El cuerpo de Gigi estaba tenso. La sensación de las manos de Darryl moviéndose sobre su espalda la hacía sentir como si estuviera electrocutada mientras temblaba suavemente.

Su cara también estaba ardiendo mucho.

Pero permaneció quieta por temor a que el masaje fallara.

“¡Ya está!”.

Poco más de diez minutos después, Darryl juntó sus manos mientras sonreía. “Intenta moverte ahora. Estoy seguro de que esa debilidad ha desaparecido”.

Aprovechó para admirar las curvas de Gigi mientras hablaba.

No se podía negar el hecho de que Gigi era impresionante. Su piel era tan suave como la seda y tan pálida como una cáscara de huevo.

“¡De acuerdo!”.

Gigi gritó en respuesta, canalizando su energía interna para intentar moverse. Efectivamente, había recuperado su fuerza y ya no sentía aquella debilidad de hace un rato.

Ella estaba sorprendida.

Unas cuantas presiones en su espalda habían hecho el truco. Era mágico.

Darryl soltó una risita mientras salía de la fuente termal y se dirigió a Gig