–Por supuesto que sí, mi amor – Leia rodeó con sus brazos el cuello de Mateo – Por eso, quiero hacerle mejoras a la casa. Lo de la recámara de tu pequeño hijo, la pensaba decorar yo misma, pero ya que traeré al decorador, de mi cuenta corre, que Matías amará su nueva recámara, no se va a querer ir a su casa cuando termine el arreglo para él. A Leia, se le retorcía el estómago del puro coraje, si seguía así terminaría hospitalizada de toda la rabia que se tenía que tragar, ese chiquillo la llevaría a la tumba, por más que ella quisiera olvidarse por unas horas de ese horrendo ser, su padre lo mencionaba casi todo el día, por alguna razón ella tenía que escuchar el nombre de ese niño. Pero ella ya no podía hacer otra cosa que sonreír y estar de acuerdo en todo lo que dijera Mateo, sobre su odioso hijo, si lo pudiera dejar encerrado toda la vida en su habitación, estaría feliz y contenta, pero eso estaba penado por la ley, y ella no quería por ningún motivo pisar la cárcel, no podía man
Mateo, estaba impactado, por lo que acababa de acontecer en su casa y por unos momentos, no supo que hacer, más que permanecer, con Leia desvanecida en sus brazos, hasta ver, que ella en lugar de reaccionar, se desvanecía más. Entonces tuvo miedo, que su esposa se fuera a caer de sus brazos y salió con ella de la regadera, la envolvió rápidamente con una toalla y la llevó a acostar a la cama de su recámara.Al dejar a Leia a salvo, él volvió de prisa a cerrar las llaves de la regadera, que había dejado abiertas, después, se secó rápidamente y colocó algo de ropa, y volvió al lado de Leia, buscando la forma, de reanimar a su esposa, pero ella no se movía siquiera, tenía que llamar a su doctor, pero primero trataría de que reaccionara.Ella permanecía inmóvil y trataba de respirar lo más lento que pudiera, que no se viera como si estuviera dormida y nada más, esto le tenía que salir a la perfección, como todo lo que hacía, lástima que la estúpida operación, hubiera salido tan mal, porqu
Mateo, llamó al doctor de inmediato, pues Leia, estaba demasiado mal y él sentía que cada minuto que pasaba, aumentaba el riesgo, que Leia sufriera un daño irreparable, pues su esposa yacía con los ojos cerrados en la cama de ambos y Mateo, ignoraba, si se había quedado dormida o si nuevamente, se había desmayado, esto último, lo hizo sudar frío y ponerse de los nervios.Estaba sumamente asustado, cuando recibió la llamada de Sabella. Afortunadamente, el doctor ya estaba, de camino a su casa, esperaba que no se demorara, esto ya no le estaba gustando para nada, no sabía si le estaba pasando algo grave a su esposa.–Hola Mateo, ¿Cómo estás? – Lo saludó amablemente – Lamento, incomodarte. Lo que sucede, es que me está diciendo Matías, que tú le habías dicho que hoy, lo ibas a llevar a casa de Teseo, para que se viera con Atenea. Ellos ayer, estuvieron aquí en la casa y se la pasaron muy bien.A él se le había olvidado por completo que le había prometido a su pequeño que hoy pasaría por
Sabella, se quedó preocupada después de hablar con Mateo. No sabía ni cómo abordar el tema con el pequeño Matías, pues el niño, estaba anhelando ver a su padre, como siempre pasaba, cuando sabía que él, lo iba a pasar a recoger y aquel día, no fue la excepción. Matías abrazó a su mamita bella, que ya estaba en la sala de su casa y la llenó de besos.–Hola mamita bella, ¿No ha llegado mi papito a buscarme? – Preguntaba el hermoso pequeño – Es que quiero, que me lleve con Atenea, para verla a ella y jugar con ella y con King y poder llevarme a Queen.El niño, tenía mucha ilusión, pues hoy vería a su papito después de tantos días sin verlo, solo por la cámara del teléfono fue que lo pudo ver y ya que había regresado de su viaje con su esposa, él lo esperaba con ansias, pues no quería que su papito se fuera olvidar que tenía que pasar por él.–Hola, mi amor hermoso –Sabella, tomó a Matías en sus brazos – No mi amor, tu papito no podrá venir hoy, tuvo un problema y su esposa se puso mal.M
