¿Uso ropa interior de abuela? Ésa es la cuestión. Como luego existo.Por un momento hubo silencio. Los pájaros cantaban, la luz del sol salía, el aire no tan puro por la contaminación urbana se respiraba, sin embargo ¿Qué acababa de escuchar?Ah, carajo, ¿porqué preguntó eso a la persona más frívola y sin sentido en el mundo? Abbey no lo sabía. Su rostro lo sentía en llamas, ni de broma miraría a Alastor a la cara luego de esa penosa y ridícula pregunta. Llevó ambas manos a su cara cubriendo su boca en el proceso, evitando que más oraciones estúpidas arruinen su coeficiente intelectual. Antes de decir nada más, sintió una mano grande y fría en su cabeza, acariciandola como si fuera algún tipo de San Bernardo. —No creí que fueras tan tonta, amateur—Abbey subió la mirada a pesar de su bochorno. Las palabras de Alastor sonaban hirientes, sin embargo el tono de su voz era suave y carente de asperezas, como si esas palabras fueran absolutamente lo contrario a lo que quería transmitir. Lo
—Sólo probaré un poco antes de nuestra cita—pasa la lengua por su labio inferior con sensualidad. Jadeó incrédula ¿Desde cuándo Evan era tan sensual? ¿Estaba en un sueño otra vez? Sin embargo, la humedad entre sus muslos, corroboraba a la verdad y la realidad. Nope, este era el mundo real. ¡A cien! ¡Todo su cuerpo iba a cien! Cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás al sentir sus labios calientes en uno de sus senos. Succionó con fuerza para luego calmar el ardor con una lamida lenta y encantadora. Sus cuerdas vocales no le pertenecían, esa era la única respuesta que tenía para el sonido tan bochornoso que salió de su boca. —Oh sí, tus gemidos son celestiales. Déjame escucharlo más seguido. Volvió a hundir su cabeza entre sus pechos, pero esta vez agarró entre sus dientes la tela suave del sostén y lo empezaba a bajar con lentitud. La espera se le hacía tortuosa. Sentia que iba a salir fuera de su piel.—E-evan, por-r..por favor...Se detuvo y la miró a los ojos. Malicia y picard
A veces, desearlo con todo el corazón. No es suficiente. —¡Lo estás haciendo mal! ¡Otra vez!Alastor se tragó un gruñido de molestia, con un brazo encima de sus ojos. Ya perdió la cuenta de las veces que cayó al piso de parqué, sin poder realizar correctamente su coreografía. Estaba tumbado de espaldas, jadeando de cansancio. Sudaba a mares y la vista ya se le emborronaba.El coreógrafo gritaba a un volumen que debería ser ilegal y ser considerado polución sonora. Era un sonido peligroso para la humanidad. Al ritmo de la música moderna lo intentó una vez más, pero como venía haciendo hace una hora, perdió el equilibrio al tropezar con sus propios pies, terminando desparramado en el suelo. El coreógrafo, ya perdiendo la paciencia se acercó a pasos pesados—. ¡Ya deberías haber perfeccionado este baile! ¡Y lo sabes!No tenía ni ganas ni fuerza para discutir algo tan obvio por lo que tan solo asintió. —Es cierto. Lo siento mucho.—¡Descansa! ¡Con un baile tan mediocre una estrella en
Alastor hizo una maniobra digna de un maestro al detener el paraguas, su capucha y el cuerpo de Abbey en sus brazos, arreglandoselas para no mojarse en el proceso. Fue una casualidad enorme que él hubiese preferido caminar en vez de ir con Henrick a casa. La tormenta lo agarró a mitad de camino y para acortar distancia cruzó hacia la tren station. Pensó que estaba alucinado por la pelea de horas atrás cuando vio a una muchacha increíblemente parecida a Abbey sentada en medio de la tormenta en esa vieja banca de madera. Se rió mientras se acercaba, de seguro solo es su imaginación, pensó. Sin embargo, al acercarse más, el horror lo instó a correr para llegar más rápido. Sí, definitivamente no era una ilusión,ni su imaginación, era la verdadera Abbey, mojada hasta los pies, y fría como la nieve.Su cuerpo cayó sin fuerzas a sus brazos —. ¡Abbey! ¡Arriba! ¡Tenemos que sacarte de aquí! ¿Qué clase de tonta eres que ni siquiera tienes un paraguas?Abbey no contestó y Alastor trató de levant
