Capítulo 1. Firma
–Presidente, hemos encontrado a su esposa.
El fastidio se notaba en el rostro del presidente de los navíos Petropoulos, no podía esperar el día para estar divorciado y libre de su esposa, tenía planes para casarse con su novia de toda la vida, esta le daría el heredero que tanto deseaba.
– ¿Ya firmó los papeles del divorcio?
Era lo único que le importaba, seis largos años esperando por ello, sí, su esposa se habia esfumado de la faz de la tierra y ahora aparecía, no le había causado ningún remordimiento, con que firmara los papeles del divorcio se daba por bien servido.
–Sí, señor presidente, pero ahora hay una nueva situación, tiene que ver esto.
Tomó el sobre con impaciencia, puso en contenido en el escritorio y sus ojos se abrieron con enojo, esparció las fotografías en la superficie, sin poder creerlo. Sabella sonreía sosteniendo a un niño rubio en brazos. Esto merecía una explicación, seis años y no sabía de la existencia del niño, esto estaba mal y todos los encargados de su búsqueda estaban despedidos en este momento, como pudieron ocultar algo tan impactante.
– ¡Aldo, necesito una explicación y la necesito para ahora!
Mateo dejaba salir chispas de coraje de sus ojos, esto no se lo esperaba. No sabía cómo tomar esta noticia. Esto era una traición.
–Presidente, yo tampoco estaba enterado, apenas pudimos localizarla, llegó hace tres días a Santorini.
Las palabras de Aldo fueron como un balde de agua fría para Mateo, ella le habia ocultado todo este tiempo la existencia de un niño, habia vuelto en el tiempo acordado que se llevaría a cabo el divorcio, se imaginaba que ella todo lo había planeado, eso era un golpe muy bajo de su parte, se había escondido durante casi seis años y ahora aparecía con un niño en brazos.
–Dame la dirección, ella me debe una explicación.
–Sabía que me la pediría presidente, ya está el avión esperándolo.
Aldo actuaba a la velocidad de un rayo, por eso ganaba su peso en oro. En menos de media hora estaría al frente de esa mentirosa, la confrontaría y tenía que decirle la verdad. Al llegar al aeropuerto en Santorini fue dirigido en una limusina que lo esperaba con las puertas abiertas, Aldo subió por el lado contrario y partieron rumbo la casa de los Domit. Su rabia iba en crecimiento, no se lo perdonaría nunca. Sabella llevaba todas las de perder.
Llegando a la casa Domit, en Fira, lo recibieron con todo el respeto que él se merecía, Mateo juraba que ya lo estaban esperando, por eso no se sorprendió cuando Sabella entró al despacho donde lo habían instalado y traído junto con su mano derecha, Aldo Constantino. Sabella al verlos, los saludó.
–Bienvenidos señores, espero hayan tenido un excelente viaje.
Sus palabras no lo podían enojar más de lo que ya estaba, lo había pensado y ahora lo constataba ella lo estaba esperando y se burlaba de él al tratarlo como si nada estuviera pasando. Sabella no sabía el demonio que habia despertado o tal vez si lo sabía, pero aun así no le tenía miedo.
–Muchas gracias señora Petropoulos, un viaje excelente.
Habló Aldo por los dos, mientras que ellos su mataban con los ojos, Sabella y Mateo, tenían mucho en común, no se dejaban amedrentar por nadie y ella no le iba a demostrar nunca que le había hecho daño, que sus últimas palabras la habían marcado de por vida y que nunca le iba a rogar a nadie y mucho menos a él, su esposo, el señor Mateo Petropoulos, CEO de las industrias navieras más exitosas de todos los tiempos.
Después de ese duelo de miradas, Sabella no podía ocultar la alegría que tenia de verlo, sí, pero bajo sus términos, ahora ella era la que tendría la última palabra. Ya había firmado el divorcio, obtendría la herencia de sus padres y su hijo pasaba a ser el heredero más joven de las navieras Domit, al ser el único nieto por parte de ella. Ni siquiera sus padres conocían a su único nieto, ellos también se habían puesto de parte de Mateo. La casaron y la entregaron a su esposo.
Fue caminando hacia el frigo bar que se encontraba en una esquina de la oficina, sacó una botella de champán, la descorchó y sirvió dos copas del espumoso líquido, había mucho por que celebrar. Llevó las copas al escritorio y una la puso al frente de Mateo, este al ver la copa, le dieron ganas de tomarla y arrojarla contra la pared, aquí ella ya estaba celebrando su triunfo. Pero le esperaba una gran sorpresa.
–Ya estoy lista, podemos seguir con el proceso del divorcio, Aldo. – Le habia dicho al asistente, pero no lo miraba a él, sus ojos seguían clavados en Mateo. – Espero que hayas venido para eso.
Mateo sacó las fotografías del bolsillo de su camisa blanca y se las enseñó, antes de tirárselas casi en la cara, si ella no tuviera la copa de champan en la mano, la hubiera tirado en el escritorio. Sabella sonrió ante su rabieta.
–Deseo una explicación Sabella, y la necesito ahora. – Mateo se exaltó.
