Óscar no dijo nada.Poco después, se conoció la noticia de la hospitalización de Ricardo y las acciones del Grupo Vargas se desplomaron.Esas ramas laterales de familia Vargas convocaron una reunión de la junta directiva y exigieron que se reeligiera a un presidente.El día de la reunión del consejo, Magnolia llevó a sus dos hijos al Grupo Vargas.Era de suponer que Óscar se parecía mucho a Ricardo, así que podía calmar a la gente.Magnolia entró en la sala de conferencias, se sentó en la silla que ocupaba antes Ricardo, mirando a los presentes, dijo, —Empecemos la conferencia, ¿no va a haber una reunión?Uno de los hombres de mediana edad dijo, —señorita Ruiz, esta es la junta directiva del Grupo Vargas, me temo que no es apropiado que vengas.—Sí, el niño es el hijo del señor Vargas, pero es pequeño y las acciones no han sido asignadas, por lo que, en efecto, es inapropiado que estén aquí ustedes.Magnolia sacó un documento, —Este es un documento firmado por la abuela Vargas en perso
Nadie era tonto.Más tarde, Magnolia había estado ocupada con el Grupo Vargas.Volvió al hospital con cansancio, mirando al inconsciente Ricardo, le dijo, —Si no te despiertas, voy a marcharme.—No te vayas.El hombre tomó su mano con su mirada oscura.Los ojos de Magnolia se enrojecieron al mirar al hombre, por fin se había despertado.Cuando Ricardo despertó, todo volvió a la normalidad y los pesados del Grupo Vargas dejaron de causar problemas.La señora Vargas vino a ver a Ricardo y le ofreció salir del país para recuperarse y no volver jamás.Ricardo le compró una propiedad a la señora Vargas y le dio una gran suma de dinero para que se fuera de Ciudad Norte.En cuanto a Magdalena, se descubrió que no era en absoluto la hija del primer ministro, sino solo una acompañante del primer ministro.Magdalena, al verse descubierta, huyó y se escondió en algún lugar.El día que le dieron el alta a Ricardo, Magnolia miró al hombre que tenía delante, —Ahora que te has recuperado y la abuela
—¡Felicidades, ya tienes un mes de embarazo! Todo va bien.Al regresar a su habitación con la prueba en la mano, Magnolia Fernández creía que estaba soñando.Se armó de valor y le mandó un mensaje a su esposo, Ricardo Vargas: [¿Vendrás a cenar esta noche?]Él siempre había detestado que lo interrumpieran cuando estaba trabajando, y ella temía que, como en ocasiones anteriores, su mensaje se quedara sin respuesta.Sin embargo, unos minutos después, su teléfono se iluminó con una respuesta de él, fría y distante:—Sí, de hecho, tengo algo que decirte.Tras recibir la respuesta de Ricardo, Magnolia se apresuró a comprar ingredientes y preparar una gran cena. Colocó la prueba de embarazo en la mesa pero luego, pensando que era demasiado obvio, la volteó.Al atardecer, un auto de lujo negro entró al patio.Ricardo salió del auto, la chaqueta colgando casualmente de su brazo, alto y con una mirada penetrante.—Ricardo, has vuelto.Dijo Magnolia corriendo hacia él, intentando tomar su chaqu
Magnolia reflexionaba: Si esto hubiera pasado antes, seguramente se habría sentido mal, pero ya se había divorciado de Ricardo, así que no le importaba qué mujer viniera a vivir aquí.Ella se acercó y dijo: —Hola...No terminó de hablar cuando la hermosa mujer la ignoró completamente, dio una vuelta por el salón y luego ordenó al mayordomo: —El color de las cortinas no está bien, tampoco me gusta el sofá, y cambia también todas las sábanas del dormitorio por mi marca favorita.Viendo a la distinguida invitada mandoneando en su casa matrimonial, Magnolia habló directamente: —¿Quién eres tú? No planeamos redecorar la casa.—Permíteme presentarme, mi nombre es Magdalena Ruiz, la futura dueña de esta casa. Así que el estilo de decoración de esta villa, naturalmente, lo decido yo.—¿Así que tú eres Magdalena?Magnolia sintió amargura en su corazón. No era de extrañar que Ricardo de repente propusiera el divorcio, resultó que Magdalena había regresado.El primer amor había regresado y ella,
Magnolia apretaba con fuerzas la prueba de embarazo: —Si realmente estuviera embarazada no me divorciaría. —Es verdad—expresó Magdalena. —Una simple campesina como tú, se aprovecharía de ello para ganar status, pero incluso si estás embarazada, Ricardo no te querrá, después de todo, no eres digna de darle un heredero.Magnolia se dio la vuelta rápidamente y entró en el vestidor, pero Magdalena la siguió: —Espera, muéstrame ese papel que acabas de tomar de la mesa.Magdalena, después de pensarlo, aún no estaba segura y necesitaba verlo claramente. Si esa mujer estaba embarazada, tenía que deshacerse del niño.Magnolia apretaba con fuerza la prueba de embarazo: —Esto es mi privacidad.—¿Qué privacidad? Creo que quieres robar objetos valiosos de la villa, ¡dámelo!Magdalena se acercó para torcerle la mano e incluso intentó golpearla, pero Magnolia, por reflejo, la lanzó por encima del hombro, dejando a Magdalena en el suelo gritando: —¡Mi pie, qué dolor!—Magnolia, ¿qué estás haciendo?