Por impulso se colocó frente a Abbey protegiéndola de los flashes crueles de los reporteros. —¡Alastor! ¿Entonces las fotos son ciertas? ¿Quién es ella?Abbey se refugió detrás del esbelto pero alto cuerpo de Alastor. Los reporteros le daban mala espina y la remontaban a malos recuerdos del pasado.—¿Es un revolcón?Alastor dirigió una mirada fulminante y para nada amigable a ese reportero que retrocedió medio paso ante su aura intimidante.—¿Entonces es tu novia? ¿Van a decirlo oficialmente?Alastor estuvo a medio segundo de soltar comentarios para nada amables a esa mujer periodista o de sujetar la mano de su amiga y ponerse a correr como atletas en plena formación para escapar sino fuese por el chillido de Abbey. Un automóvil BMW bastante atractivo y de color negro se dirigía a toda velocidad hacia ellos, derrapó hasta detenerse a centímetros de su cuerpo. Abbey tembló y Alastor exhaló. En menos de un suspiro un hombre con anteojos abrió la puerta del coche y gritó. —¡Ama! ¡Súb
El ambiente estaba en silencio, más no tranquilo. Un torbellino en llamas irrumpe en la habitación sin ningún reparo. El torbellino castaño estaba ardiendo de la furia y ¿Quién lo iba a culpar? Arriesgó su pellejo para salvarla del peligro,mientras que ese niño mimado multimillonario hacía ¿qué? ¿Estando en una de esas salas para ricachones haciendo que los demás laman sus botas?Los encontró en una sala frente a frente con las manos entrelazadas por encima de la larga y gruesa mesa. Por dentro sonrió pese a como se sentía, ya tenía en mente un buen uso a esa mesa. Imaginó golpeando la cabeza de Evan Jones contra ella y una satisfacción increíble recorrió su espina dorsal.Sin siquiera darle tiempo a levantarse, lo agarró del cuello aprovechando la diferencia de estatura y lo lanzó contra la pared más cercana. El chillido de Abbey no fue suficiente para que él se detuviera, no, de ningún modo, ese bastardo se ganó todo lo que estaba por recibir.—¿Porqué jodidos la dejaste bajo la
—¡Por Dios! ¡Llevamos ensayando horas! ¿Porqué no te lo tomas enserio y haces bien los pasos?—¡Me lo estoy tomando enserio!—Evan ladró—. ¡No estoy en el suelo por gusto!Maldiciendo a ese bailarín de feria, se levantó por milésima vez cuando Alastor puso la música y trató de seguir el ritmo, contar los pasos, acordarse de la coreografía, mantener la postura y justo al hacer una vuelta...Bum, directo para el suelo.Su cabeza sonó tan fuerte que tuvo que agarrarsela por el dolor. —¡Tú, niño rico!—Alastor perdió la paciencia, con la cara distorsionada por la irritación —. Tienes excelentes reflejos, incluso al pelear, entonces ¡¿Porqué no puedes bailar?! ¡¿Qué es eso?! —¡¿Con quién crees que estas hablando?!—Evan saltó para encarar a ese bastardo, sin modales. Lo apuntó con el dedo—. ¡No puedo evitarlo! ¡Nunca antes había bailado!—¡Ah! ¡Mierda!—El castaño suspiró mientras se pasaba las manos por el cabello—. Tengo más trabajo del que creí—Se cruzó de brazos—. Entonces voy a enseñarte
Salió del estudio con rumbo a la parte trasera, en donde había una pequeña heladería. Todos la miraban raro pero no le importaba. Sólo quería llegar tan rápido como fuera posible junto a Evan y entregarle un helado. De su sabor favorito, obviamente, estaba segura de que su azúcar estaba por los suelos, porque hoy no lo vió comiendo nada dulce.Tarareando feliz y comiendo su propio helado, se detuvo abruptamente al ver a Evan poniendo todo de su parte en el estudio de danza. La puerta estaba abierta, por lo que podía escuchar el retumbar de la música, el chirrido de sus zapatos deportivos en el piso especial para baile y a Evan dando hasta su alma allí. Sin pensarlo dos veces corrió hasta él. Mal, mal hecho.Evan giró en ese momento, en un paso de coreografía sin fijarse que alguien más estaba en su pista de baile. Vió de refilón que una cabellera blanca se desordenaba a la par que él también caía con ese cuerpo extraño.Giró su cuerpo, la asió de la cadera y esperó pacientemente a qu