Todos en el Hotel Alegría estaban en el suelo, gimiendo de dolor.

Zane, Cynthia y Luther eran los únicos que quedaban en pie.

“Impresionante”.

Luther respiró hondo.

“He oído tantas cosas sobre el Dragón Negro. Hace honor a su reputación, sin duda”.

“Lo sé”, dijo Zane. “Fue impresionante. La fuerza del Dragón Negro no tiene comparación y sus habilidades médicas son insuperables”.

“Papá”. Cynthia miró a Zane con los ojos muy abiertos.

Zane parecía resignado. “Es el Dragón Negro. ¿Qué puedo hacer yo? Ven, vamos a casa”.

Fuera del hotel.

Thea se rehusaba a irse.

Ella sabía de lo que James era capaz. Ninguno de ellos sería rival para él. Le preocupaba que causara más problemas a su familia.

Justo cuando ella se retorcía las manos, James salió.

Un cigarrillo colgaba de su boca. Con las manos en los bolsillos, parecía completamente relajado.

“Cariño…”. Thea se acercó corriendo, preguntando preocupada: “¿Estás bien?”.

James sonrió. “¿Creías que me iba a pasar algo? Vamos a casa”.