EvadneLlevo cabalgando algunas horas en el caballo. Una capa negra cubre mi cabello rubio y la tierra que ha ensuciado mi falda cuando desenterré a los lobos me sirve como disfraz para aparentar que solo soy una mujer loba del campo.Entre más me alejo del castillo, más siento cómo el paisaje va cambiando de aspecto. Me alejo de las casas refinadas y las pistas cubiertas de un pavimentado de piedra para entrar a áreas más rurales.Estar aquí me trae muchos recuerdos de mi infancia, esos en los que éramos felices. Calliope y yo solíamos venir todos los veranos, aprovechando que para este lado del reino suele dar mucho más el sol. Al final de uno de los caminos del bosque había un hermoso lago en el que podíamos zambullirnos por horas.Arribo al pueblo de Faerestead casi para el mediodía. Con mi rostro oculto bajo la capucha nadie se percata de mi presencia. Los lobos campesinos andan de un lado para otro, ocupados en sus propios asuntos. Este no parece un lugar donde alguien conspirar
ThéoEvadne ni siquiera se dio cuenta de que la he seguido todo este tiempo. No me sorprende que haya escapado; de hecho, lo esperaba. Cuando uno de mis sirvientes me avisó que la vio irse hacia el bosque, no dudé en seguirla.Pude haberla hecho regresar, pero me sentí más atraído por saber qué era lo que se proponía hacer. Me costó un poco seguirle el rastro, para cuando la encontré, ya llevaba un tramo del camino avanzado, así que no sé qué fue lo que hizo primero en el bosque oscuro.No obstante, mi atención y nervios se dispararon cuando la vi entrar a esa taberna de mala muerte. Pensé incluso que tal vez mi Luna es la que está implicada directamente en toda esta aparente conspiración. La desconfianza creció en mí, pero cuando vi que esa chica iba a golpearla, no pude contenerme de intervenir.El otro lobo me tomó por sorpresa, tengo que admitirlo. Seguramente no me habría lastimado de haber sabido de ante mano quién era yo. Ahora todo el pueblo de Faerestead sabe que estoy aquí;
EvadneDe no haber sido por la repentina aparición de Théo en el pueblo, no sé qué hubiera pasado conmigo, sin embargo, no puedo sentirme del todo agradecida; el hecho de que se encuentre aquí ahora mismo significa que me siguió. Una vez más me demuestra que no puedo confiar en él, no solo me encerró, sino que ahora intenta controlar cada aspecto de lo que hago. Él me mira con una ceja enarcada al escuchar mi respuesta sarcástica. Por supuesto que no creo que eso vaya a suceder en realidad, pero si quiere ser bromista, yo también puedo hacerlo.—¿Crees que estoy aquí porque no puedo vivir sin ti? —cuestiona.—No lo sé, Théo, si no me lo dices no podré adivinarlo —contesto mientras termino de curar su herida.En realidad, esto no es más que un formalismo, porque su piel ya está sanando por sí sola, pero me sentí en la necesidad de hacer algo por él, al menos como forma de agradecimiento. —Desobedeciste mis órdenes, me desafiaste —contesta inclinándose en el asiento, yo evito su mira
ThéoEl regreso al castillo estuvo más cargado de silencio que de otra cosa. Evadne se queda dormida en mis piernas sin darse cuenta, y no tendría problemas con ello de no ser porque esta noche no deberíamos estar cerca. Durante cinco años he evitado su compañía en las noches de luna llena, la única noche del mes en la que la libido de los hombres lobo no se puede controlar.Siempre y cuando no esté cerca de nadie en ese momento, puedo pasar la noche solo aullándole a la luna y dejando que mi lobo tome el control, pero ahora mismo se ha oscurecido y la luna ya se encuentra álgida en el cielo. Estoy luchando por mantener el control, pero se me hace difícil si tengo su cuerpo caliente sobre una zona demasiado cercana a mi entrepierna. Evadne despierta y me mira con esos enormes ojos verdes, anhelantes, deseosos. O quizá me lo estoy imaginando, pero ¡joder!, esa manera de retarme me vuelve loco, y solo pone pensamientos de sometimiento en mi cabeza. El problema es que lo único que se m
