Mateo se sentía como si hubiera revivido en menos de diez minutos, que fueron los que se había demorado el doctor en darles la noticia, afortunadamente todo estaba bien, pero habría que ver como se resolvía el otro problema, porque no todo concluía en que no tenía nada maligno, el punto era que seguía con la afección en su cabeza, pues los dolores de cabeza y la perdida de la visión de Sabella, no eran producto de su imaginación.–Doctor y en esa condición que tiene Sabella ¿Cuáles son las opciones de tratamiento? – Preguntó Mateo, visiblemente preocupado por la salud de Sabella – Cabe mencionar, que haremos todo lo que sea necesario, para que ella recupere la salud.Sabella estaba incrédula ante la gran noticia, no podía creer que solo era resultado de tanto estrés, no podía recordar la fecha exacta en la que empezó a sentirse tan cansada porque el dolor de cabeza no la dejaba ni dormir, ni cuando empezaron a presentarse de manera más constante, pero desde ayer habían disminuido grad
Esto había que celebrarlo, a Sabella le llegaron muchas ideas a la cabeza, pero eso sería después, tal como lo había recomendado el doctor, pero necesitaba gritarle a la vida que le agradecía esa nueva oportunidad, tenía tanto en mente, su vida, su hijo, su negocio, hasta Mateo estaba incluido en esos planes, porque ahora iban a estar más unidos, por su hijo y se iban a seguir viendo y debía estar bien con él.No podía estar más feliz, era algo que tenía que aprovechar de ahora en adelante al máximo, era muy cierto que cuando se estaba al borde de la muerte querías hacer tantas cosas de las que no te atreverías a hacer normalmente, que ahora no te alcanzaba el tiempo para planearlas e incluso hacerlas. –Sabella, ya que lo peor ha pasado y que tenemos la plena seguridad que vas a recuperar pronto, tu buena salud, quiero pedirte algo, que espero que me puedas conceder – Se atrevió a decir Mateo – Quisiera llevar a Matías a conocer a mis abuelos, que también son sus abuelos, hoy mismo.
Matías se sentía feliz, nunca se había imaginado que conocería a su padre y mucho menos a sus abuelitos, desde que se había presentado su papi, empezaron a suceder cosas buenas, su mami, se curó, iría a conocer a sus abuelos y él estaba muy feliz, no dejaría que se fuera su papito de nuevo, le diría a su mami, que ya le gustaría que se quedara con ellos.–Entonces hoy mismo nos vamos a que conozcas a los abuelos, ¿te parece? – Quiso asegurarse Mateo.Mateo quería estar seguro de que el niño no se fuera a sentir presionado por él, apenas si estaba entrando en confianza y ahora lo iba a separar de su madre, si en este momento él le decía que no, no lo iba a obligar.–Sí, papi, vamos con mis abuelitos. – Respondió el niño con una sonrisa en los labios.Un par de minutos después, el niño ya se estaba despidiendo de su madre y de Oriony, estaba feliz por ir a conocer a los abuelos, no obstante, no quería dejar a su mami, si estaba en el hospital era porque se seguía sintiendo mal y eso lo
Sabella y Oriony se quedaron solas en el silencio de la hermosa estancia en la que ella estaba en el hospital. Ya que Mateo y Matías se habían ido, Oriony quiso aprovechar para platicar con Sabella, de su estado de salud, al verla tan despejada, intuyó que esas no podían ser malas noticias, aparte que el haber dejado que el niño se fuera con su padre, le daba la sensación de que su mente estaba en calma.–Sabella, ¿Cómo te sientes, hija? – Oriony la estudiaba con la mirada – Matías y yo, nos divertimos mucho en el parque, pero él estaba preocupado por ti y también yo.Sabella lo sabía, Oriony había pasado muchas cosas a su lado y siempre había estado al pie del cañón con lo que le pudiera pasar a ella y a Matías, no tendría suficiente para pagarle todo el amor que le ha ido dando con el paso de los años y ella también la quería, Oriony fue su madre antes que su cuidadora, por eso se había quedado a su lado, por eso ella tenía dos hermanos y por eso le estaría también agradecida, que n
