por que fuera alguien que viniera a confrontarlo por alguno de sus negocios “sucios”. O porque “Vinicio” vinera a cortarle las manos, se que Loraine le informo donde me encontraba.De nuevo llamaron a la puerta de manera insistente, se empezaron a escuchar gritos.El trato de ignóralo después de todo quien abriría será la servidumbre, pero los golpes fueron en aumento y sin detenerse, alguien iba derribar esa puerta, gruño molestoSe levanto con un grito y salió llamando a la sirvienta con enfado. Pero la mujer no atendió la puerta y esta volvió a ser golpeada, lo que habia querido evitar estaba por ocurrir.—No espera quédate conmigo… —fui hasta él para detenerlo, no sabía cómo proteger a Vicenzo. acaricio mi mejilla sonriéndome.—Dame un segundo gatita… volveré a terminar lo que empezamos.—Serviré algo de beber.—Me parece magnifico, no me extrañes.— Se g
No eres un super héroeStefano abandono la habitación seguro que entre dos me someterían con facilidad, la mujer me tomo por la espalda sujetándome de los brazos y el hombre saco de un cajón unas sogas, le di un cabezazo a la sirvienta que me libero llevándose la mano a la nariz, la sangre escurría por sus labios.Me defendí del hombre con las manos en puño frente a mí, era de complexión delgada lance una patada a su estómago y con el puño le propine un golpe al rostro, se impactó contra la pared el golpe fue lo bastante rudo para dejarlo un poco desorientado.Me volví a la mujer quien era mayor, aunque se notaba que tenía fuerzas y un complexión fuerte una pelea no era justa, ella dio un paso atrás.—¡Señor Cortázar! —la mujer llamo a su patrón. Ella misma lo sabía no tendría modo de vencerme.Aprender defensa personal me fue útil, no perdí más tiempo al huir de esa habitación.Cuando Stefano se percató y trato de volver yo salí corriendo hacia el lado contrario de la salida, lo más
Directo a la Cabeza.Sentía una pesada soledad, de nuevo una ausencia que me quemaba el alma.—¿Y el niño? —Pregunto LoraineCon una cara desencajada Amery le respondió pero sus ojos estaban sobre mi—No hay rastro de él —respondió con una voz cruda, me volví loca, no era posible que me sucediera esto, no era justo que siguieran jugando conmigo de este modo , intente correr dentro de la casa para buscar a Peter yo misma, Vicenzo me abrazo con fuerza, para controlarme.Sentí que mi corazón se partía en dos y mi alma se salía de mi cuerpo dejándome sin vida y tan duro fue el golpe como poderosa nació dentro de mí una fuerza de luchar y no rendirme.No permitiría que se marchara con Peter, lo seguiría hasta el infierno si era necesario.—“Va camino a la costa”, —escuche como le informaban el radio. Loraine tomo el radio y se alejó, dando indicaciones.—Listo, todos en posición. —fue lo unió que escuche.De inmediato todos comenzaron a moverse para subir a los autos, mi cuerpo se movió im
Forcejeo... ¡Paren!Stefano cargaba entre sus brazos a mi hijo, sosteniendo una pistola con la punta sobre su cabeza, el espacio era enorme y había un par de salidas por un costado, y detrás de él solo el vació.—¡No! —grité de inmediato a penas lo vi, me detuve en una rabia e impotencia, pero con un maldito odio, como se atrevía a amenaza a un niño indefenso.Peter al vernos abrió sus ojos y comenzó a jalarse hacia nosotros. Mis ojos se llenaron de lágrimas el me reconoció, no me había olvidado.Stefano cuidaba la entrada del edificio, vigilaba que no viniera ni un solo policía.—Si dan un paso más juro que nadie saldrá de aquí con este niño. Al menos no vivo.—Cobarde, enfréntate conmigo ¡maldito bastardo! —Vicenzo le apunto con el arma.La situación controlada por Stefano le permitía sonreír y disfrutar de nuestra angustia.Por la mente de Vicenzo pasaba la idea del heroísmo, se acercaba a Stefano despacio con pasos que eran difícilmente notorios.Él se movía cada vez que Stefano v
Las sirenas comenzaban a acercarse. Eso significaba que la policía estaba por arriba a este lugar.Vicenzo dio unos pasos atrás, mirando a Stefano soltando a mi hijo, con los brazos extendidos llegue junto a él, tome a mi Peter con un efusivo abrazo, su llanto era un dolor intenso para mí, lo revise de arriba abajo, al no encontrar ni una sola herida en su cuerpecito, alce mis ojos sonrientes a Vicenzo para asegurarle que él estaba bien.El me devolvió la sonrisa, acaricio la cabeza de Peter y le planto un beso, espiraba profundamente, como si le faltara el aire. —No fue mí culpa… —se defendió Stefano con enfado, apretando las quijadas y llenándose los ojos de lágrimas.Al girar la vista a Stefano, este aún tenía el arma apuntando al frente pero ya no la sostenía con firmeza, su mano temblaba pero no encontré ninguna herida en su cuerpo, giré de inmediato.Vicenzo levanto su mano frente a su rostro, sus dedos estaban cubiertos de sangre, y unas líneas chorreaba por su antebrazo, sent
La espera se hizo eterna, cada minuto corría una larga hora donde la vida de Vicenzo estaba más distante de mí, la angustia me hacia ponerme en la peor situación e imaginar que su luz se apagaba como la llama una vela consumándose lenta.Oraba al cielo y sentia que mi voz no era escuchada todo el ruido a mi alrededor era insoportable. Deseaba correr a esa sala donde estaba rodeado de médicos y enfermeras tomar su mano, hablarle al oído, llamarla suavemente y hacerlo venir hacia mí, hacia Peter.Hacia el amor.En esa sala solo estábamos Drago y yo, el sentado con los codos sobre las piernas y sus manos sosteniendo sus rostro. Quizás en lo único que coincidíamos era en que esto debía se una pesadilla.Loraine le trajo a Drago un café, el tomo el vaso pero dejándolo sobre la silla junto a él, no espera un acto de voluntad hacia mí hasta que los pies de Loraine se posaron frente a mi a un solo paso. Alce la vista con suplica.—Peter esta bien, ya lo estarán dando de alta, —me levante del
Vínculo de AmorResbale por la cama, mis rodillas tocaron el suelo, estaba volviéndome loca de dolor, aprete la sabanas de la cama para que el resto de mí no cayera hasta el suelo, grite su nombre, tome su mano y la sacudí esperando que el volviera a sujetarla con fuera, lo llame para que volviera, las enfermeras intentaron levantarme, mi cuerpo estaba pesado, mis piernas no tenían fuerza.Entre lagrimas observaba el rostro de Vicenzo, palidecer.El doctor dijo la hora; 7:03.Escuchar eso me hizo sentir rabia con él, con la vida, conmigo. me levante y trate de sacudir el cuerpo que aún conservaba calor.—Despierta, vamos despierta, Vicenzo, por favor yo te amo. Vicenzo, te amo, no puedes dejarme… No puedes irte, te necesito Vicenzo…Deseaba que escuchara mi suplica, mi impotencia pero sobre todo que sintiera el miedo a seguir en esta vida sin él.—¡Vicenzo!La máquina comenzó a hacer un bip, detuve mi respiración, alce la vista, la línea mortal en el monitor comenzó a tener destellos,