EvadneHan pasado varios días desde mi última conversación con Théo y todavía recuerdo claramente su rostro desconcertado cuando le pedí esa fecha límite. —¿Un año? ¿De qué estás hablando Evadne? —me preguntó con desconcierto.—Te prometo que, si en un año no consigo darte un heredero, me rendiré y aceptaré que te impongan otra Luna, incluso esa concubina si quieres. —Pero… ¿por qué ahora? ¿por qué repentinamente quieres ponerte un tiempo límite cuando lo hiciste hace cinco años?La pregunta me supo como un trago amargo. Es porque ya tengo un tiempo límite, aunque ni siquiera puedo estar cien por ciento segura de ello. —Porque me cansé Théo. Me cansé de tus malos tratos y de tu indiferencia. Es inútil seguir luchando contra la corriente, pero al menos quiero irme sabiendo que lo intenté hasta el final.Di media vuelta y lo dejé con la palabra en la boca. Théo no supo qué responderme y preferí que así fuera. Desde entonces he tratado de evitarlo, en especial cada vez que veo a esa
Théo¿Evadne estaba a punto de golpear a la concubina? Debo estar soñando. Me mantengo firme mientras todavía le sujeto la mano con firmeza, pero evitando presionar demasiado fuerte.—Su alteza —dice Faelan haciéndome una reverencia—. Solo conversaba con la Luna Evadne sobre la visita de nuestra curandera, la Beta Alita.Noto que Evadne le lanza una mirada de odio, si fuese posible acabar con la vida de alguien a través de los ojos, ella ya estaría enterrada tres metros bajo tierra.—¿Ha venido la sanadora? No sabía nada de eso.La chiquilla le vuelve a gruñir, se deshace de mi agarre y gira sobre sus talones para enfrentarse a mi mirada.—Solo vino a una visita rápida, quería verme, es todo —explica.Sin embargo, yo no soy tonto, no me creo esa mentira. Hace algunos días ella me dio un tiempo límite… un año. ¿Qué podía decirle? ¿Suplicarle que no se aleje de mí porque es mi Mate? No, esto me lo busqué yo mismo por no querer aceptar mis sentimientos desde un principio.De todas forma
EvadneNi si quiera sé cómo pude alejarme de Théo sin que me temblaran las piernas. No sé si reírme de mi mala suerte o sentir lástima por mí misma. Cinco años deseando que él me mirase diferente, y cuando parece que por fin lo hace, ahora yo no puedo corresponderle.Camino de un lado a otro en la biblioteca del castillo. Se supone que estoy aquí para mejorar mis clases del idioma vampírico, pero no puedo concentrarme en nada de eso porque no puedo sacarlo de mi mente.Acaricio mi vientre con dulzura, ahora que sé que un pequeño cachorro crece en mi vientre todas mis prioridades cambiaron. Tengo que proteger a este bebé a toda costa, no importa mi seguridad ni nada más, solo me importa él.—Lo único que lamento es no poder estar ahí para verte crecer —susurro.Un par de pasos apresurados me hacen sobresaltar del asiento, pro un momento pienso que alguien me habrá escuchado, pero me relajo al ver que se trata de Thalia.—Majestad, ¿todavía sigue aquí? Debe ir a descansar.—No puedo dor
EvadneSigo a Théo sin oponer resistencia, consciente de que no me conviene quedarme sola en este lugar. Justo antes de girar en el pasillo, mi atención se captura por la visión fugaz de una capa ondeante, retirándose en la distancia desde la esquina de un muro lejano.¿Habrá percibido quien me seguía que yo estaba escuchando? La incertidumbre me envuelve, pero en este momento, más que nunca, sé que debo mantener extrema precaución. Cualquier detalle podría ser crucial, y mi instinto me insta a estar alerta, como si las sombras mismas estuvieran conspirando en los recovecos de este palacio antiguo.—Te noto distraída, ¿estás segura de que no pasa nada? ¿Esos lobos han vuelto a atacarte? —pregunta Théo deteniéndose en frente de los jardines del palacio.—Mmm, lo siento, es que no dejo de pensar qué es lo que te propones, ¿a dónde me llevas?—Quería mostrarte algo especial.—No sé si sea buena idea que…—Evadne, ¿quieres por primera vez en tu vida dejar de llevarme la contraria? Siempre
