Sabella, pensaba que Mateo, se debía calmar primero y no tirarse a la desesperación y no pensar de esa forma, podían existir otras opiniones, no se podía quedar solo con lo que le habían dicho en el hospital donde estaba internada.–No pienses eso, Mateo, por el amor de Dios – Le pidió Sabella – Mejor dime, supongo que no has ingerido, alimento alguno.Era de suponerse que él no había ingerido alimento, desde el día de ayer, por eso se veía tan demacrado y sin ese vigor que lo caracterizaba, y si seguía así él, era el que se iba a enfermar de verdad y eso no lo quería ella, pues su hijo necesitaba un padre fuerte, firme y sano.–No, no he comido nada y no quiero comer. Leia, se quedó muy grave en el hospital y me ha pedido ella misma, que venga a ver a mi hijo, pero ¿Qué te digo a ti? Ya debes saber, como se me ha puesto ayer nuestro hijo. Debe estar odiándome.Sabella miraba a Mateo, demasiado abatido y pensaba ella misma, muchas cosas. No podía creer del todo en Leia, pero no podía
Sabella, corrió detrás de Mateo, que parecía estar cegado, sin aceptar oír razones sobre Leia y no le parecía, que hubieran tenido una discusión así, menos aun cuando ella, lo único que quería era proteger a su pequeño, de la maldad de esa mujer, pues muy aparte de lo que dijeran Evan, Teseo y el mundo entero, su sexto sentido de madre, no la engañaba y ella misma, presentía cosas de Leia, algo no la dejaba confiar en esa mujer cuando estaba Matías cerca de esa mujer.–Mateo, detente ahí, por favor – Le pidió Sabella – No puedes, estar así, por una simple plática entre dos adultos o al menos, eso creo que somos tú y yo. A menos, que tú me desmientas.A ella no le había parecido la reacción infantil de Mateo, como si tuviera una rabieta de niño caprichoso, era verdad lo que se decía de Leia, y eso a ella nadie se lo podía sacar de la cabeza, no podía existir un rechazo colectivo, porque todos lo habían notado por separado, ninguno había sido influenciado por el otro, así que eso lo ten
Sabella, veía muy atenta a como Mateo, comía de lo que le había servido Oriony, en la mesa, se lo comía con gusto, había hecho muy mal el pasar todo el día sin comer, le pudo haber pasado algo en el hospital y ahí si al que tenían que tratar sería a él, no a la mentirosa de su esposa, pensó ella.–Gracias, por la comida Sabella – Dijo Mateo – Está delicioso, lo que me ha traído Oriony.No se había dado del hambre tan grande que tenía, hasta que probó la primera cucharada de sopa, había sido una bendición el llegar a la casa de Sabella, Mateo ya estaba presentando los primeros síntomas de una baja de azúcar, por eso se había molestado tanto cuando se habló de lo de su esposa, pero ahora se iba a tomar las cosas con más calma, de eso estaba seguro.–Por nada, Mateo. Me alegra mucho, que te esté gustando. Te platico un poco, de cómo ha estado Matías estos días – Comentó Sabella – Ha estado feliz, jugando con Atenea y con un nuevo cachorro que adoptó Teseo para su hija, con Queen y con Ev
Pero afortunadamente él, se había ido antes de que llegara Evan, no quería un enfrentamiento con Mateo y su amigo, aunque este tuviera todas las pruebas en sus manos, para tirarle el teatro a Leia, Evan, no se hubiera tocado el corazón, porque también sabía lo de la farsa de la enfermedad y lo de su operación, Sabella no quería estar en el pellejo de Leia cuando se destapara toda su cloaca.Sabella, quería ver su cara, porque Leia, tenía muchas, que era la que les hacía creer a los demás, nunca mostraba su verdadero rostro, el rostro de la maldad hecha persona, el de alguien tan ambicioso que había hecho lo que fuera por tener en sus manos a un hombre por su dinero y posición social, porque eso no lo había hecho por amor, porque su amor era para ella misma.–Indirectamente, me estás diciendo que Mateo, se llevó a Matías con él y por eso es que no lo vi, jugando con Queen y con Heber allá afuera – Evan hizo un puchero muy cómico – Lástima, quería verlo, que comiéramos pastel juntos los