Las fotografías habían caído al piso, otras se quedaron en el escritorio y las que pudo tomar Sabella en su mano, la mostraban a ella con su hijo en brazos, él no se merecía ninguna explicación. Se lo tenía merecido por abandonarla cuando ella fue por última vez a su oficina en Atenas. Sabella lo tenía grabado en su memoria. Era algo que lo tendría grabado a fuego en su piel.
– ¿Y qué quieres qué te diga? – Ella subió la mirada con tranquilidad.
–Quiero la verdad. – Mateo le sostuvo la mirada.
–Muy bien, ¿y qué más? – Sabella no se inmutó.
Mateo se desesperó al ver la paciencia de Sabella, ella no se habia inmutado en cuanto tuvo las fotografías en las manos, jamás la habia conocido en su totalidad, pero juraba que era una chica muy explosiva y cuando la tuvo en sus brazos aquella única vez, se dejó querer y se mostró tan receptiva y creativa en sus manos, ahora se mostraba con muy poco interés y hasta se podía decir que se alegraba de verlo humillado.
–Quiero verlo. – Dijo con exigencia.
–No es necesario, Matías es un niño feliz y no lo quiero confundir. – Sabella dijo con tranquilidad.
–No se va a confundir, soy su padre. – Aseguró Mateo.
Sabella no tenía que negarlo, aunque su hijo era rubio como ella, su rostro y los ojos verdes eran los de Mateo, su padre, ella no esperaba que se enterara de esta forma, pero Matías ya lo conocía, ella no había quitado las fotos de su boda y él perfectamente sabía quién era su padre. Ahora solo esperaba que este lo aceptara al verlo por primera vez en persona.
Capítulo 2. DivorcioSabella al ver la decisión en los ojos de Mateo, se acordó de esos mismos ojos pero en la cara de su pequeño Matías, cuando no estaba de acuerdo con ella y no lo hacías cambiar de opinión, hizo a un lado ese pensamiento y recordó las palabras de su abogado, si ella quería recibir la herencia de sus padres en vida, tenía que aceptar que su aun esposo pusiera condiciones para que siguiera el proceso del divorcio. Eso ya lo habían contemplado.–Espero que estés de acuerdo en que se lleve a cabo la terminación del vínculo a la brevedad. – Le dijo Sabella.Mateo la miró como si ella estuviera loca, por nada del mundo dejaría que eso pasara antes de que llegaran a un acuerdo con respecto a lo de su hijo. Deseaba conocerlo y convivir con él–No lo creo, Sabella, ahora lo que tenemos que hacer, es llegar a un acuerdo con lo que respecta a Matías. – Dijo Mateo. – Eso ahora lo cambia todo.Y Aldo estuvo de acuerdo con lo dicho por el señor presidente, ya esto cambiaba por c
Capítulo 3. MatíasMatías había regresado de la escuela y se fue directo al estudio de su madre, él era un niño muy inteligente y en cuanto vio a su madre la notó triste. Sabía que algo malo le habia pasado y si descubría quien le habia hecho daño, él mismo se encargaría de aniquilarlo.–Hola mami, ¿Lloraste mucho, quien te hizo llorar?Ella sintió que se le agrandaba el corazón y sonrió, tenía un guardián que estaba dispuesto a luchar por ella.–No cariño, ven acá y dale un beso a mamá.Sabella estaba pensando de qué forma le iba a decir a su hijo que su padre lo quería ver, que habia regresado después de su viaje de negocios. A pesar de que Matías habia visto las fotografías que salían en las revistas donde aparecía Mateo, nunca le preguntó directamente cuando regresaría, espera que esta noticia no lo mortificara.–Claro que sí, mamá.Se subió con ayuda de Sabella a sus piernas y le comenzó a dar muchos besos, luego ella le comenzó a hacer cosquillas en su vientre y Matías comenzó
Capítulo 4. CulpabilidadCuando sale Mateo de la casa Domit, va un poco inconforme, él deseaba conocer a su hijo en ese mismo día de ser posible, pero no podía exigir, después de 4 años de ausencia aunque no había sido culpa suya.–Vayamos directo a casa, Aldo, no creo tener cabeza hoy para continuar.–Pero tenemos que terminar las negociaciones pendientes, –No quiero que el abuelo se entere de la existencia de Matías, podría cancelar el divorcio al instante y lo que yo quiero es negociar con Sabella antes de que nos divorciemos no cancelarlo. Leia no creo que pueda esperar un día más.Aldo había pensado eso con anterioridad, pero también estaba en juego su pellejo, el abuelo Petropoulos era en realidad su jefe directo y ocultarle algo tan delicado era estar en constante peligro.–Muy bien señor presidente, lo dejaremos así por el momento.–Muchas gracias, Aldo, yo veré que día le estaré informando.No había de otra, pensó el asistente, si el señor, necesitaba estar libre para
