BIANCA.
Pestañeé varias veces girando mi rostro, para ver cómo sus ojos no quitaban la mirada de mi boca. No era un buen momento para besarlo, y tampoco lo haría por nada del mundo.
En un segundo estaba riéndome como una desquiciada, sí, me estaba burlando de un mafioso que podría hacerme papilla y qué, de hecho, ya había abusado de su poder conmigo cortándome los dedos de los pies. Pero, es que parecía tan idiota proponiéndole eso a la hermana de su esposa.
El punto débil de Giovanni Lobo eran las mujeres.
Y lo usaría en su contra.
—Mira, voy a tutearte &mda
BIANCA.Un hombre casi igual a Don, pero más joven abrió la puerta del auto viéndonos con diversión. Estaba vestido con una camisa blanca y pantalones negros. El chofer atrás de él bajo la cabeza y jugó con sus dedos. Mi acosador me estrechó a él tapando por completo mi desnudez, pude apreciar cómo mis pezones duros frotaban su frío y duro pecho. Un sonidito emergió de su garganta. ¿Porque siempre acababa estando desnuda delante de él?Tenía ganas de vomitar.—Lo siento, señor. Insistió en abrir la puerta, yo le dije que estaba en un momento privado con la joven...Don hizo callar al hombre con un gesto de mano.
BIANCA.Bianca.Ni siquiera abrí los ojos cuando sentí un aroma peculiar colándose por mi nariz, tampoco los chillidos escalofriantes de personas. No sabía dónde estaba. Y no quería abrir los ojos para saberlo, me ardían debido a la explosión del avión. ¿Me había quedado ciega?No quería comprobarlo.Pero, ¿dónde estaba? El sitio era húmedo y frío, mis huesos amenazaban con quebrarse si no sentía algo cálido. Tragué duro. Intenté moverme. No pude, mis piernas estaban amarradas.—¿Don? —susurré con mi respiración irregular.
BIANCA.Grabé en mi cabeza todas las indicaciones de Don, solo tenía una oportunidad. Si la desperdiciaba con un movimiento torpe, nuestra vida acabaría allí. En ese momento. Porque el hombre que apareció por la puerta una media hora después llevaba un arma en el borde de su pantalón y unas llaves. Se veía a la vista, la tenía allí para que supiéramos que ellos tenían el poder. Sus rasgos eran rusos, ojos oblicuos, nariz achatada, cabello crudo y la piel tirando a amarillenta. Mi compañero de secuestro se hacía el dormido, mientras clavé mi codo en el cuello del chico rubio, un moviendo que hizo caer al desconocido al suelo.Una derrota.Una victoria para mí.¿D
BIANCA.Aquello no estaba sucediendo. No podía estar ahí. Debía ser un sueño de mal gusto, de que despertaría. Cerré y abrí los ojos intentando despertar de ese sueño.Pero es que no era un sueño.—Desnúdate —ordenó el viejo asqueroso —. La diversión acaba de empezar. Alegra esa cara.Las lágrimas rodaron por mis mejillas cuando un dedo se delineó por mi hombro. Unos minutos después el otro que me había capturado, me desnudo totalmente para posicionarme al centro de todos esos mafiosos. Don seguía con lo suyo, intentaba aplastarle la cabeza, pero es que eran demasiados enemigos. No solo estaba allí la persona que más odiaba, sino
BIANCAMe hice la muerta unos minutos, hasta que el caos se detuvo y solo cuando un último disparo retumbó en las paredes me atreví a abrir los ojos. Lo primero que vi fue a una mujer con un arma apuntándome, después se arrodilló y me quito el cuerpo sin vida de encima.Era bellísima, se parecía a un ángel. Sus ojos azules se parecían al agua del caribe, y hacía conjunto con su cabello negro azabache. Sentí alivio cuando me sonrió, pero nada podía opacar el miedo y temor que había sentido.—¿Estás herida? —preguntó, qué voz tan angelical tenía.Negué con la ca
BIANCA.Acabé durmiendo en los brazos de él, después de un largo tiempo. No dejaba de asfixiarme con su agarre tan fuerte, tal vez intentaba tenerme desprevenida para matarme. Como fuera, cuando desperté él ya no estaba allí, se había ido. Por fin descanse sola, en esas paredes, que no tenían sombras que pudieran custodiar mi persona.Era idiota por no echarlo de la habitación y dejarlo dormir conmigo, aunque solo fuera por unas horas.Aquel hombre me volvería loca.Si es que ya no lo estaba.No le perdonaría nunca. Pero hacerle creer que sí, me daría puntos para producir
BIANCAMe deshice de la carta. Los forenses se llevaron a esa chica, a mí me cambiaron de habitación. Limpié mis huellas antes de chillar como una loca y salir despavorida de mi habitación asignada. Para todos, un hombre encapuchado había osado a entrar en la hacienda del mafioso más cruel que existe y mató a una agente de seguridad. Una que dio la vida por mí. Fingí estar destrozada cuando abracé a Don. Él debía pensar que quería ser una de sus mujeres.Por eso estaba conmigo.Consolándome, mientras él mismo se encargaba de borrar toda la sangre de mi cuerpo.—Es un jodido milagro que ese cabrón no
BIANCA.Mis músculos se habían tensado de una manera impresionante. No sabía qué hacer. Ni como actuar. De pronto otra persona apareció en el baño, Luka sostuvo el brazo de Priscilla y la sacó entre chillidos e insultos. Mientras todo pasaba me fui alejando de Don. Él seguía en una especie de shock raro, pero pronto se recompuso. Sus cejas fruncidas volvieron a su sitio y salió de la bañera sin decir una palabra.Iba detrás de su esposa.Yo no era su esposa.Tragué saliva saliendo también del baño, me coloqué un albornoz para tapar mi desnudez. ¡No podía creer que tuviera tan mala suerte! &iqu