*—Luna:Volvía donde todo comenzó.Luna miraba por la ventana del coche mientras el paisaje urbano de Chicago que comenzaba a librarse del invierno se desplegaba ante ella. La ciudad, vibrante y llena de vida, parecía ajena a la tormenta emocional que se desataba dentro de ella. Theo conducía con una expresión concentrada, sus manos firmes en el volante. A su lado, Luna sentía el peso de la realidad que la envolvía.No era la vida que había imaginado para sí misma. Se había visto construyendo su futuro de otra manera, quizás con un amor verdadero, no con un hombre con el que solo había compartido una noche y que ahora era su compañero por el bien de su bebé. Sentía como la tristeza y la resignación se mezclaban en su pecho, sabiendo que por mucho que se quejara, no había más nada que hacer.La vista de Luna se posó en Theo, quien estaba detrás del volante del todoterreno, conduciendo hacia su nuevo destino. El día anterior, tras la tensa conversación y la discusión que tuvieron, Luna
*—Theo:No estaba funcionando como había esperado.Theo le dio una mirada a Luna por encima de la mesa del comedor, observando cómo esta desayunaba en pleno silencio, algo que hacía desde que se mudó con él hace una semana. La convivencia de ambos no era un caos, pero, ¿se le podría llamar de esa forma? ¿Convivencia? Vivían en el mismo lugar, desayunaban y a veces cenaban juntos, pero todo eso sucedía en un silencio distante y se había convertido en una especie de rutina sin emoción. La falta de comunicación entre ellos era palpable y el ambiente, que debería haber sido el de un hogar cálido y acogedor, se sentía cada vez más como una serie de momentos obligados.Necesitaba hacer que la situación fuera diferente si quería que funcionara. Aún no le había hablado a su familia sobre Luna o el bebé que creía en su vientre, antes de, Theo quería que tuvieran una buena relación, pero, ¿cómo iban a suceder si parecía que Luna estaba cerrada a él? ¿Dónde había quedado eso que su prioridad er
*—Theo:Estaba perdido, así que, después de almorzar en soledad, se tomó la tarde libre y fue a visitar a su hermano Diego. Su hermano trabajaba muchas veces desde su estudio en su apartamento, puesto que le daba más concentración que estar en el bufete de abogados que había establecido con Gabriello.Theo todavía estaba lleno de frustración y determinación, que ni bien Diego le abrió la puerta de su apartamento, le dio una mirada extraña. Sin decir una palabra, como si supiera que Theo estaba muy perdido y necesitaba que alguien lo guiara, Diego lo dejó pasar.No era muy dado a hablar de sus cosas, pero desde que toda esta situación empezó, no había tenido más remedio que contarle sus problemas a Diego y a Gabriello. Sin embargo, era Diego, el menos ocupado de sus hermanos y quien más lo escuchaba. Theo podía llamar a su amigo Dominick, pero este era un hombre casado y pendiente a su pareja e hijos, por lo que no quería agobiarlo con sus cosas personales. —Entonces… —comenzó a decir
*—Luna:Había pasado una semana desde que regresó a Chicago, y a pesar de que Luna se había encerrado en su habitación y había evitado tener mucho contacto con Theo, estar aislada comenzaba a pasarle factura. Así que, aprovechando que Theo se fue a trabajar para el día, decidió reunirse con sus amigos, a quienes tanto había ignorado.Irene, su mejor amiga, a quien había conocido en la universidad, le dio una mirada llena de dolor. Actuaba de esa manera porque Luna le había ocultado su vida y su estado todo este tiempo. Luna se arrepentía un poco de ello, pero no había querido agobiar a sus amigos con sus cosas personales. Sin embargo, decidió reunirse con los mellizos para ponerlos al día y para escuchar sus consejos, que eran siempre bienvenidos. Habían decidido reunirse por los viejos tiempos en una pequeña cafetería que solían visitar en sus días universitarios. Luna bebía un poco de zumo de cereza, mientras que Irene e Izbel tomaban café. El olor a café ya no le daba náuseas, per