Capítulo 5. Negociaciones Mateo había esperado durante dos días seguidos la llamada de Sabella, esta no se dignaba a hacerle saber qué día sería el encuentro con su hijo, así que tomó la firme decisión, un jueves por la tarde ir a buscarla. Iba enfadado y dispuesto a hablarle de frente, esto ya no lo toleraría le estaba dando largas al encuentro. Llegó a su casa sin haber llamado, pero se detuvo antes de bajar del auto que rentó en el aeropuerto, al llegar a Fira. Ella y el ama de llaves salían de la casa y llevaban a su hijo, que iba montado en un auto deportivo eléctrico. Las dos iban hablando mientras que Matías manejaba a unos metros de ellas. Él los había seguido hasta donde iban y los miraba a escondidas. Como si fuera un delincuente se había mantenido en el auto mirándolos mientras su hijo sacaba una pelota y jugaba con las dos mujeres. Tal como le había dicho Sabella, Matías era un niño feliz, reía y correteaba la pelota, Mateo sintió un latigazo de enojo, a él le hubiera gu
Capítulo 6. La llamadaAl terminar la hora de recreación de Matías, las dos mujeres se encaminaron con él hacía la casa, el teléfono que tenía en el compartimento de auto sonó y vio que se trataba de su novia, de Leia Makris, no tenía ahora tiempo para explicarle la nueva situación, más tarde tal vez tuviera tiempo de contestar todas sus preguntas. Mientras manejó lentamente hasta llegar a la calle de la casa Domit.Mateo se quedó en el auto para no levantar sospechas, ya no podía bajarse, así que permaneció dentro del auto hasta que los perdió de vista, cuando entraron a la casa, ese día habia sido bastante productivo para él, había conocido una parte de los gustos de su pequeño. Sonrió, le pareció el niño más dulce que había visto en su vida. Era importante recuperar el tiempo, pondría toda su atención en las necesidades de Matías.Mateo Petropoulos no era un hombre que se caracterizara en ser paciente. Todo lo contrario, cuando quería algo lo quería en el instante mismo después que
Capítulo 7. El encuentro Matías se encontraba en su cuarto de juegos, él sabía que hoy conocería en persona a su padre, pero todo lo habia tomado con tranquilidad, a su mamá era a la que notaba preocupada, de seguro su mamita creía que no iba a venir el hombre. Él no estaba preocupada por eso, siempre habían sido él, su mamita y Oriony. –Mami, me puedes dar una galleta de las de Oriony. – pidió el niño como muchas veces lo había hecho. –Claro que sí, mi amor, voy por ella. – Sabella lo dejó solo. Matías al ver que su mamita lo dejaba en su cuarto, buscó esa caja que contenía el barco a escala que habia pedido la navidad pasada, ese era que el armaría el día de hoy, tal vez el hombre no pudiera venir y eso lo entretendría por mucho tiempo, así que sacó todas las partes y las fue ordenando. Era un niño demasiado inteligente, le gustaba dedicarle toda su atención a lo que hacía. –Sabella. Hija cálmate por favor. – Oriony trató de tranquilizarla. –No puedo Oriony, si Mateo no llega,
Capítulo 8. El rechazo – ¿Podemos pasar al comedor?, ya está lista la comida. – Dijo Oriony para evitar otro enfrentamiento. Para esa ocasión Matías habia pedido, unos gyros de pollo, sus favoritos, pasaron a lavarse las manos y Mateo no dijo nada, él tenía pensado en invitarlos a comer fuera, tal vez este era al motivo porqué su hijo estaba tan reticente a que él estuviera presente, no quería salir de su casa, lo entendía, él a esa edad solo quería estar con el abuelo. –No mami, yo quiero una silla grande. – Matías se refería a las sillas donde ella y Mateo se iban a sentar. –Claro que sí, mi vida. – Le dijo Sabella. Sabella no le negaba nada a su hijo, a medida que él se daba cuenta de que podía hacer sus cosas por él mismo, buscaba la manera de hacérselo saber a su madre, eran muy pocas las veces que pedía ayuda, era demasiado independiente para su edad, pero ella no había podido hacer nada. Por más que ella pensara que se podía hacer daño. Oriony, cambió la silla donde siemp
Capítulo 9. InstintoMateo estaba todavía asimilando lo que le había dicho Sabella, no quería hacer un problema de esto y que su hijo estuviera involucrado en juzgados y cosas por el estilo. Así que esperaría un rato más para comunicarse nuevamente con ella. Aun que él se había enterado hacía muy poco de la existencia de su hijo, hasta aquel momento había podido pensar en el futuro. Y su futuro era poder convivir con su hijo el tiempo que ella estableciera prudente.Tomó el teléfono y marcó directamente a la casa de Sabella y de Matías, se dirigió hacia la entrada del jardín, ahí mismo mandaría a construir un área de juego al aire libre. Él solo pensaba en crear un vínculo con su hijo, mientras Sabella se imaginaba cosas muy diferentes. Con su expresión tan fiera en esa última conversación, bien podía decirse que estaba en total desacuerdo con que siguiera viendo al hijo de los dos.– Buenas tardes, casa Domit, ¿En qué le puedo ayudarle? – Dijo Oriony al contestar la llamada.Sabella