Él la miraba con detenimiento como si pudiera admirar su belleza sin decirle palabra alguna, ella llevaba su pelo rubio suelto, el cual bailaba con el viento y se quedaba mirándola embelesado. Él la abrazaba y le susurraba al oído “Te Amo” y ella le respondía a él lo mismo que lo amaba. Eran una pareja de enamorados.–Te amo, Sabella. – Le decía Mateo.–Y yo te amo a ti, Mateo. – Le respondía Sabella.Mateo la tomaba de la mano y ambos bailaban una música que no se podía escuchar, pero si se podía sentir, esa música que solo podían escuchar sus corazones enamorados latiendo juntos en ese mismo momento. Sabella le acariciaba el rostro con ternura y colocaba su mano acunando su mejilla, se miraban a los ojos y se juraban amor eterno, sin hablar, sin pronunciar una sola palabra, pero que era lo que escuchaban sus corazones al compás de la música.Matías llegaba donde ellos se encontraban, vestido de blanco a abrazar a sus padres y Mateo lo cargaba en sus brazos y ella abrazaba a ambos y
Mateo y Matías iban rumbo a la casa de los abuelos, el niño lo había llenado de muchas preguntas, y él con gusto le fue platicando de todos los momentos felices que había pasado desde que se mudó con ellos, con sus abuelos, no le iba a mentir a su hijo si le preguntaba por qué no había vivido con sus padres, pues era una parte de su vida que no le causaba ningún sentimiento negativo, al contrario, él siempre había pensado que sus verdaderos padres lo hubieran limitado. Ya que en la escuela normal lo habían catalogado como un niño con déficit de atención. Él recordaba cuando los abuelos los llevaron a que le hicieran, una clase de estudios para descartar que tuviera esa enfermedad, porque el abuelo no estaba nada convencido de ello y tenía razón, el niño no tenía ninguna enfermedad, los doctores los felicitaron por tener un niño con un alto coeficiente intelectual. En eso estaba pensando cuando recordó todo lo que había hecho Matías, y efectivamente su hijo estaba inscrito en una escue
Como hacían casi todas las tardes, él y el abuelo, se iban a tomar un coñac al despacho, cuando Mateo tenía un tiempo para ir a visitarlos en las tardes y este día les parecía excelente, con el niño jugando con la abuela, tenían muchas cosas de las cuales hablar. No había pasado desapercibida por el abuelo la cara de preocupación de su nieto. – ¿Ahora qué piensas hacer, hijo? – Preguntó el abuelo Petropoulos. Sabía que su adorado nieto se encontraba ante una gran prueba, tenía que decidir entre su hijo y la mujer que él decía amar. Aunque no era una competencia, Mateo no podía dejar pasar por alto ese detalle, ahora tendría que dividirse en dos o más para poder estar en bien con las dos partes. –No lo sé abuelo, ya todas las cosas de la boda están listas, solo falta el dictamen y automáticamente me casaré con Leia. No había una razón aparente para cancelar la boda, pero si la había, en esos últimos días fue lo que le estuvo rondando en la cabeza, Matías necesitaba a sus dos padres
A pesar de que las cosas parecían no tener solución, eso no era impedimento para seguir disfrutando del infante, la que más estaba aprovechando de ese día, en definitiva era la abuela, Aria. Parecía que Matías le había regresado las energías. – ¿Cuándo es su cumpleaños? – Preguntó el abuelo Petropoulos. Esa fecha no la conocía él, cuando supo de Matías, se volvió loco y fue en su búsqueda, no le había preguntado a Sabella esa fecha tan importante. –Abuelo, creerás que soy un tonto, pero no lo sé. –Se recriminó. –Averígualo, hijo, tenemos una excusa perfecta para hacer una fiesta de cumpleaños y poder presentar al más joven de los Petropoulos. Claro que eso pasaría, muchos se iban a hacer la pregunta del porqué habían ocultado al pequeño y cree que eso les iba a crear mucha curiosidad, pero no quería que llamara mucho la atención hacía cierta persona, Leia estaría de muy mal humor cuando se diera cuenta de que el abuelo estaría a favor de su bisnieto y no de ella. –Claro que sí, a