Evan, estaba feliz de poderle haber dado esa noticia a su amiga, no cabía duda que la mente de Leia, era brillante, pero la usaba solo para la maldad, y estaba seguro de que con esa valiosa información, Sabella, iba a hacer todo lo posible para que su hijo ya no pasara esos malos ratos a monos de la esposa de su padre, que este caso vendría siendo la madrastra, la bruja mala del cuento.–Pues, yo te ofrezco que todo lo que investigue y lo que pueda ser evidenciado, lo pondré en tus manos, Sabella – Dijo Evan – Las pruebas, de lo que esa mujer ha sido capaz de hacer y tú, decidirás si se las das a Mateo, para que entienda de una vez, por todas, que esa mujer es un peligro y yo, si fuera tú, tendría mucho cuidado con Matías, amiga.Por eso precisamente Sabella, había creído en todo lo que le decía Evan, por su hijo y porque lo iba a proteger por encima de todo, incluso de su propio padre, si no creía en nada de lo que le dijeran, ella no iba a exponer a su precioso hijo a que corriera a
Mateo, estaba fuera de sí mismo, pensó en volver de inmediato al hospital, pero era como si trajera algo clavado en el pecho, respecto a Teseo. Era lógico que, no iba a ir a verlo ahora, sabiendo que su pequeño estaba con él y con Atenea y al verse en el espejo lateral de su camioneta, vio a alguien desconocido para él. Se veía con un aspecto fatal, como si fuera un señor ya de edad avanzada, demacrado y acabado y no quería que su pequeño, lo fuera a ver en tan lamentable estado, pero eso no impidió, que llamara a Teseo, para quedar con él, para verlo en la noche, ya que su hijo, estuviera en casa con Sabella, así que muy decidido marcó el número de teléfono, de su amigo, quién no demoró en contestarle.–Hola amigo, ¿Cómo estás? – Lo saludó Teseo – Supongo, que me llamas, para venir a ver a tu pequeño.–Hola Teseo, no le digas por favor a Matías, que te he llamado – Respondió Mateo en tono seco – Es contigo, con quién quiero hablar personalmente, ¿Puedo pasar por la noche a tu casa?M
Mateo estuvo un rato más con Leia y después, cuando la enfermera le fue a suministrar un medicamento a Leia, él, se retiró para ir a hablar con el doctor a su consultorio. A medida, que sus pasos lo acercaban más al consultorio del doctor Basil, su corazón se aceleraba más, pues temía, que le hubiera pasado algo más a Leia, mientras el estuvo ausente y de ser así, él nunca se lo podría perdonar al doctor. Eso sería el colmo, ya que nadie le había llamado para avisarle. Al llegar al consultorio del doctor Basil, él entró con paso firme y decidido y el doctor, le hizo un ademán con la mano, para que pasara y tomara asiento.–Ya estoy aquí doctor, por favor sea sincero conmigo, sobre el estado de salud de mi esposa – Pidió Mateo – Estoy con una angustia, que no es usted, ni nadie capaz de imaginar. Siento tristeza, nervios y preocupación, pues quisiera llevarme a mi esposa, lo más pronto posible.–Entiendo su angustia y su desesperación señor Petropoulos, pero la verdad, es que su esposa
Mateo, abandonó el hospital aquella noche, con el ánimo por los suelos. Se sentía devastado y como si su vida, fuera en caída libre al precipicio, como si ya nada tuviera sentido, hasta pensaba que sería mejor que fuera él, quién estuviera muriendo y no Leia, así su alma y su cuerpo ya no sentirían ningún dolor. Esperaba que, al menos, cuando hablara con su amigo Teseo, pudiera encontrar en él, a alguien que comprendiera, por todo lo que él estaba pasando.Subió a su auto y emprendió el camino a casa de su mejor amigo, en un absoluto silencio. Esa noche, no quiso ser acompañado por el radio, quería perderse en la noche y en su dolor, era como si la vida se estuviera ensañando con él. Al llegar a casa de su amigo, se bajó de su auto y tocó la puerta de la casa de Teseo, quién de inmediato le abrió y lo invitó a que pasara a su casa.–Hola Mateo, pasa por favor – Lo invitó Teseo – Te estaba esperando. Estábamos terminando de preparar la cena, Atenea y yo, por poco te encuentras a Matías