–Sí señor Mateo, yo quiero mucho a Matías – Atenea, quién traía la boca pintada, por el dulce también, besó a Matías – Vamos a jugar, Matías, mi papá, nos está haciendo juguetes con una servilleta.A Atenea, le encantaba que su padre le hiciera muchas figuras con servilletas, siempre se mantenía muy quieta cuando veía a su padre haciendo origami, pues a ella le había enseñado a hacer muchas figuras, que la entretenían por mucho tiempo jugando y divirtiéndose con esa actividad.–Sí hijo, vayan a jugar – Lo animó Mateo.Cuando los niños se retiraron de la mesa de los novios, Leia, se sintió liberada, pero nada le quitaba el coraje, que el maldito mocoso, quisiera a fuerzas y a como diera lugar, ser el centro de atención, no había cosa que hiciera que no le aplaudieran, como si fuera la gran cosa, como si fuera el bufón de la fiesta. La boda soñada por ella, distaba mucho de serlo, pues se estaba viendo terriblemente opacada, no sólo por el mocoso de Mateo, ahora también por la chiquill
Toda la gente estaba enloquecida y encantada con los niños, que, al terminar la canción, varios invitados, se acercaron a conocer a esa hermosa parejita de niños. Leia, no podía sentirse peor, era su boda y estos chiquillos, parecían estarse empeñando en opacarla a como diera lugar. Ella estaba a nada de estallar y cuando volvieron a la mesa, bebió de un sorbo su copa de vino. Tenía que calmarse y no podía darse el lujo de hacer una tontería, menos delante de todo el mundo.–Tú hijo es un pequeño caballero, Mateo – Le dijo Leia – Amé, poder bailar con él y eso, me da esperanza, de poder un día, tener un poco de su cariño.Los dos chiquillos habían echado todo a perder, se habían robado toda la atención de los invitados y de la prensa, cosa que tenía que ser de ella, no soportaba la intromisión de los dos mocosos.–Te lo dije amor, es una cuestión de tiempo – Mateo, estaba encantado con lo que pasó – Yo no me esperaba, ese gesto de mi hijo.A Leia, no le podía caber en la cabeza, como
–Les decía a los niños que, después que vayan ustedes a la casa, yo les pondré un inflable – Dijo Teseo – Para que jueguen y se diviertan y claro, para que también vaya Queen.–Claro que sí, amigo. Eso tenlo por seguro – Respondió Mateo – Nos estaremos viendo seguido, con la amistad, que se está dando ahora, entre nuestros hijos.Aria, estaba triste, ella sabía que esta boda nunca debió ser, pero ya no podía hacer nada, así que lo pasaba de la mejor manera, jugando con su bisnieto y con la pequeña Atenea. Mateo, después de un rato, se retiró a su mesa, pues había llegado la hora de partir el pastel y así lo hicieron, ante el aplauso y la alegría de todos los presentes.Matías, como siempre, pasó al pastel con Atenea, adueñándose por completo, nuevamente del momento y los fotógrafos, sacaron fotos de ellos, con los novios, lo que nuevamente irritó a Leia, ya ella no podía sentirse más desplazada, el niño había hecho de las suyas, una tras otra.–Señora, tiene que morderle al pastel – L
Mateo y Leia, se retiraron del lugar dónde había sido su recepción, a bordo de la misma limusina, que los había llevado ahí, al salir de la iglesia. Leía se sentía poderosa y feliz, mientras iba tomada de la mano de Mateo durante todo el camino, al hermoso hotel, en el que pasarían la noche de bodas. Esa noche era crucial, para Leía quién necesitaba, cerrar con broche de oro y con su entrega a Mateo, que esa noche se iba a llevar a cabo, sin lugar a dudas, pues ya era un hecho que, se consumaría ese matrimonio, en unos momentos. El chofer descendió de la limusina y los ayudó a bajar en la entrada del hotel, dónde Mateo, tomó de la mano a Leia y entraron al lugar.–Vamos, amor – Le dijo Mateo – Espero que, sea de tu agrado este lugar en el que nos vamos a hospedar hoy, en nuestra noche de bodas.Para Mateo, haber preparado todo para que Leia, se sintiera de lo mejor, se trataba de un hotel de los que te atendían de una manera muy especial, otro de sus amigos que había mantenido el nego
