Pero Sabella sabía que estaba deseando demasiado, la verdadera oportunidad sería si Mateo, no estuviera comprometido, si no estuviera ya a un paso de pisar el altar. Y que tampoco hubieran firmado ya los dos los documentos del divorcio. No había tenido la intención de echarse para atrás con respecto al divorcio, pero ahora estaba en juego la felicidad de su propio hijo.–Sabella, sé qué han pasado años y que tal vez ya sea tarde para lo que te diré, pero te pido que me perdones – Mateo la miraba con esos ojos que ella, veía en su hermoso hijo todos los días – Perdóname por no escucharte cuando me lo ibas a decir, pero ahora que ya lo sé. Quiero que sepas que sería capaz de todo, porque Matías no sufra.Luego de decir esas palabras, a Mateo se le escaparon unas lágrimas que salieron de sus ojos y aunque se las quiso limpiar rápidamente, no pasaron desapercibidas para Sabella quién, se conmovió de ver al hombre que tanto amó y que seguía amando por más que lo negara, así triste y abatid
Mientras más la miraba, se daba cuenta de que era por mucho una mujer bellísima, la más bella de las mujeres que había conocido y no solo por fuera, también lo era por dentro. Bastaba ver los modales refinados, educados y nobles con los que Matías había crecido y sido educado, le agradecía eso, era un niño modelo.Ahora sabía que su pequeño hijo, era una copia exacta de su madre, que a pesar de tener que criarlo ella sola, nadie pudo haberlo hecho mejor, incluyéndolo a él mismo, cosa que le hubiera gustado hacer también.–Sabella, sé que no merezco pedirte esto, pero quisiera saber si en el fondo de tu corazón, existe una posibilidad que no llevemos a cabo el divorcio y que podamos intentar hacer una vida juntos – Mateo decidió arriesgar un poco más – Sería lo mejor para Matías y también para nosotros.Sabella se quedó en silencio, ella no sabía que responder a eso que acababa de escuchar. Pensaba que Mateo ya estaba desesperado por obtener el divorcio para casarse con su prometida y
–Mateo yo, no te puedo mentir y no puedo simplemente lanzarme a tus brazos después de todo lo que pasó, después de lo ruin y cruel que fuiste cuando no quisiste saber nada de lo que yo iba a enterarte– Sabella comenzó a deshojar poco a poco los pedazos de su alma y de su ser, para ser sincera de una vez por todas con él – Sé qué quieres a Matías y ahora sé y me alegró de saber que él te adora a ti y que van a tener esa relación de padre e hijo que deben de tener, pero yo no puedo olvidar así de fácil todo lo que pasó.Mateo no le estaba pidiendo que se olvidara de nada, porque eso había sido una lección para él y que tampoco iba a olvidar, pero podían sanar ambos esa herida, ambos sentían algo por el otro y no se podía negar, saltaban chispas cuando estaban juntos, podían estar solos o acompañados que las chispas no dejaban de surgir.–Te entiendo, yo no puedo olvidar ese beso tampoco. Lo que te pasa a ti con el pasado, me pasa a mí con el presente y algo dentro de mí me dice que, si
Sabella y Mateo permanecieron por unos breves instantes, así en la cama como estaban, desnudos, felices y relajados, mientras que sus cuerpos seguían entrelazados y ellos respiraban tranquilos, uno en brazos del otro, era tan gratificante el estar así sin que nada interrumpiera esa paz, sin que nada perturbara la tranquilidad en la que se encontraban.Sabella se sentía plena cómo no se había sentido nunca desde aquella noche en la que se entregó a Mateo y él por su parte sentía que una parte de él mismo se manifestaba, la parte de él que sabía lo que era ser feliz en realidad. Estaba seguro de que entre ellos ya no había que aclarar nada, buscaría la forma de anular la sentencia del divorcio, tenía a los mejores abogados para que empezaran el movimiento para detener el dictamen.–Sabella, te amo y no sabes cómo te extrañé – Mateo le dijo a ella – Esto ha sido maravilloso, no sé cómo pude ser tan estúpido al dejarte ir.Mateo volvió a exponer sus sentimientos, eran como una liberación
