Ricardo dejó caer el tenedor y la miró, esperando a que continuara.

Magnolia respiró profundamente antes de hablar: —¿Por qué cambiaste de médico para la abuela? Es obvio que el hermano de Magdalena es el mejor en este campo. Si él pudiera realizar la cirugía, todo estaría garantizado.

Ricardo entrecerró los ojos mientras su expresión se volvía gradualmente sombría. —¿Quién te lo dijo?

—Cuando fui al hospital a ver a la abuela hoy, me encontré con tu madre.

Ricardo se reclinó en la silla, preguntando: —¿Y qué? ¿Eso es lo que querías decir?

—Ricardo, creo que deberías aceptar la condición del hermano de Magdalena. Total, no perderás nada con eso.

El ambiente en el comedor se tornó sofocante en cuanto Magnolia terminó de hablar.

Observó al hombre frente a ella y, de repente, sintió que no lo entendía del todo.

Ricardo esbozó una media sonrisa. —¿No perderé nada? Es que tú quieres salirte del matrimonio cuanto antes para ir a los brazos de otro hombre. ¿De dónde sacas el descaro de invent