*—Theo:Ahora que estaban en la misma página, Theo decidió que, para comenzar una buena relación, había que conocerse. Había muchas cosas que Theo tenía curiosidad de Luna y a su vez, sabía que ella también quería saber de él más allá de los rumores que la gente hablaba. Así que, después de que Theo se sintió mejor y ambos se refrescaron, decidieron cenar juntos.Theo la llevó a un lugar diferente a los que estaba acostumbrado, sabía que la aparatosidad a Luna no le agradaba, así que la llevó a un restaurante acogedor. Tuvo que investigar mucho en las redes para dar con este, pero se sentía complacido con el resultado. El local era pequeño, con luces tenues y una decoración rústica que creaba un ambiente cálido y agradable. Las mesas estaban adornadas con velas y flores frescas, y un suave olor a comida llenaba el aire.La mirada de Theo fue hacia Luna, sentada frente a él en la pequeña mesa y mirando a su alrededor, completamente cautivada por la decoración y el ambiente del restaura
*—Theo:Después de un rato, Luna, sumida en sus pensamientos sobre lo que podía compartir, finalmente volvió la cabeza hacia él y asintió, decidida a contarle sobre su vida desde que se fue del pueblo hasta que llegó a la ciudad de Chicago.—Bueno, crecí en una familia bastante normal, sin las grandes expectativas que tuviste —comentó Luna sonriente, pero la sonrisa no llegaba a sus ojos y Theo sabía que había algo detrás de esta—. Mis padres siempre fueron amorosos y me apoyaron en todo lo que quería hacer. Tengo dos hermanas mayores con las que no me llevaba bien en la juventud, así que, cuando cumplí los 18 y al ver que no había futuro en mi pueblo, me mudé a esta gran ciudad e hice mi carrera de Negocios en la universidad local. Theo se imaginó a una ingenua Luna adentrándose a esta gran ciudad y comenzando a vivir una vida diferente a la que había tenido toda su vida. Fue un gran riesgo el que tomó y Theo agradecía que todo hubiera salido bien para ella, puesto que había otras h
*—Luna:Todo comenzaba a marchar bien. Luna no iba a decir que su situación con Theo se había solucionado por completo, pero estaba mejorando. Había más confianza ahora y ya Luna no se encerraba en su habitación, tampoco le daba la ley del hielo y trataba de ser más participativa. Quería que esto funcionara y por ello estaba poniendo su empeño. Theo no era mala persona y, si estaba siendo un hombre decente y agradable, ¿por qué tratarlo de mala manera?Además, Theo también estaba haciendo su parte. Era más abierto y honesto con Luna, compartiendo sus pensamientos y sentimientos de una manera que nunca antes había hecho. También, estaba encima de ella todo el tiempo, preguntando sobre su estado y como se sentía, se preocupaba demasiado sobre sus comidas, sus emociones y su cuerpo. Luna nunca había tenido a alguien tan intenso en su vida, pero con Theo no se sentía mal. Podía decir que este hombre tan dedicado era real y se alegraba haber dejado atrás los rumores de este para conocer a
*—Luna:No apartó la mirada de Theo mientras este sostenía su teléfono. No habían hablado claramente sobre lo que eran, no tenían etiqueta, pero a Luna le gustaría que Theo fuera fiel con ella. Si tenía urgencias masculinas, que se lo hiciera saber por qué Luna trataría de ayudarlo. Claro, no iba a obligarlo a estar con ella, sin embargo, si este aceptaba, podía suceder. —Es Diego —respondió Theo luego de un rato para luego volver la mirada hacia ella—. Diego nos está invitando a su apartamento para comer, ¿estás de acuerdo?Luna sonrió, aliviada de que no fuera lo que había temido, y reflexionó sobre la sugerencia de Theo. A pesar de que vivían encima del apartamento de Diego, el hermano de Theo, aún no habían compartido mucho tiempo con él, por lo que no veía mal aceptar la invitación.—Algún día tengo que conocer a tu familia, ¿no? —sugirió Luna encogiéndose de hombros, y vio cómo Theo hacía una mueca.—Así es, pero te pregunto si quieres, ya que no solo Diego estará allí —explicó