–Está bien, Sabella – Mateo accedió de mal modo – No puedo creer, que no quieras darme una oportunidad, después de que te he dicho, ya que yo te amo.Sabella tenía sus razones muy claras, y ya había tomado la decisión y la mantendría, no era justo que se alegrara por la situación que estaba a punto de presentarse con Leia, se ponía en su lugar.–Te la daría sin dudar, si no existiera nadie más, pero estás comprometido y si en algo es verdad que sigues amándome, entonces haz lo correcto – Sabella tomó aire – Sigue adelante con tu compromiso, no le hagas a ella lo que un día me hiciste a mí al no escucharme decirte lo de Matías.Mateo ya no quería insistirle, no iba a convencerla de todos modos, ya que ella estaba reacia a darse esa oportunidad con él, se iría con el corazón roto, aun sabiendo que ella también lo amaba de la misma forma que él la amaba.–Está bien Sabella, entonces supongo que tú te encargarás de explicarle a Matías, que si no vendré a vivir con ustedes, es porque voy a
Mateo, por su parte, iba camino a su oficina después de varios días de no presentarse ahí. Iba hecho pedazos, por el éxito no obtenido con Sabella, él hubiera deseado que después de lo vivido desde ese día pudiera haberse quedado a vivir con ella y con su hijo, así tuviera que deshacer el compromiso de él con Leia, ahora sabía que le iba a costar demasiado trabajo casarse con una mujer que no amaba, porque ahora se daba cuenta de que a la que había amado siempre había sido a Sabella, no a Leia.Todo el camino a la oficina, Mateo iba pensando en lo que acababa de vivir con Sabella, en esa entrega absoluta y pura de amor. En esos besos que hicieron latir su corazón como si volviera a estar adolescente de nuevo y estuviera así con la chica de sus sueños, pero en esta ocasión el rostro que se le presentaba al frente era el de ella, el de Sabella. Como si nunca hubiera existido alguien más.Eso era para él Sabella, la chica de sus sueños a la que, ahora, debía empezar a ver solo como la ma
Mateo llegó a la empresa con mucho pesar, apenas puso un pie dentro y ya quería salirse de nuevo. Ahora sí, ya no había nada que pudiera hacer, tenía que hablar con Leía y explicarle muchas cosas, sobre Matías y los cambios que habría en la vida de ambos. Eso no era lo peor, lo peor era que iba a tener que darle ahora sí, una fecha para la inminente boda, al no haber ya un impedimento posible, el dictamen del divorcio ya estaba en manos de su asistente.Entró a la empresa y se encontró frente a frente con Aldo, quién lo miraba por compasión. Mateo sabía que Leia no era del agrado de mucha gente, incluido Aldo y era lo normal, ella lo que tenía de bonita lo tenía de intransigente, de necia y de petulante y eso no era muy bien visto por la mayoría de las personas que la trataban. Aldo le entregó un sobre a Mateo, una vez que lo abriera, estaría divorciado.–Buenas tardes, señor presidente, le entrego esto personalmente – Aldo le hizo entrega del sobre a Mateo – Espero que estos días que
Leia se quedó callada un momento, ante lo que acababa de decirle Mateo, no consideraba justa la postura de su prometido, era como si de pronto al hombre al que llevaba tanto tiempo esperando, ya no le interesara casarse con ella. Pues ahora que lo miraba con detenimiento, este Mateo que estaba sentado de frente a ella, no era el Mateo apasionado al que le regaló tantos hermosos momentos, durante todos los años que estuvo a su lado.Pero, no podía hacer nada, que lo pudiera alterar peor, así que decidió calmarse a ella misma primero, no podía dar un paso en falso, si pretendía con esto hacerla cambiar de opinión, estaba muy equivocado, ya se le habían pasado los años, cómo para decirle que siempre no, así que lo pensó mejor y estaba dispuesta a usar todo su poder de la manipulación.–Mateo, no tienes que decir nada de eso mi amor – Leia se puso de pie, caminó sensualmente y lo abrazó por la espalda – Es cierto, que no me merecía todo eso, pero lo aguanté ¿Sabes por qué? Porque merece l