EvadneApenas y puedo dejar que pase la noche. Oculto el libro debajo de la cama y me deslizo una vez más al lado del cálido cuerpo de Théo. El cansancio acaba por apoderarse de mí. Mis ojos se cierran y bajo el brazo tibio del hombre que amo, caigo rendida en la cama.Lucho por despertarme cuando siento los primeros rayos del sol por la mañana. Me desperezo con parsimonia hasta que de golpe todos los recuerdos de la madrugada llegan a mi memoria. Por un momento creo que he soñado todo eso, pero el libro oculto debajo de mi cama me confirma que no fue solo producto de mi imaginación.Busco a Théo a mi lado, pero, para mi sorpresa, no está. Me apresuro para cambiarme y estar lista. Solo espero que no se haya ido todavía a la búsqueda de la Luminara. Si Théo ya ha partido, entonces no podré revelarle la verdad hasta que regrese; y quién sabe qué podría hacer Calliope hasta entonces.Mi determinación resuena en cada paso que doy hacia la sala principal del palacio. Voy casi corriendo, da
ThéoLa sala del trono parece haberse sumido en una densa neblina de confusión. Las palabras de Evadne resuenan en el aire, pero la verdad es como una sustancia escurridiza que se me escapa entre los dedos. Aun así, quiero creerla, quiero aferrarme a la esperanza de que mi esposa no haya sucumbido al odio por su hermana y a la locura misma por negar una realidad que parece más sólida cada vez que tratamos de contradecirla.—Théo, debes creerme. No sé… no sé qué hizo, pero ella está mintiendo —insiste Evadne, sus ojos suplicantes buscan los míos, y me siento como un idiota que no es capaz de estar del lado de quien se supone debería estar.La semilla de la duda ha sido plantada y crece como una enredadera en mi mente. La situación se ha vuelto más compleja de lo que jamás imaginé, y ahora estoy atrapado entre dos mujeres que sostienen verdades tan distintas como el día y la noche.—Debería darte vergüenza Evadne, ¿qué te pasó? Tomarla contra un pequeño niño es caer muy bajo hasta para
EvadneSiento como si una oscuridad densa y arrolladora me arrastrase a las profundidades de un abismo sin fin. Sin embargo, una voz dentro de mi cabeza me impulsa a no dejarme atrapar por ella. Esa voz le pertenece a Théo. Es casi como si su melodía fuese una balsa para mí.De alguna forma consigo nadar hacia la superficie, abro los ojos con un gemido ahogado y entonces me doy cuenta de que no estoy muerta, no todavía. Me encuentro envuelta en sábanas pesadas, acostada en una cama como si ya fuese mi lecho de muerte, pero me rehúso. No pienso dejar que Calliope me arrebate lo que con tanto esfuerzo he logrado.No hay nadie a mi alrededor, parece que me han dejado sola. Eso, lejos de molestarme, me parece una perfecta ventaja. Sé que Théo saldrá en busca de la Luminara dentro de poco, si es que no se ha ido ya.Me pongo de pie aun con la debilidad en mi cuerpo, sin embargo, no pienso demostrarle a nadie todo el dolor que carga mi cuerpo. Yo tengo que ir con él, no me puedo quedar aquí
EvadneThéo aceptó llevarme. Aunque puso ciertas condiciones. Thalia debe acompañarme en todo momento, y designó a otra Omega para que nos acompañe también. Al final seremos varios en la travesía. Entre ellos, Killian.Debo admitir que hasta ahora, el consejero de Théo nunca me había causado desconfianza. Siempre ha sido un lobo fiel a la corona, y no ha hecho nada para demostrar que fuese un traidor. Sin embargo… no puedo sacarme de la cabeza el extraño gesto que le vi hacerle a Calliope.Tal vez solo es producto de mi imaginación. Tal vez solo, realmente estoy enloqueciendo. Después de tantas traiciones, complots y enemigos, mi confianza se ha visto afectada. Puede ser que esté viendo cosas donde no hay nada.Aun así, no puedo sacármelo de la cabeza. En especial ahora que lo veo coordinando las cosas para el viaje. Parece ajeno a mis ojos inquisitivos, hasta que la presión de mi mirada lo hace voltear.—¿Necesita algo, su majestad?—No, nada, solo veo lo que haces —respondo con seri
