EvadneSiento como si una oscuridad densa y arrolladora me arrastrase a las profundidades de un abismo sin fin. Sin embargo, una voz dentro de mi cabeza me impulsa a no dejarme atrapar por ella. Esa voz le pertenece a Théo. Es casi como si su melodía fuese una balsa para mí.De alguna forma consigo nadar hacia la superficie, abro los ojos con un gemido ahogado y entonces me doy cuenta de que no estoy muerta, no todavía. Me encuentro envuelta en sábanas pesadas, acostada en una cama como si ya fuese mi lecho de muerte, pero me rehúso. No pienso dejar que Calliope me arrebate lo que con tanto esfuerzo he logrado.No hay nadie a mi alrededor, parece que me han dejado sola. Eso, lejos de molestarme, me parece una perfecta ventaja. Sé que Théo saldrá en busca de la Luminara dentro de poco, si es que no se ha ido ya.Me pongo de pie aun con la debilidad en mi cuerpo, sin embargo, no pienso demostrarle a nadie todo el dolor que carga mi cuerpo. Yo tengo que ir con él, no me puedo quedar aquí
EvadneThéo aceptó llevarme. Aunque puso ciertas condiciones. Thalia debe acompañarme en todo momento, y designó a otra Omega para que nos acompañe también. Al final seremos varios en la travesía. Entre ellos, Killian.Debo admitir que hasta ahora, el consejero de Théo nunca me había causado desconfianza. Siempre ha sido un lobo fiel a la corona, y no ha hecho nada para demostrar que fuese un traidor. Sin embargo… no puedo sacarme de la cabeza el extraño gesto que le vi hacerle a Calliope.Tal vez solo es producto de mi imaginación. Tal vez solo, realmente estoy enloqueciendo. Después de tantas traiciones, complots y enemigos, mi confianza se ha visto afectada. Puede ser que esté viendo cosas donde no hay nada.Aun así, no puedo sacármelo de la cabeza. En especial ahora que lo veo coordinando las cosas para el viaje. Parece ajeno a mis ojos inquisitivos, hasta que la presión de mi mirada lo hace voltear.—¿Necesita algo, su majestad?—No, nada, solo veo lo que haces —respondo con seri
ThéoEl bosque se extiende ante nosotros y la oscura vegetación parece susurrar peligros mientras avanzamos hacia lo desconocido. El camino apenas empieza, pero ya comienza a verse tan tétrico y escabroso como lo había imaginado. Mi principal preocupación es Evadne.Puedo escuchar los pasos del pegacornius avanzando detrás de mí en un silencio demasiado incómodo. Después de lo que sucedió antes de partir, comprendo que no quiera hablar conmigo. Que Calliope me obligase a decirle al niño que yo soy su padre y sobre todo, que iba a salvarla a ella fue un golpe demasiado bajo.—Killian, por favor, adelántate, guía el camino —ordeno.—Por supuesto, majestad.Retrocedo hasta donde se encuentra y con una seña envío a Thalia, la bruja y la Omega un poco más adelante. Enseguida me doy cuenta de que Evadne me lanza una mirada distante y fría, sus ojos reflejan la tormenta interna que la consume.Siento su corazón alejándose, ahogado por la sombra de la duda que se proyecta por lo de su hermana
EvadneCinco días han pasado desde que partimos. Cinco días en los que el camino ha sido un infierno para mí. Pero, trato de mantener oculto mi dolor ante Théo, incluso ante Thalia, porque no quiero que todos terminen diciéndome que tenían razón; fue un error venir a la montaña.Cada día que pasa los calambres en mi vientre aumentan, puedo sentir el movimiento de mis pequeños cachorros, ansiosos por salir, sin tener idea de que si se apresuran demasiado, tal vez yo podría no contarlo.Théo ha intentado recuperar mi afecto, y sé que castigarlo en estos momentos tal vez sea algo inmaduro y estúpido, pero todavía no se me pasa la molestia por lo que sucedió con Calliope. Odio pensar que todo este esfuerzo también será para ella, y odio aún más ser la hermana desconsiderada que se le cruzan terribles pensamientos por la cabeza.¿Soy mala por desear, aunque fuese un poco, que mi hermana no tome la cura?Tal vez eso me hace una persona horrible, pero Aurafey no piensa lo mismo. Poco después
