Mateo y Matías, llegaron al lugar en el que se realizaría su boda con Leia, el día había llegado y no se podía postergar más, había llegado ese momento en el que se casaría con su prometida de hace tanto tiempo. Matías se emocionó apenas bajaron del auto él y Matías, porque ahí estaba Teseo con su hija Atenea, quién le sonreía a Matías y después los dos pequeños, se abrazaron para saludarse.–Hola Atenea, estás muy bonita – Le dijo el pequeño Matías a su amiga – Que bueno, que has venido. Hola Teseo.El niño, saludó a Teseo, estirando su pequeño brazo para saludarlo con un apretón de mano, con toda la educación que le había enseñado Sabella, había formado a todo un mini caballero.–Hola Matías, ¿Cómo estás, pequeño? – Lo saludaba Teseo – Se van a divertir mucho hoy, gracias por invitarnos Mateo, aún cuando esta fiesta, no es para niños.Leia, había manifestado abiertamente que en su boda no se iba a permitir la asistencia a niños, pero como Matías iba a ser el paje, no podía negarse y
Luego de la boda, todos se fueron a la recepción, al hermoso salón que estaba destinado para ello, ahí los esperaba un esquisto menú, tan sofisticado y elegante, todo como Leia, lo había ordenado, pues a su parecer, todo tenía que salir a la perfección. Pues de esa boda, se tendría que hablar por años.Matías se fue con los abuelos de Mateo, acompañados de Teseo y de Atenea, mientras que Mateo se fue en el auto destinado, para él y su esposa Leia, los recién casados, que debían ir solos, cómo era la tradición.En el camino, Mateo, destapó una botella de champaña, que estaba ahí dispuesta en la limusina, para tener un brindis privado con Leia, antes de llegar al salón y hacerlo allá, con todos los invitados.–Leia, brindemos por nosotros – Mateo le dio una copa a su esposa – Porque, nuestro matrimonio, esté lleno de felicidad y de nuevas cosas que aprender el uno del otro.A Mateo, le pareció que ellos tuvieran unos minutos para ellos solos, como si fuera un sello de su intimidad y su
Mateo, tomó del brazo a Leia y se abrieron paso entre, toda la multitud que los aclamaba a su reciente ingreso al salón. Parecían modelos, salidos de una revista, modelando los atuendos exclusivos que lucían cada uno.Todos estaban felices, en especial, la familia y amistades de Leia, aunque algunas casi la mayoría, estaban ahí por morbo y por hipocresía, pues a varias les hubiera gustado estar en el lugar de Leia, para ser ellas, las que desposaran a Mateo, por todo lo bueno que eso representaba, tanto socialmente cómo económicamente.Había valido la pena esperar por tanto tiempo, pensó Leia, no todo el mundo hubiera soportado aguantar tanto, solo a ella la había movido la ambición del poder, que solo el nombre Petropoulos significaba, eran muy respetados en cualquier sitio que se presentaban, eran tratados como si fueran de la realeza y ella siempre se había sentido una princesa y por eso, le hacía honor a su nombre.Llegaron a los lugares destinados, para ellos y Mateo, ayudó a Lei
–Sí señor Mateo, yo quiero mucho a Matías – Atenea, quién traía la boca pintada, por el dulce también, besó a Matías – Vamos a jugar, Matías, mi papá, nos está haciendo juguetes con una servilleta.A Atenea, le encantaba que su padre le hiciera muchas figuras con servilletas, siempre se mantenía muy quieta cuando veía a su padre haciendo origami, pues a ella le había enseñado a hacer muchas figuras, que la entretenían por mucho tiempo jugando y divirtiéndose con esa actividad.–Sí hijo, vayan a jugar – Lo animó Mateo.Cuando los niños se retiraron de la mesa de los novios, Leia, se sintió liberada, pero nada le quitaba el coraje, que el maldito mocoso, quisiera a fuerzas y a como diera lugar, ser el centro de atención, no había cosa que hiciera que no le aplaudieran, como si fuera la gran cosa, como si fuera el bufón de la fiesta. La boda soñada por ella, distaba mucho de serlo, pues se estaba viendo terriblemente opacada, no sólo por el mocoso de Mateo, ahora también por la chiquill
