EvadneEscuchar los rugidos y gritos de dolor y agonía afuera del castillo del vampiro hace que mi corazón brinque de pánico dentro de mi pecho. Trato de mantener la calma para no alterar a mis bebés, pero me cuesta trabajo no hacerlo cuando solo puedo pensar en el bienestar de Théo.De pronto lo veo irrumpir en la habitación con imponencia y entonces nuestros ojos se encuentran, anhelantes, pero antes de que pueda acercarse a mí, Erebos se atraviesa en medio del camino y nos amenaza de muerte a ambos.Théo ruge con fiereza y se abalanza sobre el príncipe vampiro en una lucha frenética. Se mueven tan rápido que solo veo una mancha negra y difusa avanzando por la habitación y destruyendo todo a su paso como un huracán. De pronto uno de ellos sale disparado hacia el lado opuesto de la habitación y aterriza sobre una mesa llena de pequeñas velas encendidas. Me pongo de pie con dificultad, tratando de ver con angustia, quién ha caído. Sin embargo, la respuesta me llega enseguida cuando
EvadneThéo me envuelve con fuerza en sus brazos mientras me lleva suavemente hasta nuestra habitación. La noche se despliega ante nosotros con un aura mágica, como si el peso del horror de la guerra y el conflicto se disolviera en la oscuridad. Con una gentileza exquisita, deposita mi cuerpo sobre la cama y me regala una sonrisa cómplice acompañada de un sugerente guiño.—Antes de cualquier cosa, necesito darme una ducha —murmura con una voz profunda y resonante que reverbera en la habitación.Sin pensarlo, dejo escapar un impulso que ni yo misma creía capaz:—Déjame acompañarte. —Mis palabras flotan en el aire, creando una atmósfera de deseo que envía una corriente a todo mi cuerpo.La sonrisa de Théo se expande, iluminando su rostro con un destello travieso. No pone resistencia alguna y, en un gesto de complicidad, extiende su mano hacia mí, atrayéndome con una sensualidad que deja una estela de anticipación en el aire.Théo asiente con una chispa traviesa en sus ojos y, sin soltar
EvadneLuego de nuestra maravillosa noche, el sol sale en el horizonte recordándonos un nuevo día. Cuando despierto Théo ya no está, pero a mi lado se encuentra una nota y una rosa roja.“Te veías tan hermosa que no quise despertarte. Estaré terminando de solucionar los conflictos políticos del reino, ven a buscarme cuando despiertes. Te amo, mi deliciosa Luna”.El rubor en mis mejillas se enciende al comprender el significado oculto en esa última frase. Me levanto con una enorme sonrisa en mi rostro y empiezo a alistarme para bajar al salón del trono. Imagino que las cosas estarán tensas entre las criaturas, y con el príncipe Erebos muerto, alguien más deberá tomar su lugar.Peino mi cabello rubio frente al espejo con suavidad y escojo un vestido en colores rosa pastel y otros tonos similares. Quiero verme hermosa para él.De repente, mientras ato mi cabello en un semi recogido, dos gotas de sangre descienden de mi nariz y un fuerte dolor de cabeza me obliga a sujetarme las sienes co
ThéoMi corazón da un vuelco al ver a Evadne desplomarse contra el duro suelo del salón de fiestas en el palacio. A penas alcanzo a tomarla entre mis brazos y evitar que su cabeza golpee la piedra con violencia. Sin embargo y a pesar de mi pronta reacción, un par de hilos de sangre comienzan a manar de su nariz como si el daño hubiese sido mucho mayor.La gente que se encuentra reunida en el salón queda en completo silencio, uno que solo aumenta la angustia en mi pecho. Tardo un par de segundos en reaccionar, pero ella… ella no despierta, no abre los ojos.—¡Ayuda! —consigo gritar.El primero en venir a socorrerme es Killian. Con cuidado trata de quitarme a Evadne de los brazos, pero yo me rehúso. Afianzo su cuerpo contra mi pecho y levanto mi mirada desafiante y territorial hacia quien ha sido mi consejero desde que puedo recordar.—Saca a todos de aquí, la fiesta terminó.—Por supuesto, mi señor.Me pongo de pie con Evadne en mis brazos y me la llevo a toda prisa hacia la habitación