ThéoEsto no puede ser real, debe de haber algún error. Orión, Malachai y Declan no pueden haber perdido la vida. Mi mente se convierte en un torbellino de incredulidad mientras persigo apresuradamente a Killian, con Evadne a mi lado. Mi intención inicial era mostrarle la habitación que mandé a construir para el futuro heredero, con la esperanza de revelar un lado más vulnerable de mí que nunca le había compartido.Sin embargo, la urgencia de la situación desvía mi atención. Esta nueva amenaza exige nuestra total atención y precaución. Si lograron acabar con la vida de tres de mis mejores soldados, entonces los individuos que intentaron hacerle daño a Evadne son considerablemente más peligrosos de lo que jamás hubiera imaginado.Killian se encargó de traer los cuerpos con la mayor discreción posible, ahora mismo los tiene cubiertos por una sábana en el área de los establos. Cuando veo los cuerpos tendidos en el piso, una parte de mí no se cree que sea verdad. —Descúbrelos —ordeno.K
EvadneSé que Théo me pidió dormir, pero no puedo pegar ni un solo ojo. Doy vueltas en la cama vacía, que se siente tan gigante sin él a mi lado. Todavía mantengo frescos los recuerdos de esa noche en mi mente… pero tengo que desprenderme de esa ilusión. Todo sucedió porque así lo planee y no va a volver a pasar, aunque lo anhele demasiado.Me coloco una capa suave y abrigadora y decido salir a caminar por los pasillos oscuros y desolados. No puedo creer que realmente esos soldados estén muertos… lo que escuché por error en la biblioteca ¿tendrá algo que ver? Sus palabras regresan a mi memoria tan claras como si las hubiese vuelto a oír en ese instante: “Resuelve el problema, si los encuentran no tardarán mucho en dar con nosotros…” Debería compartir lo que sé con Théo, tal vez él pueda descubrir de qué se trata todo esto antes de que sea demasiado tarde.Con esa idea en mente, me apresuro para encontrarlo. Imagino que a estas horas debe estar en el salón del trono, si no, en el bal
EvadneEl carruaje tirado por los caballos negros del reino y un jinete nos conduce hasta la última casa que visitaré hoy. Estoy exhausta y eso empieza a notarse en mi cuerpo. El dolor de cabeza que me aqueja es insoportable. Thalia se da cuenta, porque de inmediato saca un pañuelo frío y lo coloca sobre mi frente.—No debería esforzarse tanto, mi señora, este esfuerzo físico la desgastará más rápido, tiene que pensar en su…—¡Shh! Calla, podría escucharte —susurro señalando al jinete del carruaje.—Tiene que cuidarse, si no se darán cuenta más pronto de… ya sabe.Asiento con lentitud. Sé que tiene razón, debo ser ultra cuidadosa, en especial ahora que sé que buscan deshacerse de mí. Aunque eso no debería ser una sorpresa total, después de todo, el consejo se reunió en mi cara para decirme lo de la concubina. Sin embargo, no creo que sean ellos los que estén trabajando desde las sombras para matarme.Finalmente, el carruaje se detiene llegando a nuestro destino: la casa de la manada W
Evadne—¿Es eso cierto? —pregunta Théo sosteniendo mi quijada entre sus dedos. Ni siquiera le importa que mi boca apeste a vómito.Me alejo de él y por consiguiente del charco maloliente que está en el suelo, tomo de forma brusca a la Omega boca floja y ejerzo más presión de la que debería en su brazo.—No repitas esas cosas fuera de aquí, yo no estoy embarazada —digo con firmeza.De pronto siento un movimiento en mi vientre, como si mi cachorro hubiese escuchado que lo acabo de negar. No quiero hacer esto, pero luego de lo que escuché y la posible amenaza al heredero, no puedo darme el lujo de pregonar a los cuatro vientos que ahora tengo una liana en la frente para que me maten.—Lo siento, mi señora, fui imprudente.Tomo un pañuelo y me limpio la boca del mal sabor, pero el que me queda de manera metafórica no pretende abandonarme.—Evadne —insiste Théo, sin embargo, yo no pienso darle pie a que saque conclusiones apresuradas. Si le confieso lo de mi embarazo, ¿acaso cambiaría algo