A Mateo le encantaban las palabras de su hijo, era un amor de niño con su abuela, ese era un lazo que muy difícilmente se rompería, era el más fuerte, quizás hasta más fuerte que el de padres a hijos. Y Mateo lo sabía muy bien. –Hola, mi amor, buenos días – Mateo llenó de besos a su pequeño hijo – Claro hijo, bajemos a ver a la abuela suave y linda y al abuelo, para desayunar con ellos antes de irnos. Ya con todo más ordenado en su cabeza, Mateo quería comenzar el día con ese ánimo que llevaba en su corazón, tenía algo ya formado en su cabeza, pero no sería ahora, eso llevaría algún tiempo, pero no se debía desesperar. –Si papito, quiero ir por mi mamita bella para irnos todos juntos a la casa porque, ¿Te vas a quedar con nosotros? – Volvía a preguntarle su pequeño – Por favor papito, ya no quiero que te vayas, tienes que estar conmigo para que cuidemos juntos a mamita bella. Los deseos de Matías, se estaban haciendo oír, que no era algo descabellado, porque eso ya se había hecho c
Mateo observaba conmovido la escena entre su hermoso hijo y Sabella, deseando y añorando ser él parte de esa hermosa familia. Una lágrima amenazó con salirse de uno de sus ojos y él, al sentirlo, se la secó de inmediato. Matías, luego de su reencuentro tan emotivo con su madre, se fue a abrazar a Oriony dándoles un poco de espacio a Sabella y a Mateo.–Muchas gracias por dejarlo ir con mis abuelos – Mateo no dudó, en agradecerle a Sabella ese permiso de nuevo – Él se la ha pasado muy bien con los abuelos, y yo también. – Le comentó. – Me alegra verte así, que estás como nueva.Él la veía ahora con nuevos ojos, algo que se había estado negando desde que entre sus abuelos y los padres de Sabella, habían organizado su matrimonio, se opuso, pero al final aceptó el casamiento, pero estuvo reacio todo el tiempo. Había sido complicado, pero ya no pudo poner su corazón en orden.–Gracias a ti Mateo – Le agradeció Sabella – Por estar para mí y para nuestro hijo en estos difíciles momentos y gr
Oriony percibía la tensión en el ambiente y sabía que Sabella y Mateo tenían que hablar y más pronto que nunca pues su pobre niño Matías quería saber una respuesta sobre si su papito podía venirse a vivir a la casa con ellos y a ella le afectaba demasiado ver sufrir a ese pequeño angelito.En lo que Mateo, organizaba todo lo de la salida de Sabella, Oriony había entretenido al niño, así que todos viajaron sin ninguna molestia hacía la casa de Sabella, pero todos sabían que la conversación con Matías había quedado inconclusa y se debía llegar a un arreglo. Cuando llegaron a la casa, y se instaló a Sabella en su habitación, Oriony quiso que ella y Mateo se quedaran a solas, pues ese punto lo tenían que arreglar solo ellos dos.Por lo que decidió hacerles el espacio más cómodo, se llevaría a Matías a que ellos pudieran hablar, si estaba el niño presente, se podía poner peor si escuchaba alguna negativa de parte de su padre, o de su madre.–Matías, acompáñame que voy a hacer unas galletas
Pero Sabella sabía que estaba deseando demasiado, la verdadera oportunidad sería si Mateo, no estuviera comprometido, si no estuviera ya a un paso de pisar el altar. Y que tampoco hubieran firmado ya los dos los documentos del divorcio. No había tenido la intención de echarse para atrás con respecto al divorcio, pero ahora estaba en juego la felicidad de su propio hijo.–Sabella, sé qué han pasado años y que tal vez ya sea tarde para lo que te diré, pero te pido que me perdones – Mateo la miraba con esos ojos que ella, veía en su hermoso hijo todos los días – Perdóname por no escucharte cuando me lo ibas a decir, pero ahora que ya lo sé. Quiero que sepas que sería capaz de todo, porque Matías no sufra.Luego de decir esas palabras, a Mateo se le escaparon unas lágrimas que salieron de sus ojos y aunque se las quiso limpiar rápidamente, no pasaron desapercibidas para Sabella quién, se conmovió de ver al hombre que tanto amó y que seguía amando por más que lo negara, así triste y abatid
