Sabella y Oriony se quedaron solas en el silencio de la hermosa estancia en la que ella estaba en el hospital. Ya que Mateo y Matías se habían ido, Oriony quiso aprovechar para platicar con Sabella, de su estado de salud, al verla tan despejada, intuyó que esas no podían ser malas noticias, aparte que el haber dejado que el niño se fuera con su padre, le daba la sensación de que su mente estaba en calma.–Sabella, ¿Cómo te sientes, hija? – Oriony la estudiaba con la mirada – Matías y yo, nos divertimos mucho en el parque, pero él estaba preocupado por ti y también yo.Sabella lo sabía, Oriony había pasado muchas cosas a su lado y siempre había estado al pie del cañón con lo que le pudiera pasar a ella y a Matías, no tendría suficiente para pagarle todo el amor que le ha ido dando con el paso de los años y ella también la quería, Oriony fue su madre antes que su cuidadora, por eso se había quedado a su lado, por eso ella tenía dos hermanos y por eso le estaría también agradecida, que n
Sabella se preocupó de inmediato, era una sensación que surgió de inmediato, y por su mente pasó, la loca idea que el médico no le hubiera dicho la verdad hace unas horas por estar Mateo presente, pues no le veía el caso a que si ya se habían despedido la estuviera checando de nuevo, pero, antes que ella pudiera hacerle algún tipo de cuestionamiento, el médico se le quedó mirando fijamente y la tranquilizó de inmediato.El doctor había sentido una satisfacción muy grande al ser él, quien le hubiera dado la noticia de que estaba fuera de peligro, de que, en ningún momento, estuvo en riesgo de padecer un tumor en el cerebro. Había sido un caso muy difícil porque todo indicaba que iba a ser resultar algo muy grave, pues él se acordaba de los casos anteriores, en los que les había tendido que dar esa terrible noticia. Tantas personas habían pasado por esa grave enfermedad y algunos que no se habían salvado. –No tiene nada por lo que deba de alarmarse, señora Domit y no me vaya a pregunt
Sabella, al quedarse sola en aquella habitación tan cómoda para ser de un hospital, recargó su cabeza en la almohada en otra posición que le resultaba más cómoda y ya sintiéndose más relajada, comenzó a pensar en su mente, en una sola cosa, en Mateo y en la forma tan dulce y tan tierna en la que se había estado comportando con ella, mientras pasaba por ese mal momento en el hospital, había notado su preocupación y su miedo.Lo que menos había querido, que muchos pasaran este trago amargo que habían tenido que pasar, incluyendo a su pequeño hijo, aquel día en la habitación cuando llegó el doctor a ver su caso, y cuando el propio Mateo había llegado con Matías. Todo había sucedido tan rápido que ni cuenta se había dado que él tenía una empresa que atender y lo había dejado todo para estar con ellos. Era sorprendente lo que su hijo había logrado en poco tiempo, él había abierto todas las puertas que ella había cerrado.No era la primera vez que se ponía a pensar en lo que pudo ser y no f
Él la miraba con detenimiento como si pudiera admirar su belleza sin decirle palabra alguna, ella llevaba su pelo rubio suelto, el cual bailaba con el viento y se quedaba mirándola embelesado. Él la abrazaba y le susurraba al oído “Te Amo” y ella le respondía a él lo mismo que lo amaba. Eran una pareja de enamorados.–Te amo, Sabella. – Le decía Mateo.–Y yo te amo a ti, Mateo. – Le respondía Sabella.Mateo la tomaba de la mano y ambos bailaban una música que no se podía escuchar, pero si se podía sentir, esa música que solo podían escuchar sus corazones enamorados latiendo juntos en ese mismo momento. Sabella le acariciaba el rostro con ternura y colocaba su mano acunando su mejilla, se miraban a los ojos y se juraban amor eterno, sin hablar, sin pronunciar una sola palabra, pero que era lo que escuchaban sus corazones al compás de la música.Matías llegaba donde ellos se encontraban, vestido de blanco a abrazar a sus padres y Mateo lo cargaba en sus brazos y ella abrazaba a ambos y