EvadneDespierto con la luz del sol atravesando la tela de la carpa. La tormenta de la noche anterior ha pasado y ahora el paisaje se siente totalmente diferente. Me levanto desperezando mi cuerpo, y no es sino hasta que me siento que me doy cuenta de que Théo no está a mi lado.—Qué extraño, ¿a dónde habrá ido? —digo en voz alta.Como puedo me pongo de pie envolviéndome en el enorme y grueso abrigo suave y calientito y acabo por asomarme fuera de la carpa mágica.El sol irradia con intensidad reflejándose en la nieve y dificultando la vista. Espero ver a alguien afuera, pero para mi sorpresa, no hay nadie.—No es posible, ¿se fueron sin mí? —pronuncio con pánico.Théo no sería capaz de hacerme algo así, ¿o sí? Camino a través de la densa nieve volteando a todos lados, el pánico comienza a invadirme y sin darme cuenta, mis piernas se enredan con el paso de la nieve provocando que pierda el equilibrio.Pego un grito y espero el momento en que mi cabeza impacte contra el suelo, pero de
CAPÍTULO 84: ¿QUÉ ESTÁ PASANDO?EvadneLa cima de la montaña se extiende ante nosotros, bañada en un manto de nieve resplandeciente. Sin embargo, para mí esto se ha convertido en un calvario, y mi cuerpo se retuerce con contracciones que amenazan con devorarme por completo. Théo a mi lado, sostiene mi mano con preocupación.—Evadne, debemos detenernos. Tu salud se deteriora rápidamente, y no podemos ignorar los signos —insiste Théo. Puedo ver sus ojos llenos de angustia.Sus palabras son como una advertencia urgente, pero la determinación de alcanzar la cima, donde yace la promesa de la cura, me embriaga. La nieve se torna un tapiz interminable que desafía mi resistencia.—No, Théo, debemos continuar —murmuro intentando soportar el dolor—Ya estamos cerca de la flor, no puedo detenerme ahora —insisto, forzando una sonrisa aunque siento que cada fibra de mi ser se desmorona.El viento cortante parece llevarse mis palabras, pero Théo no cede. Su mirada, llena de tormento, se clava en la
CAPÍTULO 85: LUMINARAThéoSiento que son horas las que Killian y yo demoramos en alcanzar la cima de la montaña. Incluso usando nuestras habilidades sobrenaturales, el clima implacable y la fuerza de la naturaleza nos recuerdan que no somos del todo invencibles. Sin embargo, consigo divisar la cima de la montaña que se despliega ante mí. El paisaje es tan majestuoso que me deja sin aliento. —¿Y bien? ¿Dónde está? —pregunto exhalando un suspiro. Puedo ver el vaho de mi aliento condensado en el viento. —Yo puedo encargarme de eso, dame un momento —dice Rosalind.Mientras esperamos, Killian se acerca hasta donde me encuentro y observa el mismo paisaje. —Es majestuoso, aunque aterrador. Lo desolado que está.—Me gustaría que ella pudiese ver este paisaje.—¡Alteza! Ya sé dónde está —avisa Rosalind. Se acerca a nosotros frotándose las manos entre sí para calentarse—. Puedo sentir su aura mágica, es increíble. Es realmente poderosa. —¿Dónde? Date prisa Rosalind.La bruja señala la lade
CAPÍTULO 86: ESPECIAL ICalliopeCinco años atrás…Se acercaba el día del matrimonio, y cada momento para mí era como un paso hacia la horca, hacia la peor de mis torturas. Desde hace diez años que me habían comprometido con el rey Alfa Théo Valerius para ser su esposa y Luna del reino de Mystara. Y desde ese tiempo había fingido con una maestría tal, que hasta mi hermanita menor se compró la mentira de que estoy enloquecidamente enamorada del rey.La verdad es que no lo estaba. Lo odiaba con todo mi ser, porque estar con él significaba alejarme del lobo al que estoy destinada en realidad. Pero no podía faltar a mi deber como Beta de la manada Montague, no hasta que mi destinado llegó a mí con la solución perfecta. Esa madrugada, tomó el gran riesgo de tocar a mi puerta. Salí con él a toda prisa y nos escabullimos por los pasillos del palacio hasta que alcanzamos el jardín frondoso que colindaba con el bosque prohibido, tal como nuestro amor. Jamás hubiera imaginado que sería el con