*—Luna:Había pasado una semana desde que regresó a Chicago, y a pesar de que Luna se había encerrado en su habitación y había evitado tener mucho contacto con Theo, estar aislada comenzaba a pasarle factura. Así que, aprovechando que Theo se fue a trabajar para el día, decidió reunirse con sus amigos, a quienes tanto había ignorado.Irene, su mejor amiga, a quien había conocido en la universidad, le dio una mirada llena de dolor. Actuaba de esa manera porque Luna le había ocultado su vida y su estado todo este tiempo. Luna se arrepentía un poco de ello, pero no había querido agobiar a sus amigos con sus cosas personales. Sin embargo, decidió reunirse con los mellizos para ponerlos al día y para escuchar sus consejos, que eran siempre bienvenidos. Habían decidido reunirse por los viejos tiempos en una pequeña cafetería que solían visitar en sus días universitarios. Luna bebía un poco de zumo de cereza, mientras que Irene e Izbel tomaban café. El olor a café ya no le daba náuseas, per
*—Theo:Ahora que estaban en la misma página, Theo decidió que, para comenzar una buena relación, había que conocerse. Había muchas cosas que Theo tenía curiosidad de Luna y a su vez, sabía que ella también quería saber de él más allá de los rumores que la gente hablaba. Así que, después de que Theo se sintió mejor y ambos se refrescaron, decidieron cenar juntos.Theo la llevó a un lugar diferente a los que estaba acostumbrado, sabía que la aparatosidad a Luna no le agradaba, así que la llevó a un restaurante acogedor. Tuvo que investigar mucho en las redes para dar con este, pero se sentía complacido con el resultado. El local era pequeño, con luces tenues y una decoración rústica que creaba un ambiente cálido y agradable. Las mesas estaban adornadas con velas y flores frescas, y un suave olor a comida llenaba el aire.La mirada de Theo fue hacia Luna, sentada frente a él en la pequeña mesa y mirando a su alrededor, completamente cautivada por la decoración y el ambiente del restaura
*—Theo:Después de un rato, Luna, sumida en sus pensamientos sobre lo que podía compartir, finalmente volvió la cabeza hacia él y asintió, decidida a contarle sobre su vida desde que se fue del pueblo hasta que llegó a la ciudad de Chicago.—Bueno, crecí en una familia bastante normal, sin las grandes expectativas que tuviste —comentó Luna sonriente, pero la sonrisa no llegaba a sus ojos y Theo sabía que había algo detrás de esta—. Mis padres siempre fueron amorosos y me apoyaron en todo lo que quería hacer. Tengo dos hermanas mayores con las que no me llevaba bien en la juventud, así que, cuando cumplí los 18 y al ver que no había futuro en mi pueblo, me mudé a esta gran ciudad e hice mi carrera de Negocios en la universidad local. Theo se imaginó a una ingenua Luna adentrándose a esta gran ciudad y comenzando a vivir una vida diferente a la que había tenido toda su vida. Fue un gran riesgo el que tomó y Theo agradecía que todo hubiera salido bien para ella, puesto que había otras h
*—Luna:Todo comenzaba a marchar bien. Luna no iba a decir que su situación con Theo se había solucionado por completo, pero estaba mejorando. Había más confianza ahora y ya Luna no se encerraba en su habitación, tampoco le daba la ley del hielo y trataba de ser más participativa. Quería que esto funcionara y por ello estaba poniendo su empeño. Theo no era mala persona y, si estaba siendo un hombre decente y agradable, ¿por qué tratarlo de mala manera?Además, Theo también estaba haciendo su parte. Era más abierto y honesto con Luna, compartiendo sus pensamientos y sentimientos de una manera que nunca antes había hecho. También, estaba encima de ella todo el tiempo, preguntando sobre su estado y como se sentía, se preocupaba demasiado sobre sus comidas, sus emociones y su cuerpo. Luna nunca había tenido a alguien tan intenso en su vida, pero con Theo no se sentía mal. Podía decir que este hombre tan dedicado era real y se alegraba haber dejado atrás los rumores de este para conocer a