Mateo y Matías iban rumbo a la casa de los abuelos, el niño lo había llenado de muchas preguntas, y él con gusto le fue platicando de todos los momentos felices que había pasado desde que se mudó con ellos, con sus abuelos, no le iba a mentir a su hijo si le preguntaba por qué no había vivido con sus padres, pues era una parte de su vida que no le causaba ningún sentimiento negativo, al contrario, él siempre había pensado que sus verdaderos padres lo hubieran limitado. Ya que en la escuela normal lo habían catalogado como un niño con déficit de atención. Él recordaba cuando los abuelos los llevaron a que le hicieran, una clase de estudios para descartar que tuviera esa enfermedad, porque el abuelo no estaba nada convencido de ello y tenía razón, el niño no tenía ninguna enfermedad, los doctores los felicitaron por tener un niño con un alto coeficiente intelectual. En eso estaba pensando cuando recordó todo lo que había hecho Matías, y efectivamente su hijo estaba inscrito en una escue
Como hacían casi todas las tardes, él y el abuelo, se iban a tomar un coñac al despacho, cuando Mateo tenía un tiempo para ir a visitarlos en las tardes y este día les parecía excelente, con el niño jugando con la abuela, tenían muchas cosas de las cuales hablar. No había pasado desapercibida por el abuelo la cara de preocupación de su nieto. – ¿Ahora qué piensas hacer, hijo? – Preguntó el abuelo Petropoulos. Sabía que su adorado nieto se encontraba ante una gran prueba, tenía que decidir entre su hijo y la mujer que él decía amar. Aunque no era una competencia, Mateo no podía dejar pasar por alto ese detalle, ahora tendría que dividirse en dos o más para poder estar en bien con las dos partes. –No lo sé abuelo, ya todas las cosas de la boda están listas, solo falta el dictamen y automáticamente me casaré con Leia. No había una razón aparente para cancelar la boda, pero si la había, en esos últimos días fue lo que le estuvo rondando en la cabeza, Matías necesitaba a sus dos padres
A pesar de que las cosas parecían no tener solución, eso no era impedimento para seguir disfrutando del infante, la que más estaba aprovechando de ese día, en definitiva era la abuela, Aria. Parecía que Matías le había regresado las energías. – ¿Cuándo es su cumpleaños? – Preguntó el abuelo Petropoulos. Esa fecha no la conocía él, cuando supo de Matías, se volvió loco y fue en su búsqueda, no le había preguntado a Sabella esa fecha tan importante. –Abuelo, creerás que soy un tonto, pero no lo sé. –Se recriminó. –Averígualo, hijo, tenemos una excusa perfecta para hacer una fiesta de cumpleaños y poder presentar al más joven de los Petropoulos. Claro que eso pasaría, muchos se iban a hacer la pregunta del porqué habían ocultado al pequeño y cree que eso les iba a crear mucha curiosidad, pero no quería que llamara mucho la atención hacía cierta persona, Leia estaría de muy mal humor cuando se diera cuenta de que el abuelo estaría a favor de su bisnieto y no de ella. –Claro que sí, a
Mateo pensaba que tenía una segunda oportunidad y no la quería perder, quería pasar todos los días de su vida con su hijo y no sabía cómo empezar, estaba lo de su boda, lo del novio de Sabella, necesitaba pensar cómo resolver todos esos puntos, había descubierto que tenía un hijo y eso lo cambiaba todo, por lo menos para él. – ¿En qué piensa, hijo? – Preguntó el abuelo Petropoulos. Las ideas de Mateo se remolinaban en su cabeza, estaba teniendo una discusión con él mismo, pero no lo podía poner en palabras, tal vez fueran ideas descabelladas, pero tendría que planteárselas desde otras perspectivas. –Ahora son solo ideas, abuelo, espero que si resulten. Tener al alcance a su hijo casi las veinticuatro horas, sin necesidad de salir de su trabajo, no sabía a ciencia cierta cómo lo iba a lograr, pero eso ya se había formado en su cabeza, y las ideas siempre se tenían que llevar a cabo, por más ilógicas que le parecieran, siempre habían dado resultados. –Muy bien hijo, no hay problemas