La señorita recepcionista, veía que el señor estaba atendiendo una llamada y parecía muy importante, ya que la había tomado cuando justo llegó al hospital a pedirle el informe sobre su esposa, ella lo veía muy contrariado por lo que estaba hablando por teléfono, y creía que estaba hablando con el hijo de la pareja, ya que se había referido como hijo, a la otra persona que estaba del otro lado de la línea.Mateo, volvió a la llamada con su hijo, esperando que ya Sabella estuviera cerca de Matías, para que calmara el estado tan difícil, en que se encontraba el pequeño, pues de lo contrario, iban a terminar mal las cosas, pues él, tenía muchas cosas en la cabeza y en ese momento, estaba demasiado preocupado por la salud de su esposa Leia, no se podía dar el lujo de salir corriendo para tranquilizar a su hijo.–Hijo, me tengo que ir, pero ya quedamos – Dijo Mateo – Mañana a más tardar, pasaré a verte.Suplicaba para que su pequeño entendiera que no le iba a ser posible ir a verlo, aunque
Mateo, después de lo que le dijo el doctor, respecto a Leia, se sentía demasiado mal y abatido, no pensó, ni por un momento que su esposa, estuviera tan enferma de gravedad y eso lo puso más que descolocado, pues a pesar de no amarla, él no deseaba esto para su esposa y hasta sentía, que todo era una injusticia de la vida, ahora que ella, se había portado tan bien con él y que hasta había aceptado a Matías como parte de su familia, tenía que pasar, este desafortunado asunto.Basil, miró a Mateo, y no deba pie a lo que veían sus cínicos ojos, trató de contener su sonrisa inmensa, del gran gusto que sentía en su interior, gracias a toda esta farsa de Leia, él iba a salir beneficiado, se iba a dar unas costosas vacaciones y siguiendo el rol de su papel del buen médico, se dirigió nuevamente a Mateo, como si de verdad eso le afectara.–Señor Petropoulos, lamento en serio, la situación en la que se encuentra su esposa y mañana mismo, vendrá el cardiólogo especializado, en estos casos, que
Mateo, se encontraba tremendamente abatido, pero no quería que Leia, se diera cuenta de su dolor, así ella se podría sentir mucho peor de lo que ya estaba y él no iba a dejar que le afectara eso, trataría de poner su mejor cara.–Gracias amor – Sonrió Leia – Te amo, Mateo. Al menos, aquí estás conmigo y si me tocara partir de este mundo, se cumplirá mi más grande deseo, el de morir en tus brazos.Ella ya estaba empezando a interpretar su mejor papel, el de una mujer profundamente enamorada de su esposo y que estaba enterada de su condición, aunque no supiera que era lo que en realidad le estaba pasando, pero cualquiera que la escuchara no iba a dudar del mal que la afectaba,–No, Leia, nadie va a morir y mucho menos tú, amor – Mateo, se puso de pie y besó la frente de Leia – Yo, no dejaré que mueras, no dejaré que te vayas de este mundo.A él, ya ella le había encontrado el modo de hacer con él, lo que le diera la gana, era tan lista que lo tendría toda la vida comiendo de su mano, en
Leia, había pasado una muy mala noche, en el hospital. Ella se sentía en total desesperación, pues pensaba, que solo ella se iba a quedar ahí a pasar la noche y no que Mateo, se quedaría a su lado. Eso le dificultó, sus planes de ponerse a leer revistas o de estar simplemente en una postura más cómoda, cosa que no pudo hacer, pues tuvo que permanecer todo ese tiempo acostada, incómoda y de mal humor.Tenía que mantener la farsa, de enferma terminal y más aún, delante de Mateo, era eso lo que más le convenía a sus intereses. Pero ella misma, sabía, que no podía seguir así, por lo que, a la mañana siguiente, ella, vería el modo, que Mateo, se fuera a ver a su infeliz chiquillo, con tal de ella, poder así descansar un poco, relajarse y hacer un día normal, en el hospital y poderse parar y caminar un rato, esto que había pasado, no se le había ocurrido qué pasaría.–Leia, amor, has pasado una noche terrible, ¿Te sigues sintiendo mal? – Fue lo primero, que le preguntó Mateo – Por favor, di