Théo—Sé que todavía no puedes aceptarlo, pero esto es inútil, no hallaremos nada —me dice Evadne con desgana. Se encuentra sentada en una silla cómoda y no se mira nada bien. Tal vez es porque ya no necesita aparentar que no sucede nada, pero de un día para el otro, de pronto su semblante se entristeció y las energías la están abandonando. Me duele demasiado verla en ese estado.Desde que me confesó que tiene una enfermedad que amenaza con apartarla de mi lado hace a penas tres días, no he parado de buscar una solución al respecto. Sabía que Evadne me ocultaba algo, pero nunca creí que fuese esto. Imaginar mi vida sin ella me es completamente imposible. Es mi destinada, mi Mate, la razón de mi vida junto con mis cachorros por nacer, y no puedo permitir que su vida se apague sin siquiera haberlo intentado.—Yo no me he rendido, por favor no lo hagas tú. Tiene que existir una respuesta para la enfermedad. Ya envié personalmente a Killian a hablar con la reina Elowina, quizá la magia
EvadneLa oscura silueta que aparece en la entrada de la puerta parece un fantasma en medio de la noche tormentosa. De pronto se desploma en el suelo y de inmediato todos corremos para ver de qué o quién se trata. —Espera, podría ser peligroso —dice Théo interrumpiendo mi camino.—No creo que sea nada peligroso, déjame ver —respondo apartando su mano. Odio que ahora me trate como una lisiada que no puede hacer nada por sí misma. Sé que se preocupa por mí, pero no puedo evitar sentir que lo que lo mueve es la lástima.Al final los dos nos terminamos acercando a la silueta. Por el vestido sucio y los pies blanquecinos sobresaliendo, me doy cuenta bastante rápido de que se trata de una mujer. Por mera inercia me agacho y le descubro la capucha negra que le cubre el rostro.Théo se agacha, la toma de los hombros y le da la vuelta. Ambos soltamos un jadeo de asombro. Él no puede evitar soltarla de nuevo y se aleja como si de repente esa figura inconsciente pudiera hacerle daño.Un nuevo
EvadneMi cuerpo se congela y un escalofrío recorre mi espalda al escucharla llamarlo “mi amor”. Doy un paso hacia atrás, casi involuntario. Théo se queda inmóvil, pero mi hermana sigue con la mano extendida, esperando que él se acerque. —¿Buscarte? ¿De qué estás hablando Calliope? —No lo sé con certeza… yo… no puedo recordarlo —dice sosteniendo su cabeza.—Hermana, ¿qué te sucedió? —cuestiono, pero manteniendo la distancia. Cubro mi vientre cruzándome de brazos, aunque dudo que eso oculte lo abultado.—Yo… —frunce el ceño tratando de recordarlo—… tenía que huir del palacio, alguien trataba de matarme.—Había una conspiración en el palacio, mataron a todas las Lunas que se embarazaban de mí. Pero, Calliope, yo te vi muerta. Te encontré fría como un témpano de hielo en esta misma cama. Ella levanta los ojos hacia él, puedo ver el anhelo que hay en ellos. Creo que mi hermana no tiene idea de que han pasado más de cinco años.—Perdóname Théo, pero tuve que fingir morir para que no me
Théo¿Podría existir una fuerza externa que, de manera macabra y retorcida, disfrute planteándome desafíos aparentemente insuperables? Jamás habría imaginado, ni en un millón de años, que Calliope resurgiría de la muerte, como si el tiempo no hubiera dejado su marca en ella.Prometí a Evadne que abordaría el asunto con serenidad para no perturbarla, pero me resulta difícil contener la verdad y no revelársela de una vez. Ingreso nuevamente a la habitación, anhelando por un instante que todo sea solo un sueño y que ella no esté presente. Sin embargo, Calliope me recibe con una sonrisa y los brazos abiertos.—Théo, mi amor, ¿qué sucede con mi hermanita? Creí que ustedes dos se detestaban —dice con voz suave.Evito responder esa pregunta. En cambio, me deslizo en la cama y tomo asiento a su lado. No puedo pretender que no me afecta verla aquí de nuevo, con su piel cálida y la sangre fluyendo por sus venas. El día que la encontré muerta fue devastador para mí. En aquel entonces creí tener