ThéoEl bosque se extiende ante nosotros y la oscura vegetación parece susurrar peligros mientras avanzamos hacia lo desconocido. El camino apenas empieza, pero ya comienza a verse tan tétrico y escabroso como lo había imaginado. Mi principal preocupación es Evadne.Puedo escuchar los pasos del pegacornius avanzando detrás de mí en un silencio demasiado incómodo. Después de lo que sucedió antes de partir, comprendo que no quiera hablar conmigo. Que Calliope me obligase a decirle al niño que yo soy su padre y sobre todo, que iba a salvarla a ella fue un golpe demasiado bajo.—Killian, por favor, adelántate, guía el camino —ordeno.—Por supuesto, majestad.Retrocedo hasta donde se encuentra y con una seña envío a Thalia, la bruja y la Omega un poco más adelante. Enseguida me doy cuenta de que Evadne me lanza una mirada distante y fría, sus ojos reflejan la tormenta interna que la consume.Siento su corazón alejándose, ahogado por la sombra de la duda que se proyecta por lo de su hermana
EvadneCinco días han pasado desde que partimos. Cinco días en los que el camino ha sido un infierno para mí. Pero, trato de mantener oculto mi dolor ante Théo, incluso ante Thalia, porque no quiero que todos terminen diciéndome que tenían razón; fue un error venir a la montaña.Cada día que pasa los calambres en mi vientre aumentan, puedo sentir el movimiento de mis pequeños cachorros, ansiosos por salir, sin tener idea de que si se apresuran demasiado, tal vez yo podría no contarlo.Théo ha intentado recuperar mi afecto, y sé que castigarlo en estos momentos tal vez sea algo inmaduro y estúpido, pero todavía no se me pasa la molestia por lo que sucedió con Calliope. Odio pensar que todo este esfuerzo también será para ella, y odio aún más ser la hermana desconsiderada que se le cruzan terribles pensamientos por la cabeza.¿Soy mala por desear, aunque fuese un poco, que mi hermana no tome la cura?Tal vez eso me hace una persona horrible, pero Aurafey no piensa lo mismo. Poco después
EvadneDespierto con la luz del sol atravesando la tela de la carpa. La tormenta de la noche anterior ha pasado y ahora el paisaje se siente totalmente diferente. Me levanto desperezando mi cuerpo, y no es sino hasta que me siento que me doy cuenta de que Théo no está a mi lado.—Qué extraño, ¿a dónde habrá ido? —digo en voz alta.Como puedo me pongo de pie envolviéndome en el enorme y grueso abrigo suave y calientito y acabo por asomarme fuera de la carpa mágica.El sol irradia con intensidad reflejándose en la nieve y dificultando la vista. Espero ver a alguien afuera, pero para mi sorpresa, no hay nadie.—No es posible, ¿se fueron sin mí? —pronuncio con pánico.Théo no sería capaz de hacerme algo así, ¿o sí? Camino a través de la densa nieve volteando a todos lados, el pánico comienza a invadirme y sin darme cuenta, mis piernas se enredan con el paso de la nieve provocando que pierda el equilibrio.Pego un grito y espero el momento en que mi cabeza impacte contra el suelo, pero de
CAPÍTULO 84: ¿QUÉ ESTÁ PASANDO?EvadneLa cima de la montaña se extiende ante nosotros, bañada en un manto de nieve resplandeciente. Sin embargo, para mí esto se ha convertido en un calvario, y mi cuerpo se retuerce con contracciones que amenazan con devorarme por completo. Théo a mi lado, sostiene mi mano con preocupación.—Evadne, debemos detenernos. Tu salud se deteriora rápidamente, y no podemos ignorar los signos —insiste Théo. Puedo ver sus ojos llenos de angustia.Sus palabras son como una advertencia urgente, pero la determinación de alcanzar la cima, donde yace la promesa de la cura, me embriaga. La nieve se torna un tapiz interminable que desafía mi resistencia.—No, Théo, debemos continuar —murmuro intentando soportar el dolor—Ya estamos cerca de la flor, no puedo detenerme ahora —insisto, forzando una sonrisa aunque siento que cada fibra de mi ser se desmorona.El viento cortante parece llevarse mis palabras, pero Théo no cede. Su mirada, llena de tormento, se clava en la