Sabella se preocupó de inmediato, era una sensación que surgió de inmediato, y por su mente pasó, la loca idea que el médico no le hubiera dicho la verdad hace unas horas por estar Mateo presente, pues no le veía el caso a que si ya se habían despedido la estuviera checando de nuevo, pero, antes que ella pudiera hacerle algún tipo de cuestionamiento, el médico se le quedó mirando fijamente y la tranquilizó de inmediato.El doctor había sentido una satisfacción muy grande al ser él, quien le hubiera dado la noticia de que estaba fuera de peligro, de que, en ningún momento, estuvo en riesgo de padecer un tumor en el cerebro. Había sido un caso muy difícil porque todo indicaba que iba a ser resultar algo muy grave, pues él se acordaba de los casos anteriores, en los que les había tendido que dar esa terrible noticia. Tantas personas habían pasado por esa grave enfermedad y algunos que no se habían salvado. –No tiene nada por lo que deba de alarmarse, señora Domit y no me vaya a pregunt
Sabella, al quedarse sola en aquella habitación tan cómoda para ser de un hospital, recargó su cabeza en la almohada en otra posición que le resultaba más cómoda y ya sintiéndose más relajada, comenzó a pensar en su mente, en una sola cosa, en Mateo y en la forma tan dulce y tan tierna en la que se había estado comportando con ella, mientras pasaba por ese mal momento en el hospital, había notado su preocupación y su miedo.Lo que menos había querido, que muchos pasaran este trago amargo que habían tenido que pasar, incluyendo a su pequeño hijo, aquel día en la habitación cuando llegó el doctor a ver su caso, y cuando el propio Mateo había llegado con Matías. Todo había sucedido tan rápido que ni cuenta se había dado que él tenía una empresa que atender y lo había dejado todo para estar con ellos. Era sorprendente lo que su hijo había logrado en poco tiempo, él había abierto todas las puertas que ella había cerrado.No era la primera vez que se ponía a pensar en lo que pudo ser y no f
Él la miraba con detenimiento como si pudiera admirar su belleza sin decirle palabra alguna, ella llevaba su pelo rubio suelto, el cual bailaba con el viento y se quedaba mirándola embelesado. Él la abrazaba y le susurraba al oído “Te Amo” y ella le respondía a él lo mismo que lo amaba. Eran una pareja de enamorados.–Te amo, Sabella. – Le decía Mateo.–Y yo te amo a ti, Mateo. – Le respondía Sabella.Mateo la tomaba de la mano y ambos bailaban una música que no se podía escuchar, pero si se podía sentir, esa música que solo podían escuchar sus corazones enamorados latiendo juntos en ese mismo momento. Sabella le acariciaba el rostro con ternura y colocaba su mano acunando su mejilla, se miraban a los ojos y se juraban amor eterno, sin hablar, sin pronunciar una sola palabra, pero que era lo que escuchaban sus corazones al compás de la música.Matías llegaba donde ellos se encontraban, vestido de blanco a abrazar a sus padres y Mateo lo cargaba en sus brazos y ella abrazaba a ambos y
Mateo y Matías iban rumbo a la casa de los abuelos, el niño lo había llenado de muchas preguntas, y él con gusto le fue platicando de todos los momentos felices que había pasado desde que se mudó con ellos, con sus abuelos, no le iba a mentir a su hijo si le preguntaba por qué no había vivido con sus padres, pues era una parte de su vida que no le causaba ningún sentimiento negativo, al contrario, él siempre había pensado que sus verdaderos padres lo hubieran limitado. Ya que en la escuela normal lo habían catalogado como un niño con déficit de atención. Él recordaba cuando los abuelos los llevaron a que le hicieran, una clase de estudios para descartar que tuviera esa enfermedad, porque el abuelo no estaba nada convencido de ello y tenía razón, el niño no tenía ninguna enfermedad, los doctores los felicitaron por tener un niño con un alto coeficiente intelectual. En eso estaba pensando cuando recordó todo lo que había hecho Matías, y efectivamente su hijo estaba inscrito en una escue