Mateo pensaba que tenía una segunda oportunidad y no la quería perder, quería pasar todos los días de su vida con su hijo y no sabía cómo empezar, estaba lo de su boda, lo del novio de Sabella, necesitaba pensar cómo resolver todos esos puntos, había descubierto que tenía un hijo y eso lo cambiaba todo, por lo menos para él. – ¿En qué piensa, hijo? – Preguntó el abuelo Petropoulos. Las ideas de Mateo se remolinaban en su cabeza, estaba teniendo una discusión con él mismo, pero no lo podía poner en palabras, tal vez fueran ideas descabelladas, pero tendría que planteárselas desde otras perspectivas. –Ahora son solo ideas, abuelo, espero que si resulten. Tener al alcance a su hijo casi las veinticuatro horas, sin necesidad de salir de su trabajo, no sabía a ciencia cierta cómo lo iba a lograr, pero eso ya se había formado en su cabeza, y las ideas siempre se tenían que llevar a cabo, por más ilógicas que le parecieran, siempre habían dado resultados. –Muy bien hijo, no hay problemas
Sabella se había pasado parte del día pensando en tantas cosas, una de ellas era la manera en que se habían adaptado padre e hijo, en la manera en que Matías se colgaba de su padre y le había parecido genial la idea de ir a conocer a los abuelitos. Eso a ella le había parecido fantástico.– ¿Cómo estás? – Le preguntó Oriony a Sabella.Oriony la sacó de sus pensamientos, pero sabía que ella misma se había hecho también sus propias ideas, pues ella no había estado de acuerdo desde el principio, el que se marchara sin haber hablado primero con su esposo, pero de todos modos tanto ella como su familia la siguieron a donde ella se fue, no la podía dejar sola, era también su hija.– ¿Pues, que te diré Oriony? Era algo que se tenía que dar, que iba a pasar en cualquier momento.Eso lo habían sabido ellas todo el tiempo, en cuanto Matías pidiera ver a su padre, no habría poder humano que le sacara esa idea de la cabeza. Y más porque estaba creciendo y en su escuela veía más interacción de los
Ya por la noche, Matías quedó rendido después de jugar toda la tarde con sus abuelos, parecía que nunca se le iba a acabar la energía, tanto así que el abuelo, después de un buen rato, se fue a acostar, la abuela era la que no tenía cansancio, hasta le dio un baño al pequeño, para que pudiera dormir y mientras Mateo veía a su adorable hijo descansar y dormir plácidamente solo una persona invadía su mente, Sabella. Todos sus pensamientos volvían a ella.Se imaginaba que ella había sido quién todos esos años, en los que él figuró como un padre ausente de su hijo, era quién había tenido la dicha de ver dormir a Matías todas las noches, de darle un baño nocturno para que se relajara, de velar su sueño y seguramente también de contarle un cuento. De enseñarle a leer, de tantas cosas.El tiempo que los vio a ambos interactuar como madre e hijo en el hospital, se pudo percatar del hermoso lazo de amor que compartían y se hizo lamentarse, una y otra vez, el no haber escuchado lo que Sabella l
Aria conocía a Mateo mejor de lo que nadie lo habría hecho, ella fue su madre más que su abuela y siempre hablaban de todo lo que Mateo sentía o pensaba. En ese momento Aria miró fijamente a su nieto y lo tomó de la mano, para darle la confianza de sacar todos sus temores e inquietudes con ella, como siempre lo había hecho, durante toda la vida que vivió al lado de ellos.–Mateo, no puedes engañarme y ni se te ocurra intentarlo. El que ya seas un hombre hecho y derecho, no te da derecho a querer engañar a tu abuela – Aria lo miró con determinación – Así que, es mejor que saques todo lo que te está comprimiendo por dentro y me digas de una buena vez, lo que te está pasando.A la abuela no se le pasaba nada, el estado de ánimo de Mateo, se veía a leguas que estaba pasando por algo muy lamentable, y demasiado afectado, no era normal que él que se ausentara de sus deberes diarios y ella lo comprendía, su nieto necesitaba mucho tiempo para procesar todo por lo que estaba viviendo y no solo