Sabella, se quedó preocupada después de hablar con Mateo. No sabía ni cómo abordar el tema con el pequeño Matías, pues el niño, estaba anhelando ver a su padre, como siempre pasaba, cuando sabía que él, lo iba a pasar a recoger y aquel día, no fue la excepción. Matías abrazó a su mamita bella, que ya estaba en la sala de su casa y la llenó de besos.–Hola mamita bella, ¿No ha llegado mi papito a buscarme? – Preguntaba el hermoso pequeño – Es que quiero, que me lleve con Atenea, para verla a ella y jugar con ella y con King y poder llevarme a Queen.El niño, tenía mucha ilusión, pues hoy vería a su papito después de tantos días sin verlo, solo por la cámara del teléfono fue que lo pudo ver y ya que había regresado de su viaje con su esposa, él lo esperaba con ansias, pues no quería que su papito se fuera olvidar que tenía que pasar por él.–Hola, mi amor hermoso –Sabella, tomó a Matías en sus brazos – No mi amor, tu papito no podrá venir hoy, tuvo un problema y su esposa se puso mal.M
Después de lo dicho por Evan, Sabella, se quedó de una pieza. No podía creer, que su mejor amigo de toda la vida, estuviera indagando sobre la vida de la que ahora era la esposa de su ex marido y se sentía confundida, con ella misma, sobre si lo que hacía Evan era correcto o no, pues se le vino a la mente la última plática que tuvo ella con Teseo, sobre los pensamientos y temores de Atenea, respecto a Leia y aunque Sabella, no era alguien que juzgara a las personas, ahora estaba comenzando a hacerlo, pues tanta gente, no podía estar equivocada, con respecto a la maldad de Leia.–Evan, por Dios – Sabella miró a su amigo, con sus ojos casi saliendo de sus orbitas – No sé ni que pensar, sobre lo que estás haciendo ¿Desde cuándo, estás investigando a Leia?Para ella, no era muy recomendado hacer ese tipo de cosas, pues muchas veces uno se iba enterando de cosas que mejor no le hubiera gustado conocer, pero viendo que había una razón para que lo hiciera estaba bien escuchar de que se trata
Sabella, se llevó las manos a la cabeza, no podía creer lo que le estaba diciendo Evan, pero, sin embargo, él era su mejor amigo en el mundo, pues llevaban prácticamente, toda la vida conociéndose y era la persona en quién ella, confiaría ciegamente, que siempre le ha hablado con la verdad y si él, estaba investigando a Leia, era por protegerla a ella, pero más que a ella, a Matías, pues él pequeño, quisiera o no, era el que tenía que tratar a Leia, por ser ahora la esposa de su padre.Eso definitivamente lo ponía en el camino de esa mujer, y si Evan, tenía modo de demostrar que Leia, estaba mintiendo con respecto a lo su enfermedad, ella estaba jugando con todos, hasta con su propia salud. Cosa que le parecía a Sabella, algo muy delicado, porque son eso no se jugaba, ni para hacer una broma.–Evan, pero ¿Por qué me dices, que Leia, siempre ha gozado de buena salud? – Preguntó Sabella – Entiendo, que no confíes en ella, más después de lo que me has dicho, pero no creo que ella esté ju
Mateo, se encontraba hecho pedazos. Extrañaba a su pequeño hijo y sabía, que cuando lo volviera a ver, el pequeño, le iba a recriminar, el no haber ido a verlo, pero en esta ocasión, Mateo, se encontraba indefenso, sin poder hacer nada que lo pudiera ayudar a ir a ver a su hijo, se encontraba entre la espada y la pared.No podía dejar a Leia, internada en el hospital, pues claramente el doctor Basil, le había pedido como su familiar más directo que era, que debía esperar en el hospital, hasta que le hicieran, todos los estudios que resultaran necesarios, para saber, lo que tenía su esposa y, sobre todo, lo que le había ocasionado ese terrible desmayo. Mateo, puso su cabeza entre sus manos, como sí así, pudiera liberar tensión, cuando escuchó una voz conocida.–Señor Mateo – Lo abordó el doctor Basil – Le he venido a pedir, que tenga paciencia y que, si necesita salir a hacer alguna actividad o algo, se sienta, con la libertad de hacerlo. Por ello, he salido a informarle, que tardarán
