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El Divorcio que nos separó
El Divorcio que nos separó
Por: MILEKA
Capítulo 1: Mi matrimonio.

Capítulo 1: Mi matrimonio.

【Zara Monterrey】

Bajó mi mirada mientras que camino hacia el alta, sostenida por el brazo de mi padre, siento que lo hace con fuerza. Elevo un poco mi mirada con mucho remordimiento porque sé que estoy actuando mal, estoy desempeñando muy mal mi papel de novia feliz que se va a casar con uno de los herederos de las empresas Textiles Mx. C.A.

Que es la empresa de textiles más importante de todo México, siento que de a poco a poco mi cuerpo va perdiendo fuerza a cada paso que doy y aunque lo amo, me da mucho miedo llegar hasta donde está él esperándome.

Las lágrimas sin yo poderlas controlar salen de mis ojos y de mi garganta sale un pequeño sollozo, levanto mi mirada hasta donde está Isaac, que lo admito siempre ha sido el amor de mi vida y todo esto para mí es un sueño.

«No, puedo creer que todo esto esté pasando, en verdad me quiero casar con él, porque lo amo, pero, no de esta manera». Le observo detalladamente y llegando al altar mi padre tiene un juego de miradas con Isaac, puedo ver que es mejor actor que yo, ya que con un buen semblante de confianza, le dedica una mirada segura de sí mismo.

—Por favor, ¡Cuídala! Te estaré observando muchacho. — Le aclama mi padre con cierto tono de enfado, Isaac se ríe mientras que le extiende la mano a mi padre y por supuesto como mi padre es todo un hombre le acepta aquél apretón de manos que veo que se agarran con mucha fuerza.

—Ja, usted no se preocupe… Ella está en buenas manos, así que deje de decir esas cosas y váyase a sentar. — Se expresa egocéntricamente y siento como es que me dan justo como una apuñalada en mi corazón.

Y bastante impotencia se centra en mí, ser, nada más presencio como es que mi padre es insultado por Isaac y sin dar reprimendas mi padre frunce el ceño y le da un buen jalón de mano, para nada más irse como se vino.

Ahora siento como mi mundo cada vez da más vueltas, en este momento me toca a mí tomarle las manos a Isaac y este con una mirada de superioridad sonríe extendiendo sus manos hacia mí.

Se me están revolviendo las entrañas, sin querer hacerlo me obligo a tomarle las manos, me percato de que estoy temblando, mi respiración se acelera porque sé que no estoy a la altura de la situación, él en un acto de tomar el control me toma de las manos.

—Sh… No tienes nada que temer, es más ni siquiera deberías de estar nerviosa, acuérdate de porque estamos haciendo todo esto, ¿Verdad? — Me pregunta sardónicamente, y nada más levanto mi vista hasta sus ojos marrones que son como el café por la mañana y asiento la cabeza.

—Querido hermanos estamos aquí por la unión de Isaac Contreras y Zara Monterrey… — Comienza el padre a dar su típico discurso, de algún modo siento un alivio de que todo esté pasando más rápido, pero, sin embargo, de igual manera, siento que el tiempo al lado del hombre que amo se a lenta.

«Por favor, te lo ruego olvida la razón por la que estamos haciendo todo esto y quédate conmigo, lo veo en tus ojos, su brillo es lo mejor que puedo ver todos los días al amanecer».

—¿Isaac, tienes algo que decirle a la novia? — El padre interrumpe mis pensamientos y directamente observo a Isaac, que vuelve a sonreír maliciosamente, lo que da un vuelco a mi corazón.

—Te haré feliz, pase lo que pase, jamás te arrepentirás de casarte conmigo. — Declara con un tono cruel y oscuro, cada vez tengo más cerca el pensamiento de que puede ser que me desmaye, me aprieta más las manos hasta lastimarme, por lo que las traigo hacia mí, pero, él me lo impide.

—¿Y tú Zara?, ¿Tienes algo que decirle a Isaac? — Inquiere el padre con una sonrisa reconfortante para mí, parpadeo varias veces y giro mi cabeza para toparme con la penetrante mirada de Isaac. «Yo no tengo nada que decirle, ni siquiera pude dormir anoche por las ansias que tenía, tal vez le diré lo que tengo en el corazón».

—Isaac Contreras para mí fue un regalo haberte conocido y ahora es todo un sueño tenerte aquí para casarte conmigo y no puedo decir nada más que… Te amo… — No digo nada más porque se me quiebra la voz bajando mi cabeza nuevamente una vez más. Escucho un resoplido de su parte.

Veo que me pone mi anillo y el pequeño que trajo los anillos me ofrece el anillo de Isaac y se lo pongo, pero, aún ni siquiera puedo mirarlo a los ojos.

«¡Por favor!, tomas fuerzas y míralo a los ojos, no puedes desmoronarte ahora mismo». Me aliento en mi mente para tomar más valor.

—Los declaro marido y mujer. — La declaración del padre me toma por sorpresa, quizás me sumí mucho en mis pensamientos y al mismo tiempo Isaac me toma del mentón para subir mi mirada, mi corazón se para y siento como es que salgo unos segundos de mi cuerpo.

Porque sin prevención alguna estampa ferozmente sus labios contra los míos y ni siquiera tengo tiempo de cerrar mis ojos para luego separarse bruscamente de mí y dejarme sin aliento, se da media vuelta y levanta nuestras manos.

Mis ojos se topan con su cara que expresa felicidad, frunzo mi ceño porque no logro entender ni siquiera todas las emociones que yo misma siento, lo que logro detectar es que me siento muy abrumada y las lágrimas salen de mis ojos.

Me vuelve apretar la mano para caminar por medio de toda la sillería donde se encuentran sentados, muchas personas de poder que nos miran orgullosos de nuestro matrimonio, salimos rápidamente de la iglesia y me aprieta más fuertemente la mano.

—¡Oye!, ¡Ya no puedo más suéltame que me estás lastimando! — Le exijo con una voz temblorosa le miro buscando algún tipo de consuelo en su mirada y él detiene súbitamente sus pasos, casi asiéndome caer por mi propio vestido.

—¿No te das cuenta? —Comienza a reírse con un tono grave— Estuve fingiendo todo esto, nada más para darles lo que quieren y veo que tú también te comiste mi actuación barata. — Expulsa con mucho odio.

Y todo ese veneno me cae en la cara, quemándome y comienzo a hiperventilarme sintiéndome muy traicionada por su recién confesión, las lágrimas no se hacen esperar y pongo mi otra mano sobre la suya para que me suelte de una vez por todas.

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