Ellas tenían razón, Leia, tenía que estar tranquila y descansar y solo lo iba a lograr si él iba a ver a su hijo y eso era lo que pretendía hacer, para darle su espacio también, había tomado la decisión de tratar ese asunto de su hijo, como algo urgente, porque ya no quería que se volviera a repetir, y necesitaba una solución lo antes posible, no dejaría pasar ni un día más.–Gracias, señorita. Saldré un rato a atender algo urgente, pero en un rato más regresaré. Se la encargo mucho, por favor.Leia, había permanecido con los ojos cerrados, pues era preferible que pensara Mateo, que ella se había quedado dormida a que siguiera perdiendo el tiempo quedándose en la habitación, así que empezó a respirar pausadamente, como si de verdad se hubiera quedado dormida de repente, así que ya no se movió para nada.Mateo, se había percatado de que su esposa se había dormido y ya no quería molestarla más, ni perder el tiempo con lo que tenía que hacer, iba y solucionaba el problema y regresaba par
Sabella, pensaba que Mateo, se debía calmar primero y no tirarse a la desesperación y no pensar de esa forma, podían existir otras opiniones, no se podía quedar solo con lo que le habían dicho en el hospital donde estaba internada.–No pienses eso, Mateo, por el amor de Dios – Le pidió Sabella – Mejor dime, supongo que no has ingerido, alimento alguno.Era de suponerse que él no había ingerido alimento, desde el día de ayer, por eso se veía tan demacrado y sin ese vigor que lo caracterizaba, y si seguía así él, era el que se iba a enfermar de verdad y eso no lo quería ella, pues su hijo necesitaba un padre fuerte, firme y sano.–No, no he comido nada y no quiero comer. Leia, se quedó muy grave en el hospital y me ha pedido ella misma, que venga a ver a mi hijo, pero ¿Qué te digo a ti? Ya debes saber, como se me ha puesto ayer nuestro hijo. Debe estar odiándome.Sabella miraba a Mateo, demasiado abatido y pensaba ella misma, muchas cosas. No podía creer del todo en Leia, pero no podía
Sabella, corrió detrás de Mateo, que parecía estar cegado, sin aceptar oír razones sobre Leia y no le parecía, que hubieran tenido una discusión así, menos aun cuando ella, lo único que quería era proteger a su pequeño, de la maldad de esa mujer, pues muy aparte de lo que dijeran Evan, Teseo y el mundo entero, su sexto sentido de madre, no la engañaba y ella misma, presentía cosas de Leia, algo no la dejaba confiar en esa mujer cuando estaba Matías cerca de esa mujer.–Mateo, detente ahí, por favor – Le pidió Sabella – No puedes, estar así, por una simple plática entre dos adultos o al menos, eso creo que somos tú y yo. A menos, que tú me desmientas.A ella no le había parecido la reacción infantil de Mateo, como si tuviera una rabieta de niño caprichoso, era verdad lo que se decía de Leia, y eso a ella nadie se lo podía sacar de la cabeza, no podía existir un rechazo colectivo, porque todos lo habían notado por separado, ninguno había sido influenciado por el otro, así que eso lo ten
Sabella, veía muy atenta a como Mateo, comía de lo que le había servido Oriony, en la mesa, se lo comía con gusto, había hecho muy mal el pasar todo el día sin comer, le pudo haber pasado algo en el hospital y ahí si al que tenían que tratar sería a él, no a la mentirosa de su esposa, pensó ella.–Gracias, por la comida Sabella – Dijo Mateo – Está delicioso, lo que me ha traído Oriony.No se había dado del hambre tan grande que tenía, hasta que probó la primera cucharada de sopa, había sido una bendición el llegar a la casa de Sabella, Mateo ya estaba presentando los primeros síntomas de una baja de azúcar, por eso se había molestado tanto cuando se habló de lo de su esposa, pero ahora se iba a tomar las cosas con más calma, de eso estaba seguro.–Por nada, Mateo. Me alegra mucho, que te esté gustando. Te platico un poco, de cómo ha estado Matías estos días – Comentó Sabella – Ha estado feliz, jugando con Atenea y con un nuevo cachorro que adoptó Teseo para su hija, con Queen y con Ev