Mateo, se encontraba hecho pedazos. Extrañaba a su pequeño hijo y sabía, que cuando lo volviera a ver, el pequeño, le iba a recriminar, el no haber ido a verlo, pero en esta ocasión, Mateo, se encontraba indefenso, sin poder hacer nada que lo pudiera ayudar a ir a ver a su hijo, se encontraba entre la espada y la pared.No podía dejar a Leia, internada en el hospital, pues claramente el doctor Basil, le había pedido como su familiar más directo que era, que debía esperar en el hospital, hasta que le hicieran, todos los estudios que resultaran necesarios, para saber, lo que tenía su esposa y, sobre todo, lo que le había ocasionado ese terrible desmayo. Mateo, puso su cabeza entre sus manos, como sí así, pudiera liberar tensión, cuando escuchó una voz conocida.–Señor Mateo – Lo abordó el doctor Basil – Le he venido a pedir, que tenga paciencia y que, si necesita salir a hacer alguna actividad o algo, se sienta, con la libertad de hacerlo. Por ello, he salido a informarle, que tardarán
Basil, tomó la tarjeta de presentación de las manos del esposo de Leia, y la guardó en su bolsillo, él pensó que en algo le debía de servir para cualquier otra cosa, no estaba de más tener esa información guardada, sonrió para sus adentros, todo eso le estaba saliendo mejor de lo que se hubiera imaginado.–Despreocúpese señor, usted alcanzará a llegar aquí, antes que yo lo llame. Todo estará bien con Leia.A Basil, se le estaba dando todo como lo había predicho, ahora solo faltaba que tuviera su dinero en las manos, lo que pasara después con la que alguna vez fue su amante, era asunto suyo, ya que ella era la que tenía que mantener la farsa ante su marido y el resto del mundo.–Hasta luego, doctor.Mateo se fue completamente destrozado a su empresa, no tan convencido, por lo dicho por el doctor, pero nada podía hacer ya, más que confiar en que Leia se quedaba en las mejores manos y que los estudios fueran los suficientes para que le dieran un diagnóstico acertado y se pusieran manos a
Mateo, volvió al hospital más tarde, aún con la preocupación por Leia a flor de piel, estaba muy angustiado, pensando que, si el doctor no lo había llamado todavía, posiblemente, no estaban terminando aún de hacerle las últimas pruebas a su esposa y eso podría llevar más tiempo del esperado.Él, lo único que quería era, que le dieran buenas noticias, en cuanto a la salud de Leia se tratara, de lo contrario, él no podría con tanta presión encima. Entrando al hospital, llegó a recepción, para saber, si ya su esposa, podía recibir visitas, pues no la había visto desde que la había traído al hospital.–Buenas tardes, señorita – Mateo, saludó a la recepcionista – Soy el señor Mateo Petropoulos, quisiera saber, si puedo hablar con el Doctor Basil Thermopolis, con respecto a mi esposa Leia, quisiera verla y no sé, si usted podría decirme, si ella ya puede recibir visitas.Ni siquiera sabía si a su esposa ya la habían mandado a una habitación, se había quedado con que le estarían haciendo tod
La señorita recepcionista, veía que el señor estaba atendiendo una llamada y parecía muy importante, ya que la había tomado cuando justo llegó al hospital a pedirle el informe sobre su esposa, ella lo veía muy contrariado por lo que estaba hablando por teléfono, y creía que estaba hablando con el hijo de la pareja, ya que se había referido como hijo, a la otra persona que estaba del otro lado de la línea.Mateo, volvió a la llamada con su hijo, esperando que ya Sabella estuviera cerca de Matías, para que calmara el estado tan difícil, en que se encontraba el pequeño, pues de lo contrario, iban a terminar mal las cosas, pues él, tenía muchas cosas en la cabeza y en ese momento, estaba demasiado preocupado por la salud de su esposa Leia, no se podía dar el lujo de salir corriendo para tranquilizar a su hijo.–Hijo, me tengo que ir, pero ya quedamos – Dijo Mateo – Mañana a más tardar, pasaré a verte.Suplicaba para que su pequeño entendiera que no le iba a ser posible ir a verlo, aunque
