ThéoDiez minutos es lo que me demoro en partir hacia el bosque de las hadas. Decido salir solo porque no quiero que nadie se entere del asunto, al menos no por ahora, el escándalo sería mucho mayor, y ni siquiera quiero imaginarme las complicaciones que eso traería al reino, a Evadne y a mí. Podría ir a caballo, pero la verdad es que es mucho más rápido si me transformo en lobo y uso mi velocidad sobrenatural.El bosque se convierte en una mancha borrosa a mi alrededor mientras mis patas se afirman en el suelo y dejan un rastro a mi paso. Me tomará al menos dos horas llegar ahí. Incluso con mi velocidad, la distancia es larga.A medida que avanzo, la oscuridad de la noche se cierne sobre mí, pero no detengo mi camino por ningún motivo hasta que empiezo a divisar las pequeñas luces flotantes que caracterizan al reino de las hadas. Un lugar tan mágico y etéreo como el bosque de las ninfas. Aquí todo es más pequeño, porque ellas reducen su tamaño para vivir en los troncos de los árbole
EvadneLas horas pasan, y yo no puedo dejar de estar inquieta. Thalia ya me ha traído dos tés para tranquilizarme. El dolor de cabeza no me abandona y los malestares del embarazo, tampoco. La cama me parece incómoda y estar de pie hace que mis pies se hinchen como dos pelotas. Termino por tomar asiento en una de las sillas del trono, que son suficientemente cómodas para mi derrier y al menos, alivia la inflamación en mis piernas.—¿Disfrutas estar sentada en el trono? Deberías apreciar estos momentos, porque tal vez pierdas el derecho a estar allí muy pronto.Y con la cizaña de mi hermana mayor, mi estrés y malestar se incrementa mil veces más.—¿No entiendes que quiero que me dejes en paz? Te lo advertí cuando te metiste en mi habitación.—Y yo te dije que me importa poco lo que me pidas. Théo ya debe estar por volver.—Dime, ¿qué ganas con todo esto? ¿De verdad te crees tu propia mentira? ¿Crees que así vas a conseguir que te ame? —Sigues en negación, es normal cuando no quieres a
EvadneNunca me había sentido tan nerviosa por una reunión del consejo como ahora. La noticia inevitablemente tuvo que darse a conocer, al menos entre los respetables miembros de la corona, y ahora, han venido de emergencia para saber qué hacer a continuación.El primero en llegar fue mi abuelo, que era el que estaba más cerca. Por supuesto que no pudo contener su emoción y sorpresa al enterarse de que ya era bisabuelo y que nuestra manada ya tiene sangre real en la línea sucesoria al trono.Tener que soportar todo esto está alterando mis nervios, empiezo a sentirme cada vez peor y tengo miedo de que ni siquiera consiga irme de aquí antes de que nazcan mis hijos.Sea como sea, no puedo dejar que Calliope cumpla su amenaza. Ella puede quitarme todo si quiere, el trono, a Théo, el aprecio del pueblo; pero no a mis hijos.Mientras esperan a que los últimos del consejo lleguen, me apresuro a la habitación de Thalia. Mi doncella se sorprende al verme entrar de improvisto en su habitación.
