BIANCA
Me deshice de la carta. Los forenses se llevaron a esa chica, a mí me cambiaron de habitación. Limpié mis huellas antes de chillar como una loca y salir despavorida de mi habitación asignada. Para todos, un hombre encapuchado había osado a entrar en la hacienda del mafioso más cruel que existe y mató a una agente de seguridad. Una que dio la vida por mí. Fingí estar destrozada cuando abracé a Don. Él debía pensar que quería ser una de sus mujeres.
Por eso estaba conmigo.
Consolándome, mientras él mismo se encargaba de borrar toda la sangre de mi cuerpo.
—Es un jodido milagro que ese cabrón no
BIANCA.Mis músculos se habían tensado de una manera impresionante. No sabía qué hacer. Ni como actuar. De pronto otra persona apareció en el baño, Luka sostuvo el brazo de Priscilla y la sacó entre chillidos e insultos. Mientras todo pasaba me fui alejando de Don. Él seguía en una especie de shock raro, pero pronto se recompuso. Sus cejas fruncidas volvieron a su sitio y salió de la bañera sin decir una palabra.Iba detrás de su esposa.Yo no era su esposa.Tragué saliva saliendo también del baño, me coloqué un albornoz para tapar mi desnudez. ¡No podía creer que tuviera tan mala suerte! &iqu
PRISCILLA.—¿Crees que se quiere quedar embarazada de Giovanni? —preguntó Melody tímida mientras se sentaba en el borde del sofá pequeño de cuero.Estaba destrozada. No amaba a Don, pero su traición había sido como un puñal incrustado en mi espalda.Apreté mis labios sintiendo la rabia fluir por mi cuerpo. Me quité una lágrima resbaladiza que surcó mi mejilla, no me esforcé en esconderme porque ella era mi amiga. La única que me entendía en ese momento. Afianzarme con la hermana de Don era un paso más adelante que daría para dejar en ridículo a Bianca. ¿Por qué é
BIANCA.—¿Bianca? —me ofreció su mano.Le regalé una sonrisa forzada y dejé que me ayudará a salir.—¿Sí?—Puedo ordenar a otra persona que lo haga, a alguna prostituta, aunque corra el riesgo de que no lo haga bien. ¿Estás segura que podrás hacerlo? —preguntó preocupado.Entrelacé mi
BIANCAMe senté en una silla junto a Don, desde que había escupido todas esas para con el propósito de herirlo, no me había mirado. Pero, las miradas en dedicadas hacia mí no faltaban, ya estaban los socios de él follándome literalmente con los ojos. Algunos eran jóvenes, otros más viejos. En esa mesa con una ruleta en el centro había personas de todas las edades. En una esquina de la sala unas chicas muy sexis bailaban sobre barras de acero y también estaban metidas en unas jaulas. Dios mío. Me daban pena esas chicas, ellas tenían que trabajar en medio de esas bestias. Dejé de mirar y me centré en mi alrededor.Los socios de Giovanni empezaron a saludarlo y comenzaron con una nueva part
BIANCAEl consigliere del capo me guio por pasillos atiborrados de millonarios, empresarios, funcionarios, gente de personal, niños... y más. Mientras íbamos caminando no le hablé, él tampoco me habló a mí. El papel brillante de las paredes me dejaba ciega. Salimos a cubierta por una escalera estrecha. El olor marino me agolpó de repente y la brisa marina alborotó mi cabello perfectamente peinado.Tenía un montón de preguntas que necesitaban respuestas, pero creo que Luka no iba a dármelas así que me silencié y me dejé guiar. Pronto ingresamos en una nueva planta, el recorrido era demasiado extenso. ¿Dónde mierda me llevaba? Entramos en una puerta que tenía una placa anunciando que, en aquel espacio, solo podía atravesarlo el personal.
BIANCA.Habían pasado horas o minutos desde que sucedió. Estaba desesperada al final de los asientos de la lancha, mordiendo mi labio y mirando al firmamento que se extendía en nuestras cabezas. Don seguía controlando la pequeña cabina de mandos, centrado en unas coordenadas que sólo él recordaba. Luka se acostó sobre mi lado, tenía los ojos cerrados. Parecía cansado.Me moví sin despertado. Debía descansar, no teníamos ni idea de lo que pasaría después de aquello.Íbamos de camino a una isla desconocida.Giovanni la compró hace años, su dirección fue borrada de todos los mapas que exi
BIANCA.—¡Luka dile a el idiota de tu jefe que admita que es un inútil y que nos hemos perdido! —bramé sentándome lejos.Ellos estaban al frente, mirando el horizonte azulado y sin nada. No había nada. Solo agua y más agua. El sol ya se había dejado ver hacía poco, ninguno de nosotros había dormido excepto Luka. Y cuando había despertado nos regañó por haberlo dejado dormir.—No estamos perdidos, ¡joder! —gruñó —. Sólo que estamos cerca, dentro de poco divisaremos la isla.Giovanni estaba furioso. Las puntas de sus orejas adquirieron un noto rojizo, y sus fosas nasales se dilataron con cada palabra mal sonante que vociferaba. Ya estaba harta
Don. Los rusos supuestamente ya ni tendrían que atacarnos, pero lo hicieron y de qué manera. Había llevado a Bianca a un matadero, casi la pierdo por usarla de nuevo. Me sentía extraño, las miradas de Luka eran raras. Aquellos dos tenían algo y pensaba descubrirlo. Nadie iba a tocar a Bianca a parte de mí, no podían hacerlo porque yo... Porque era mía. Y podría sonar posesivo, pero no me importaba. Aquella mujer me tenía bien cogido de los huevos, haría conmigo lo que quisiese y yo me dejaría como un bendito gilipollas enamoradizo. Eso es lo que era. No podía amarla, eso sería su destrucción, también la mía. Ella era demasiado chiquita para enfrentarse a una legión de rusos armados y a media mafia entera. Eso es lo que pasaría si alguna de esas ratas que buscaban mi muerte, consiguieran descubrir lo que sentía por Bianca. No dudaba de sus capacidades, porque se convertiría en una gran arpía s