Mateo, después de lo que le dijo el doctor, respecto a Leia, se sentía demasiado mal y abatido, no pensó, ni por un momento que su esposa, estuviera tan enferma de gravedad y eso lo puso más que descolocado, pues a pesar de no amarla, él no deseaba esto para su esposa y hasta sentía, que todo era una injusticia de la vida, ahora que ella, se había portado tan bien con él y que hasta había aceptado a Matías como parte de su familia, tenía que pasar, este desafortunado asunto.Basil, miró a Mateo, y no deba pie a lo que veían sus cínicos ojos, trató de contener su sonrisa inmensa, del gran gusto que sentía en su interior, gracias a toda esta farsa de Leia, él iba a salir beneficiado, se iba a dar unas costosas vacaciones y siguiendo el rol de su papel del buen médico, se dirigió nuevamente a Mateo, como si de verdad eso le afectara.–Señor Petropoulos, lamento en serio, la situación en la que se encuentra su esposa y mañana mismo, vendrá el cardiólogo especializado, en estos casos, que
Mateo, se encontraba tremendamente abatido, pero no quería que Leia, se diera cuenta de su dolor, así ella se podría sentir mucho peor de lo que ya estaba y él no iba a dejar que le afectara eso, trataría de poner su mejor cara.–Gracias amor – Sonrió Leia – Te amo, Mateo. Al menos, aquí estás conmigo y si me tocara partir de este mundo, se cumplirá mi más grande deseo, el de morir en tus brazos.Ella ya estaba empezando a interpretar su mejor papel, el de una mujer profundamente enamorada de su esposo y que estaba enterada de su condición, aunque no supiera que era lo que en realidad le estaba pasando, pero cualquiera que la escuchara no iba a dudar del mal que la afectaba,–No, Leia, nadie va a morir y mucho menos tú, amor – Mateo, se puso de pie y besó la frente de Leia – Yo, no dejaré que mueras, no dejaré que te vayas de este mundo.A él, ya ella le había encontrado el modo de hacer con él, lo que le diera la gana, era tan lista que lo tendría toda la vida comiendo de su mano, en
Leia, había pasado una muy mala noche, en el hospital. Ella se sentía en total desesperación, pues pensaba, que solo ella se iba a quedar ahí a pasar la noche y no que Mateo, se quedaría a su lado. Eso le dificultó, sus planes de ponerse a leer revistas o de estar simplemente en una postura más cómoda, cosa que no pudo hacer, pues tuvo que permanecer todo ese tiempo acostada, incómoda y de mal humor.Tenía que mantener la farsa, de enferma terminal y más aún, delante de Mateo, era eso lo que más le convenía a sus intereses. Pero ella misma, sabía, que no podía seguir así, por lo que, a la mañana siguiente, ella, vería el modo, que Mateo, se fuera a ver a su infeliz chiquillo, con tal de ella, poder así descansar un poco, relajarse y hacer un día normal, en el hospital y poderse parar y caminar un rato, esto que había pasado, no se le había ocurrido qué pasaría.–Leia, amor, has pasado una noche terrible, ¿Te sigues sintiendo mal? – Fue lo primero, que le preguntó Mateo – Por favor, di
Ellas tenían razón, Leia, tenía que estar tranquila y descansar y solo lo iba a lograr si él iba a ver a su hijo y eso era lo que pretendía hacer, para darle su espacio también, había tomado la decisión de tratar ese asunto de su hijo, como algo urgente, porque ya no quería que se volviera a repetir, y necesitaba una solución lo antes posible, no dejaría pasar ni un día más.–Gracias, señorita. Saldré un rato a atender algo urgente, pero en un rato más regresaré. Se la encargo mucho, por favor.Leia, había permanecido con los ojos cerrados, pues era preferible que pensara Mateo, que ella se había quedado dormida a que siguiera perdiendo el tiempo quedándose en la habitación, así que empezó a respirar pausadamente, como si de verdad se hubiera quedado dormida de repente, así que ya no se movió para nada.Mateo, se había percatado de que su esposa se había dormido y ya no quería molestarla más, ni perder el tiempo con lo que tenía que hacer, iba y solucionaba el problema y regresaba par