EvadneThéo aprieta los labios con furia, su agarre en mis brazos no disminuye. Las llamas de la tensión arden en su mirada, pero algo en sus ojos delata un atisbo de incredulidad.—¿Qué has hecho qué? —inquiere Théo, sus dedos aprietan con más fuerza mi piel. Nuestras miradas chocan en una batalla silenciosa, y puedo sentir cómo la revelación apaga gradualmente la chispa de deseo en sus ojos.Hubiera preferido mantener en secreto mi maniobra, pero la urgencia de frenar lo inevitable me obligó a confesarlo antes de que sucumbiéramos nuevamente a la pasión prohibida. Es demasiado peligroso tenerlo tan cerca en la luna llena.—Lo que oíste. He buscado un reemplazo para ocupar mi lugar.Théo suelta un gruñido frustrado, y sus dedos se aflojan un poco, aunque no lo suficiente como para liberarme por completo. Mi confesión ha hecho mella en su deseo, pero la batalla aún no está ganada.—¿Estás loca? No puedes hacer eso —dice Théo, su voz parece llena de incredulidad.—Claro que puedo. Las
ThéoMientras veo a Evadne irse y cerrar la puerta tras de sí, una furia desmedida se apodera de mi ser. Juro que soy capaz de matar a esta tonta concubina si no tiene una buena explicación sobre su aparición repentina en la habitación real. Por su culpa, Evadne vuelve a pensar las cosas de manera equivocada y he perdido la oportunidad de tenerla entre mis brazos otra vez para comprobar mi teoría.Giro sobre mis talones para encarar a Faelan, pero ella ya se encuentra de pie y está cubriéndose el cuerpo con una capa más gruesa.—¿Se puede saber qué demonios estás haciendo en mi dormitorio? —Mi señor, usted me pidió que fuese los ojos y oídos en este lugar, y he venido a traerle información sobre lo que escuché.Aprieto las manos en puños. Sí, es verdad que yo le dije eso, pero no esperaba que se lo tomase tan literal. —Más te vale que la información sea buena, de otro modo no toleraré que vuelvas a cometer un atrevimiento como este. ¿Qué necesidad tenías de decir todo eso frente a
EvadneTengo que ser fuerte, no debo llorar. Mientras Théo se ve obligado a la visita con Ravenna y su padre, yo no puedo hacer más que mirar desde la distancia como cuando era una pequeña niña que se escondía detrás de los muros, anhelando el amor de su hermana mayor.Un par de lágrimas recorren mis mejillas sin que lo pueda evitar. Ante Théo trato de ser dura e indiferente, pero por dentro estoy destrozada y derrumbada. ¿De verdad él cree que quiero cederle mi puesto a alguien más? Viviría mil años de indiferencia a su lado si no fuera por esta maldita enfermedad.Tengo que correr lejos del jardín cuando un nuevo ataque de tos amenaza con que sea escuchada. Consigo entrar a un baño del palacio para poder expulsar un nuevo coágulo de sangre directo de mis pulmones. Como un recordatorio, una punzada fuerte en mi vientre me recuerda que debo seguir manteniéndome fuerte, no puedo morir hasta dar a luz a mi cachorro.—Lo sé, lo sé —susurro—, entenderás mis acciones cuando seas grande.
ThéoDos días han pasado desde la visita de Ravenna y su padre. Dos días en los que no he visto a Evadne si no solamente en las ocasiones sociales del reino en el que ambos debemos estar juntos. Sin embargo, ella se ha limitado a hablarme solo lo estrictamente necesario, y siempre evita quedarse a solas conmigo.Ni siquiera me di cuenta de en qué momento surgió un muro entre los dos. ¿Cómo demonios fue que pasamos de que ella me suplicase amor a esta fachada de indiferencia en la que parece no importarle nada más? Ahora me doy cuenta de que he sido un idiota. Siempre la he tenido a mi lado y pensé que eso sería así hasta que yo lo quisiera; pero que imbécil fui… ¿Por qué no me di cuenta antes? Yo no quiero apartarla de mi lado, pero todo lo que sembré en estos últimos años ha sido desprecio y malos tratos hacia ella. Ahora estoy cosechando las consecuencias de mis acciones.Siempre la veo custodiada por su doncella, Thalia es un problema porque no me permite acercarme a ella, pero es