Magdalena estaba feliz, pero lo disimulo: —Por el bien de Ricardo, te perdonaré.Magnolia preguntó mirando a Ricardo:—¿Ya puedo irme?Decidida, recogió el acuerdo de divorcio y se lo entregó a él.Ricardo le echó un vistazo al documento con el ceño fruncido. Aún no creía que firmaría tan pronto. NI siquiera le consultó a la abuela, y él planeando convencerla a también, pero ya no era necesario.En el fondo, el hombre se sentía incómodo. Vio la maleta en el suelo, ¿ella planeaba irse?Ricardo levantó la mirada: —¿Encontraste un lugar donde quedarte?—No.Magnolias , después de responder reflexionó mirándolo: ¿Acaso estaba preocupado por ella?—Trae hielo para Maggy. Se torció el pié gracias a ti, ¿y quieres irte como si nada?—le dijo sin mirarla.Solo le importaba era Magdalena, aunque hace un instante le pareció que él estaba preocupado por ella, ya veía que no era así, solo tenía cariño por su de juventud.Que ironías, la amante cómodamente en su cama matrimonial, mientras ella
Imaginar lo que harían en esa cama le daba repugnancia, fue directo al vestidor y enseguida su maleta estaba lista.Magdalena ordenó:—Mayordomo tráele una bolsa, esa maleta es lujosa. Enseguida este trajo una vieja y rota bolsa de palma y la arrojó a los pies de Magnolia.—Toma, úsala para empacar.Magnolia se agachó y abrió la maleta cuando escuchó a Magdalena:—Y revisa su equipaje antes de que salga, asegúrate de que no lleve algo demás.Magnolia recordó la prueba de embarazo y la respuesta de él, si la veían no podía salvar su bebé.Como estaba vigilada por el mayordomo y Magdalena, se puso de espaldas a ellos y rasgó la prueba, tragándose los pedazos. Magnolia salió afligida, viendo la ropa de Ricardo.Desde ahora, ese niño no tendría nada que ver con la familia Vargas.Magnolia, arrastrando la bolsa de rafia, dijo fríamente: —¿Quieren revisar?Magdalena puso su mano en la boca y con asco dijo: —La revisará afuera, esa bolsa huele horrible.Si Ricardo salía de la ducha, quizá
Ricardo vio el reguero de ropas regado, eran prendas sencillas, nada de marcas, ni lujosas.¿Acaso no fue por riquezas que se casó con él? Detuvo su mirada en la sucia bolsa de palma, y frunciendo el ceño le espetó:—¿Otra vez jugando al gato y al ratón? ¿A quién quieres conmover dando lástima? ¡La abuela no está aquí!El nunca la quiso, sin embargo estos tres años la apoyó económicamente, incluso al divorciarse le dejó una compensación sufriente para vivir sin preocupaciones.Entonces, ¿realmente quiere irse o solo es una farsa?Magnolia apretaba su teléfono sin batería, aún no había digerido la noticia de que Yolanda había encontrado a su familia. Siempre había soñado con ser encontrada por ellos y no estar sola.Magnolia, distraída parecía afirmar lo que Ricardo decía.Magdalena también los siguió. Salió fingiendo cojear.— Ricardo, ella buscó esa cosa fea y rota de la cocina y empacó allí, no pude hacerla desistir.El mayordomo rápidamente exageró: —Señor, solo quería aconsejar