Thea se sintió culpable.

James había sido amable y siempre respetuoso con cada una de sus decisiones.

Sin embargo, ella se enamoró de otro hombre.

Eso se consideraba infidelidad.

Bajó su sonrojado rostro y caminó hacia adelante, sin atreverse a mirar a James.

James fue rápidamente tras de Thea y tomó su mano.

Tal vez debido a su conciencia culpable, Thea permitió que James tomara su mano como él quisiera y no se resistió.

En cuanto salieron del cine, una niña se les acercó con unas rosas. Miró a James suplicante y dijo: “Señor, ¿le gustaría comprar algunas flores para esta hermosa dama? ¡Una hermosa dama debe tener flores frescas!”.

“¿Cuántos cuestan?”, preguntó James con una sonrisa.

“Un tallo cuesta diez dólares”.

“Está bien, los compraré todos”.

James tocó su bolsillo pero descubrió que estaba vacío ya que no tenía la costumbre de llevar una billetera.

Él sonrió con torpeza y preguntó: “¿Aceptan pagos con código QR?”.

“Por supuesto señor”. La niña le sonrió a James, rev