Basil, tomó la tarjeta de presentación de las manos del esposo de Leia, y la guardó en su bolsillo, él pensó que en algo le debía de servir para cualquier otra cosa, no estaba de más tener esa información guardada, sonrió para sus adentros, todo eso le estaba saliendo mejor de lo que se hubiera imaginado.–Despreocúpese señor, usted alcanzará a llegar aquí, antes que yo lo llame. Todo estará bien con Leia.A Basil, se le estaba dando todo como lo había predicho, ahora solo faltaba que tuviera su dinero en las manos, lo que pasara después con la que alguna vez fue su amante, era asunto suyo, ya que ella era la que tenía que mantener la farsa ante su marido y el resto del mundo.–Hasta luego, doctor.Mateo se fue completamente destrozado a su empresa, no tan convencido, por lo dicho por el doctor, pero nada podía hacer ya, más que confiar en que Leia se quedaba en las mejores manos y que los estudios fueran los suficientes para que le dieran un diagnóstico acertado y se pusieran manos a
Mateo, volvió al hospital más tarde, aún con la preocupación por Leia a flor de piel, estaba muy angustiado, pensando que, si el doctor no lo había llamado todavía, posiblemente, no estaban terminando aún de hacerle las últimas pruebas a su esposa y eso podría llevar más tiempo del esperado.Él, lo único que quería era, que le dieran buenas noticias, en cuanto a la salud de Leia se tratara, de lo contrario, él no podría con tanta presión encima. Entrando al hospital, llegó a recepción, para saber, si ya su esposa, podía recibir visitas, pues no la había visto desde que la había traído al hospital.–Buenas tardes, señorita – Mateo, saludó a la recepcionista – Soy el señor Mateo Petropoulos, quisiera saber, si puedo hablar con el Doctor Basil Thermopolis, con respecto a mi esposa Leia, quisiera verla y no sé, si usted podría decirme, si ella ya puede recibir visitas.Ni siquiera sabía si a su esposa ya la habían mandado a una habitación, se había quedado con que le estarían haciendo tod
La señorita recepcionista, veía que el señor estaba atendiendo una llamada y parecía muy importante, ya que la había tomado cuando justo llegó al hospital a pedirle el informe sobre su esposa, ella lo veía muy contrariado por lo que estaba hablando por teléfono, y creía que estaba hablando con el hijo de la pareja, ya que se había referido como hijo, a la otra persona que estaba del otro lado de la línea.Mateo, volvió a la llamada con su hijo, esperando que ya Sabella estuviera cerca de Matías, para que calmara el estado tan difícil, en que se encontraba el pequeño, pues de lo contrario, iban a terminar mal las cosas, pues él, tenía muchas cosas en la cabeza y en ese momento, estaba demasiado preocupado por la salud de su esposa Leia, no se podía dar el lujo de salir corriendo para tranquilizar a su hijo.–Hijo, me tengo que ir, pero ya quedamos – Dijo Mateo – Mañana a más tardar, pasaré a verte.Suplicaba para que su pequeño entendiera que no le iba a ser posible ir a verlo, aunque
Mateo, después de lo que le dijo el doctor, respecto a Leia, se sentía demasiado mal y abatido, no pensó, ni por un momento que su esposa, estuviera tan enferma de gravedad y eso lo puso más que descolocado, pues a pesar de no amarla, él no deseaba esto para su esposa y hasta sentía, que todo era una injusticia de la vida, ahora que ella, se había portado tan bien con él y que hasta había aceptado a Matías como parte de su familia, tenía que pasar, este desafortunado asunto.Basil, miró a Mateo, y no deba pie a lo que veían sus cínicos ojos, trató de contener su sonrisa inmensa, del gran gusto que sentía en su interior, gracias a toda esta farsa de Leia, él iba a salir beneficiado, se iba a dar unas costosas vacaciones y siguiendo el rol de su papel del buen médico, se dirigió nuevamente a Mateo, como si de verdad eso le afectara.–Señor Petropoulos, lamento en serio, la situación en la que se encuentra su esposa y mañana mismo, vendrá el cardiólogo especializado, en estos casos, que