Leia estaba que echaba chispas, por todos lados, su día soñado pasó de ser un sueño el que tenía en mente para cuando se casara con Mateo a ser una horrible pesadilla, ella estaba desesperada, porque se fueran ella y Mateo a lo que iban, a consumar el acto de “amor” de su noche de bodas y a triunfar sobre Sabella, de una vez por todas.Al poseerla Mateo, ella estaba segura, que no quedaría ni rastro de lo que alguna vez, él sintió por la infeliz de Sabella, pues estaría devotamente a su lado, por el simple hecho que ella, lo espero virgen hasta ese día, y que hubiera sacrificado muchos años de su vida esperando para ese momento.–Leia, amor – Le dijo Mateo – Me da mucha pena contigo, has tenido que pasar por mucho en este día y debes de estar cansada.Ella no podía postergar ese momento, por el que había padecido una terrible operación y una recuperación muy presurosa, como para que ahora él se echara para atrás, esto se tenía que consumar lo más pronto posible.–Para nada, amor – Res
–Sí quiero – Dijo Leia, tímidamente – Pero, tengo mucho miedo, llévame con todo tu amor a vivir este momento y hazlo, algo especial y maravilloso, para los dos. Te amo con todas las fuerzas de mi alma, Mateo. Se estaba jugando su mejor papel, cosa que nunca hizo cuando se había entregado al primer hombre, al que le había entregado su virginidad, pero eso Mateo, no lo sabría nunca, porque ella había vuelto a estar intacta, y ningún hombre a los que había conocido antes, podría decir nada, comenzando por que ella se había entregado siendo una menor de edad a su primer amante, mucho mayor que ella. –Yo también estoy nervioso Leia, será tu primera vez y sé que esperas algo, muy especial y yo, lo quiero hacer, para ambos. Además de tu primera vez, es nuestra primera vez, juntos y como esposos – Suspiró Mateo – Déjame verte, desearte y admirarte. Mateo besó apasionadamente a Leia y después de ese beso, se separó un poco de ella, entonces admiró de pies a cabeza a su esposa y la miraba con
El momento más importante, había llegado y ella miró a Mateo, con los ojos velados de un deseo que de pronto había nacido en ella, pues lo sintió natural, cuando él tocó, su centro ya preparado para lo que se venía, pero lo tuvo que reprimir, ella no le iba a dar un poder a su esposo, porque sabía que con eso se podía manipular a la gente y ella no sería la víctima en este caso.–Sí, Mateo – Respondió Leia en medio de jadeos fingidos – Hazlo ahora, por favor.Mateo con mucho cuidado, fue haciendo suya a Leia poco a poco, lo cual, para él fue demasiado difícil. Leia estaba demasiado estrecha y él por no querer lastimarla, fue haciendo demasiado lento el momento, sin saber que eso, en lugar de ayudar a Leia, la estaba perjudicando en su totalidad, pues el daño se estaba haciendo en querer ir con tacto.Leia sentía, como se iba desgarrando poco a poco, siendo una sensación sumamente desagradable e insoportable. Ni siquiera en su primera vez, sintió algo tan espantoso, tan doloroso y tan
Leia, pensó que si se quedaban en su casa, la gente empezaría a especular sobre el buen funcionamiento de su relación, pues unos recién casados, debían irse de luna de miel, y mejor fuera de la casa que dentro de ella, así que viajarían a un lugar donde no los pudieran reconocer.Leia dijo eso último, también, porque después de lo horrible que había sido, la entrega de ella a Mateo, no permitiría que la pasaran encerrados en la casa de él, todo el fin de semana, para que volviera a suceder lo que acababa de pasar.Le dolía horrores y hasta tenía miedo, de ir a hacer sus necesidades, pensando que podría sentir dolor. En ese momento, se llenó de odio en contra de la doctora que la había operado y que le había dicho que, podría tener una intimidad normal, que sería algo como su primera vez, pero no fue así. Esto era por mucho, lo más desagradable que ella, había vivido en la cama con alguien y era ya, decir bastante.–Podemos ir en uno de nuestros barcos a algún sitio – Le sugería Mateo