La rabia de Ronny no hizo más que aumentar cuando Darryl gritó. “¡Quédate ahí! M*erda, te juro que te voy a romper las piernas hoy”.

Ronny siempre había querido darle una lección a Darryl en la casa Stanford. Sin embargo, Selina siempre había protegido al b*stardo, así que no tuvo oportunidad de hacerlo.

Ya que se había topado con él en la División del Yang Puro, Ronny no perdería esta oportunidad.

Después de todo, ese hombre era solo un mero recadero. A nadie le importaría que le dieran una paliza.

Los discípulos de la División del Yang Puro oyeron el ruido desde el exterior del Restaurante de la Grulla Salvaje y entraron corriendo.

Ronny forzó una sonrisa al instante al verlos, se enderezó y señaló a Darryl con una expresión apaciguadora. “No se preocupen, todos. Ese recadero está siendo una pequeña escoria, así que le daré una lección”.

Ronny se veía a sí mismo como un invitado, un discípulo de la Secta del Dragón Celestial. No había nada de malo en que hiciera entrar en razón