Toda la gente estaba enloquecida y encantada con los niños, que, al terminar la canción, varios invitados, se acercaron a conocer a esa hermosa parejita de niños. Leia, no podía sentirse peor, era su boda y estos chiquillos, parecían estarse empeñando en opacarla a como diera lugar. Ella estaba a nada de estallar y cuando volvieron a la mesa, bebió de un sorbo su copa de vino. Tenía que calmarse y no podía darse el lujo de hacer una tontería, menos delante de todo el mundo.–Tú hijo es un pequeño caballero, Mateo – Le dijo Leia – Amé, poder bailar con él y eso, me da esperanza, de poder un día, tener un poco de su cariño.Los dos chiquillos habían echado todo a perder, se habían robado toda la atención de los invitados y de la prensa, cosa que tenía que ser de ella, no soportaba la intromisión de los dos mocosos.–Te lo dije amor, es una cuestión de tiempo – Mateo, estaba encantado con lo que pasó – Yo no me esperaba, ese gesto de mi hijo.A Leia, no le podía caber en la cabeza, como
–Les decía a los niños que, después que vayan ustedes a la casa, yo les pondré un inflable – Dijo Teseo – Para que jueguen y se diviertan y claro, para que también vaya Queen.–Claro que sí, amigo. Eso tenlo por seguro – Respondió Mateo – Nos estaremos viendo seguido, con la amistad, que se está dando ahora, entre nuestros hijos.Aria, estaba triste, ella sabía que esta boda nunca debió ser, pero ya no podía hacer nada, así que lo pasaba de la mejor manera, jugando con su bisnieto y con la pequeña Atenea. Mateo, después de un rato, se retiró a su mesa, pues había llegado la hora de partir el pastel y así lo hicieron, ante el aplauso y la alegría de todos los presentes.Matías, como siempre, pasó al pastel con Atenea, adueñándose por completo, nuevamente del momento y los fotógrafos, sacaron fotos de ellos, con los novios, lo que nuevamente irritó a Leia, ya ella no podía sentirse más desplazada, el niño había hecho de las suyas, una tras otra.–Señora, tiene que morderle al pastel – L
Mateo y Leia, se retiraron del lugar dónde había sido su recepción, a bordo de la misma limusina, que los había llevado ahí, al salir de la iglesia. Leía se sentía poderosa y feliz, mientras iba tomada de la mano de Mateo durante todo el camino, al hermoso hotel, en el que pasarían la noche de bodas. Esa noche era crucial, para Leía quién necesitaba, cerrar con broche de oro y con su entrega a Mateo, que esa noche se iba a llevar a cabo, sin lugar a dudas, pues ya era un hecho que, se consumaría ese matrimonio, en unos momentos. El chofer descendió de la limusina y los ayudó a bajar en la entrada del hotel, dónde Mateo, tomó de la mano a Leia y entraron al lugar.–Vamos, amor – Le dijo Mateo – Espero que, sea de tu agrado este lugar en el que nos vamos a hospedar hoy, en nuestra noche de bodas.Para Mateo, haber preparado todo para que Leia, se sintiera de lo mejor, se trataba de un hotel de los que te atendían de una manera muy especial, otro de sus amigos que había mantenido el nego
Leia estaba que echaba chispas, por todos lados, su día soñado pasó de ser un sueño el que tenía en mente para cuando se casara con Mateo a ser una horrible pesadilla, ella estaba desesperada, porque se fueran ella y Mateo a lo que iban, a consumar el acto de “amor” de su noche de bodas y a triunfar sobre Sabella, de una vez por todas.Al poseerla Mateo, ella estaba segura, que no quedaría ni rastro de lo que alguna vez, él sintió por la infeliz de Sabella, pues estaría devotamente a su lado, por el simple hecho que ella, lo espero virgen hasta ese día, y que hubiera sacrificado muchos años de su vida esperando para ese momento.–Leia, amor – Le dijo Mateo – Me da mucha pena contigo, has tenido que pasar por mucho en este día y debes de estar cansada.Ella no podía postergar ese momento, por el que había padecido una terrible operación y una recuperación muy presurosa, como para que ahora él se echara para atrás, esto se tenía que consumar lo más pronto posible.–Para nada, amor – Res