*—Luna:No apartó la mirada de Theo mientras este sostenía su teléfono. No habían hablado claramente sobre lo que eran, no tenían etiqueta, pero a Luna le gustaría que Theo fuera fiel con ella. Si tenía urgencias masculinas, que se lo hiciera saber por qué Luna trataría de ayudarlo. Claro, no iba a obligarlo a estar con ella, sin embargo, si este aceptaba, podía suceder. —Es Diego —respondió Theo luego de un rato para luego volver la mirada hacia ella—. Diego nos está invitando a su apartamento para comer, ¿estás de acuerdo?Luna sonrió, aliviada de que no fuera lo que había temido, y reflexionó sobre la sugerencia de Theo. A pesar de que vivían encima del apartamento de Diego, el hermano de Theo, aún no habían compartido mucho tiempo con él, por lo que no veía mal aceptar la invitación.—Algún día tengo que conocer a tu familia, ¿no? —sugirió Luna encogiéndose de hombros, y vio cómo Theo hacía una mueca.—Así es, pero te pregunto si quieres, ya que no solo Diego estará allí —explicó
*—Theo:¿Podía Theo sentirse optimista por cómo estaba avanzando su relación con Luna? Una sonrisa surcó en sus labios. Sí, podía.Los momentos compartidos en el consultorio, donde la emoción y la ternura de ver a su hijo en la pantalla crearon un vínculo más fuerte entre ellos, y la tarde en la que Luna se mostró abierta y receptiva al conocer a su familia, contribuyeron a un sentimiento de esperanza y satisfacción en Theo.Todo esto le daba razones para sentirse optimista. El progreso en su relación y la forma en que Luna estaba comenzando a abrirse y a adaptarse a la nueva dinámica de sus vidas le daban confianza en que estaban construyendo algo sólido y duradero. La forma en que Luna respondía a sus gestos de cariño, y su disposición a aceptar y adaptarse a la nueva etapa que estaban comenzando juntos, reforzaban la creencia de Theo en un futuro prometedor para ellos como pareja y como familia.Theo se duchó con una sonrisa tonta en el rostro, el calor del agua y el vapor, envol
*—Theo:La cena resultó ser un éxito, y aunque el momento intenso de la ligera confesión seguía en sus mentes, ambos encontraron consuelo y alegría en la compañía mutua. A la hora de dormir, cada quien se fue por su lado y al estar en la soledad de su habitación, Theo se sintió algo abrumado y la ansiedad le hizo devolver la cena. Theo después yacía tumbado en la cama, tratando de calmar su respiración luego de la incómoda experiencia de vomitar. La cena que había preparado con Luna le había sentado mal y sentía que su estómago no dejaba de revolverse. La ansiedad que había experimentado durante la noche se había combinado con el malestar físico, creando una sensación de incomodidad que no podía ignorar.De repente, escuchó un golpe suave en la puerta de su recámara. Antes de que pudiera responder, Luna entró sin esperar una respuesta, preocupada al ver la puerta entreabierta.—Theo, escuché un ruido —dijo Luna con voz suave mientras se acercaba a la cama—. ¿Estás bien?—Estoy bien,
*—Theo:Había pasado un tiempo desde la última vez que había tenido sexo o que se había resuelto a sí mismo. Estaba demasiado ocupado, y lo cierto era que no había querido a otra mujer que no fuera Luna. Su deseo por ella había crecido intensamente desde que confesaron sus sentimientos, y ahora, con ella tan cerca, le resultaba casi imposible contenerse.—Luna… —murmuró con voz ronca, acariciando su vientre con una mano, mientras la otra se deslizaba suavemente por su costado. La necesidad de mantener el control se estaba desvaneciendo rápidamente.—Theo… —susurró ella, girando su cabeza ligeramente hacia él, sus ojos reflejando el mismo deseo que él sentía.Theo sabía que estaba a punto de cruzar una línea que había intentado mantener, pero con Luna, todo parecía tan natural y tan inevitable. Su cuerpo y su mente estaban en conflicto, empero la decisión ya estaba tomada. La quería, la deseaba, y en ese momento, nada más importaba.Lentamente, aun con ella en sus brazos, Theo movió un