Después de lo dicho por Evan, Sabella, se quedó de una pieza. No podía creer, que su mejor amigo de toda la vida, estuviera indagando sobre la vida de la que ahora era la esposa de su ex marido y se sentía confundida, con ella misma, sobre si lo que hacía Evan era correcto o no, pues se le vino a la mente la última plática que tuvo ella con Teseo, sobre los pensamientos y temores de Atenea, respecto a Leia y aunque Sabella, no era alguien que juzgara a las personas, ahora estaba comenzando a hacerlo, pues tanta gente, no podía estar equivocada, con respecto a la maldad de Leia.–Evan, por Dios – Sabella miró a su amigo, con sus ojos casi saliendo de sus orbitas – No sé ni que pensar, sobre lo que estás haciendo ¿Desde cuándo, estás investigando a Leia?Para ella, no era muy recomendado hacer ese tipo de cosas, pues muchas veces uno se iba enterando de cosas que mejor no le hubiera gustado conocer, pero viendo que había una razón para que lo hiciera estaba bien escuchar de que se trata
Sabella, se llevó las manos a la cabeza, no podía creer lo que le estaba diciendo Evan, pero, sin embargo, él era su mejor amigo en el mundo, pues llevaban prácticamente, toda la vida conociéndose y era la persona en quién ella, confiaría ciegamente, que siempre le ha hablado con la verdad y si él, estaba investigando a Leia, era por protegerla a ella, pero más que a ella, a Matías, pues él pequeño, quisiera o no, era el que tenía que tratar a Leia, por ser ahora la esposa de su padre.Eso definitivamente lo ponía en el camino de esa mujer, y si Evan, tenía modo de demostrar que Leia, estaba mintiendo con respecto a lo su enfermedad, ella estaba jugando con todos, hasta con su propia salud. Cosa que le parecía a Sabella, algo muy delicado, porque son eso no se jugaba, ni para hacer una broma.–Evan, pero ¿Por qué me dices, que Leia, siempre ha gozado de buena salud? – Preguntó Sabella – Entiendo, que no confíes en ella, más después de lo que me has dicho, pero no creo que ella esté ju
Mateo, se encontraba hecho pedazos. Extrañaba a su pequeño hijo y sabía, que cuando lo volviera a ver, el pequeño, le iba a recriminar, el no haber ido a verlo, pero en esta ocasión, Mateo, se encontraba indefenso, sin poder hacer nada que lo pudiera ayudar a ir a ver a su hijo, se encontraba entre la espada y la pared.No podía dejar a Leia, internada en el hospital, pues claramente el doctor Basil, le había pedido como su familiar más directo que era, que debía esperar en el hospital, hasta que le hicieran, todos los estudios que resultaran necesarios, para saber, lo que tenía su esposa y, sobre todo, lo que le había ocasionado ese terrible desmayo. Mateo, puso su cabeza entre sus manos, como sí así, pudiera liberar tensión, cuando escuchó una voz conocida.–Señor Mateo – Lo abordó el doctor Basil – Le he venido a pedir, que tenga paciencia y que, si necesita salir a hacer alguna actividad o algo, se sienta, con la libertad de hacerlo. Por ello, he salido a informarle, que tardarán
Basil, tomó la tarjeta de presentación de las manos del esposo de Leia, y la guardó en su bolsillo, él pensó que en algo le debía de servir para cualquier otra cosa, no estaba de más tener esa información guardada, sonrió para sus adentros, todo eso le estaba saliendo mejor de lo que se hubiera imaginado.–Despreocúpese señor, usted alcanzará a llegar aquí, antes que yo lo llame. Todo estará bien con Leia.A Basil, se le estaba dando todo como lo había predicho, ahora solo faltaba que tuviera su dinero en las manos, lo que pasara después con la que alguna vez fue su amante, era asunto suyo, ya que ella era la que tenía que mantener la farsa ante su marido y el resto del mundo.–Hasta luego, doctor.Mateo se fue completamente destrozado a su empresa, no tan convencido, por lo dicho por el doctor, pero nada podía hacer ya, más que confiar en que Leia se quedaba en las mejores manos y que los estudios fueran los suficientes para que le dieran un diagnóstico acertado y se pusieran manos a