Mientras más la miraba, se daba cuenta de que era por mucho una mujer bellísima, la más bella de las mujeres que había conocido y no solo por fuera, también lo era por dentro. Bastaba ver los modales refinados, educados y nobles con los que Matías había crecido y sido educado, le agradecía eso, era un niño modelo.Ahora sabía que su pequeño hijo, era una copia exacta de su madre, que a pesar de tener que criarlo ella sola, nadie pudo haberlo hecho mejor, incluyéndolo a él mismo, cosa que le hubiera gustado hacer también.–Sabella, sé que no merezco pedirte esto, pero quisiera saber si en el fondo de tu corazón, existe una posibilidad que no llevemos a cabo el divorcio y que podamos intentar hacer una vida juntos – Mateo decidió arriesgar un poco más – Sería lo mejor para Matías y también para nosotros.Sabella se quedó en silencio, ella no sabía que responder a eso que acababa de escuchar. Pensaba que Mateo ya estaba desesperado por obtener el divorcio para casarse con su prometida y
–Mateo yo, no te puedo mentir y no puedo simplemente lanzarme a tus brazos después de todo lo que pasó, después de lo ruin y cruel que fuiste cuando no quisiste saber nada de lo que yo iba a enterarte– Sabella comenzó a deshojar poco a poco los pedazos de su alma y de su ser, para ser sincera de una vez por todas con él – Sé qué quieres a Matías y ahora sé y me alegró de saber que él te adora a ti y que van a tener esa relación de padre e hijo que deben de tener, pero yo no puedo olvidar así de fácil todo lo que pasó.Mateo no le estaba pidiendo que se olvidara de nada, porque eso había sido una lección para él y que tampoco iba a olvidar, pero podían sanar ambos esa herida, ambos sentían algo por el otro y no se podía negar, saltaban chispas cuando estaban juntos, podían estar solos o acompañados que las chispas no dejaban de surgir.–Te entiendo, yo no puedo olvidar ese beso tampoco. Lo que te pasa a ti con el pasado, me pasa a mí con el presente y algo dentro de mí me dice que, si
Sabella y Mateo permanecieron por unos breves instantes, así en la cama como estaban, desnudos, felices y relajados, mientras que sus cuerpos seguían entrelazados y ellos respiraban tranquilos, uno en brazos del otro, era tan gratificante el estar así sin que nada interrumpiera esa paz, sin que nada perturbara la tranquilidad en la que se encontraban.Sabella se sentía plena cómo no se había sentido nunca desde aquella noche en la que se entregó a Mateo y él por su parte sentía que una parte de él mismo se manifestaba, la parte de él que sabía lo que era ser feliz en realidad. Estaba seguro de que entre ellos ya no había que aclarar nada, buscaría la forma de anular la sentencia del divorcio, tenía a los mejores abogados para que empezaran el movimiento para detener el dictamen.–Sabella, te amo y no sabes cómo te extrañé – Mateo le dijo a ella – Esto ha sido maravilloso, no sé cómo pude ser tan estúpido al dejarte ir.Mateo volvió a exponer sus sentimientos, eran como una liberación
–Está bien, Sabella – Mateo accedió de mal modo – No puedo creer, que no quieras darme una oportunidad, después de que te he dicho, ya que yo te amo.Sabella tenía sus razones muy claras, y ya había tomado la decisión y la mantendría, no era justo que se alegrara por la situación que estaba a punto de presentarse con Leia, se ponía en su lugar.–Te la daría sin dudar, si no existiera nadie más, pero estás comprometido y si en algo es verdad que sigues amándome, entonces haz lo correcto – Sabella tomó aire – Sigue adelante con tu compromiso, no le hagas a ella lo que un día me hiciste a mí al no escucharme decirte lo de Matías.Mateo ya no quería insistirle, no iba a convencerla de todos modos, ya que ella estaba reacia a darse esa oportunidad con él, se iría con el corazón roto, aun sabiendo que ella también lo amaba de la misma forma que él la amaba.–Está bien Sabella, entonces supongo que tú te encargarás de explicarle a Matías, que si no vendré a vivir con ustedes, es porque voy a