EvadneLa vida en el palacio se ha convertido en un incómodo encuentro en cada maldit0 pasillo. Entre las amenazas de mi hermana que parece empeñada en hacerme la vida imposible; desatando su veneno con cada palabra y gesto; y las habladurías de los lobos y el consejo, no sé qué es peor.La idea de que pueda perderlo todo me orilla a tomar decisiones estúpidas, pero ahora sé que huir es lo peor que podría hacer. Debo quedarme y luchar por mí y por mis hijos. Para eso debo vivir lo suficiente, de nada me sirve reclamar lo que por derecho les pertenece a mis cachorros si no estoy aquí para hacerlo cumplir.La noche cae e inevitablemente, Théo y yo nos encontramos de nuevo en la habitación. Estoy tan agotada que no tengo energías ni para huir de él.—Evadne, necesitamos hablar —sentencia con un tono de súplica.—¿De qué? ¿Te casarás con mi hermana ahora?—¿De qué estás hablando, mujer? Por supuesto que no.—Estoy cansada Théo, ya no puedo más con todo esto. Solo, déjame dormir. Quiero de
EvadneApenas y puedo dejar que pase la noche. Oculto el libro debajo de la cama y me deslizo una vez más al lado del cálido cuerpo de Théo. El cansancio acaba por apoderarse de mí. Mis ojos se cierran y bajo el brazo tibio del hombre que amo, caigo rendida en la cama.Lucho por despertarme cuando siento los primeros rayos del sol por la mañana. Me desperezo con parsimonia hasta que de golpe todos los recuerdos de la madrugada llegan a mi memoria. Por un momento creo que he soñado todo eso, pero el libro oculto debajo de mi cama me confirma que no fue solo producto de mi imaginación.Busco a Théo a mi lado, pero, para mi sorpresa, no está. Me apresuro para cambiarme y estar lista. Solo espero que no se haya ido todavía a la búsqueda de la Luminara. Si Théo ya ha partido, entonces no podré revelarle la verdad hasta que regrese; y quién sabe qué podría hacer Calliope hasta entonces.Mi determinación resuena en cada paso que doy hacia la sala principal del palacio. Voy casi corriendo, da
ThéoLa sala del trono parece haberse sumido en una densa neblina de confusión. Las palabras de Evadne resuenan en el aire, pero la verdad es como una sustancia escurridiza que se me escapa entre los dedos. Aun así, quiero creerla, quiero aferrarme a la esperanza de que mi esposa no haya sucumbido al odio por su hermana y a la locura misma por negar una realidad que parece más sólida cada vez que tratamos de contradecirla.—Théo, debes creerme. No sé… no sé qué hizo, pero ella está mintiendo —insiste Evadne, sus ojos suplicantes buscan los míos, y me siento como un idiota que no es capaz de estar del lado de quien se supone debería estar.La semilla de la duda ha sido plantada y crece como una enredadera en mi mente. La situación se ha vuelto más compleja de lo que jamás imaginé, y ahora estoy atrapado entre dos mujeres que sostienen verdades tan distintas como el día y la noche.—Debería darte vergüenza Evadne, ¿qué te pasó? Tomarla contra un pequeño niño es caer muy bajo hasta para
EvadneSiento como si una oscuridad densa y arrolladora me arrastrase a las profundidades de un abismo sin fin. Sin embargo, una voz dentro de mi cabeza me impulsa a no dejarme atrapar por ella. Esa voz le pertenece a Théo. Es casi como si su melodía fuese una balsa para mí.De alguna forma consigo nadar hacia la superficie, abro los ojos con un gemido ahogado y entonces me doy cuenta de que no estoy muerta, no todavía. Me encuentro envuelta en sábanas pesadas, acostada en una cama como si ya fuese mi lecho de muerte, pero me rehúso. No pienso dejar que Calliope me arrebate lo que con tanto esfuerzo he logrado.No hay nadie a mi alrededor, parece que me han dejado sola. Eso, lejos de molestarme, me parece una perfecta ventaja. Sé que Théo saldrá en busca de la Luminara dentro de poco, si es que no se ha ido ya.Me pongo de pie aun con la debilidad en mi cuerpo, sin embargo, no pienso demostrarle a nadie todo el dolor que carga mi cuerpo. Yo tengo que ir con él, no me puedo quedar aquí
EvadneThéo aceptó llevarme. Aunque puso ciertas condiciones. Thalia debe acompañarme en todo momento, y designó a otra Omega para que nos acompañe también. Al final seremos varios en la travesía. Entre ellos, Killian.Debo admitir que hasta ahora, el consejero de Théo nunca me había causado desconfianza. Siempre ha sido un lobo fiel a la corona, y no ha hecho nada para demostrar que fuese un traidor. Sin embargo… no puedo sacarme de la cabeza el extraño gesto que le vi hacerle a Calliope.Tal vez solo es producto de mi imaginación. Tal vez solo, realmente estoy enloqueciendo. Después de tantas traiciones, complots y enemigos, mi confianza se ha visto afectada. Puede ser que esté viendo cosas donde no hay nada.Aun así, no puedo sacármelo de la cabeza. En especial ahora que lo veo coordinando las cosas para el viaje. Parece ajeno a mis ojos inquisitivos, hasta que la presión de mi mirada lo hace voltear.—¿Necesita algo, su majestad?—No, nada, solo veo lo que haces —respondo con seri