Evan besó la frente de Abbey, continúo dejando besos en su cachete y cuello. Abbey se retorció bajo las caricias de su novio.—Evan…—gimió cuando sintió los dientes de él le pellizcaron la unión de sus senos, debajo del sostén.Pensó que seguiría, sin embargo, levantó la cabeza. Abbey arrugó el ceño, confundida.—¿Qué pasa? ¿Por qué no sigues?Evan entrecerró los ojos, viendo un costado de la cabeza de ella.—Espera un momento.Fue a paso pesado hacia la puerta bajo la mirada atónita de su novia. —¿Eh? ¿Evan?—se tapó con la sábana mientras lo veía cerrar la puerta con llave, bajar las cortinas e inclusive apagar su propio celular.Evan fingió limpiarse el sudor de su frente mientras suspiraba con alivio.—De este modo nadie nos interrumpirá.Abbey aguantó una carcajada. ¡Su novio está desesperado!—Perdón por hacerte esperar, Abbey—Evan le acarició la mejilla. De repente a Abbey un tipo de ira le subió por la espina dorsal. Agarró una almohada y miró a Evan.—¡Maldita sea! ¡Arruina
Ha pasado un año desde que Evan fue a Canadá. Mantuvieron el contacto tanto por llamada como por videollamada, todos los días, así que no se perdió el interés el uno con el otro.Pero un día, todo cambió. Abbey sintió que el corazón se le rompía al leer el mensaje que le envió su prometido.—Lo siento, Abbey. Estoy muy ocupado con el trabajo. No sé cuándo podré volver a hablar contigo.Ese fue el último rastro de Evan que Abbey recibió. Por más que intentó comunicarse con él, no obtuvo respuesta alguna. Ni una llamada, ni un mensaje, ni un correo. Nada.No podía soportar más la incertidumbre y el dolor. Decidió tomar el primer vuelo a Canadá, dispuesta a encontrar a su prometido y aclarar las cosas.Al llegar a Canadá, ella quedó maravillada con la belleza del país. Los paisajes, la cultura, la gente. Todo le parecía fascinante.—¡Qué lugar tan hermoso! ¡No me extraña que el turismo en Canadá sea tan popular!—exclamó, mientras caminaba por las calles con su maleta—. Seguro que Evan se
La sorpresa solo tardó en su sistema dos segundos. —¡Abbey!Evan la vio desde el barco y se lanzó a correr hacia la entrada, donde unos trabajadores estaban a punto de retirar la escalera.—Vamos, ya zarpamos. Quiten eso de ahí...Pero Abbey no se dio por vencida. Aceleró el paso y se abrió paso entre la multitud.—¡Dejen esa escalera en su sitio! —gritó, haciendo que los trabajadores se apartaran asustados.Subió los escalones de dos en dos, con el corazón en un puño. Solo quería llegar al barco y abrazar a su prometido. Pero el barco ya se había separado del muelle.Miró hacia abajo, al mar inmenso y oscuro. No sabía nadar.—No lo voy a conseguir...Los trabajadores le gritaron desde abajo:—¡Para!—¡Es muy peligroso! ¡Te vas a caer!Abbey cerró los ojos.—Solo quiero estar con Evan...—¡Abbey! —la voz de Evan resonó desde el barco. Estaba en la puerta, con los brazos abiertos y una sonrisa radiante—. ¡Ven! ¡Salta y yo te cojo!Abbey le devolvió la sonrisa, retrocedió unos pasos pa
—¡Oh, no, están secuestrando al CEO Jones!—¡Tío Mont!—Evan lanzó un grito desesperado mientras se aferraba al pasamanos y observaba cómo los secuestradores arrastraban el cuerpo inerte de su tío a una lancha rápida.—¡Evan, no hagas ninguna locura!—Abbey abrazó a su novio que estaba a punto de saltar desde el piso de arriba hasta la cubierta del crucero para perseguir a los que se llevaban a su tío.El mayordomo, que estaba cerca, se dirigió al personal del crucero:—¡No se queden ahí parados! ¡Llamen a la guardia costera ya, es una emergencia! ¡Movilicen a los uniformados!Abbey seguía con la vista fija en la lancha que se alejaba, sin poder asimilar lo que acababa de pasar.—¿Qué está ocurriendo? ¿Qué ha sido todo esto?Stephen cogió una manta y la puso sobre los hombros de Magali, para que se sintiera un poco más protegida.—Es increíble que esos individuos hayan sido capaces de secuestrar al CEO Mont Jones.—¿Qué?—Abbey se giró hacia el mayordomo—. ¿Sabes algo Stephen? Tienes que
Mont recibió el puñetazo número 45 en la cara. La sangre le salpicó los labios y los dientes. Los escupió con rabia, sin apartar sus ojos rojos de los que lo rodeaban.Uno de ellos soltó una carcajada al verlo tan maltrecho y desafiante, como si aún tuviera fuerzas para intimidarlos.—¿No te das cuenta de que te has buscado esto tú solito? —le espetó—. Si nos hubieras hecho caso cuando te lo pedimos amablemente, te habrías ahorrado este sufrimiento. ¿O es que te gusta que te peguen?El otro chasqueó la lengua.—Bueno, no importa, si es ese miedoso niño, estoy seguro de que sí vendrá y aceptará de buena gana el trato.—Vamos a obtener un montón de dinero gracias a ti…Mont sonrió mientras saboreaba el sabor de su propia sangre en su boca.—Mi sobrino…no es ingenuo, ¿Saben?En ese momento, un enmascarado secuaz abrió la puerta con fuerza.—¡Alerta! ¡Tenemos compañía y se acerca muy rápido!Los demás salieron a ver qué ocurría. Una estela de espuma les seguía. Una moto acuática se lanza
Evan vio la puerta cerrada. Todas las cosas se estaban cayendo en el camarote por el balanceo bruto y desestabilizado del barco que se estaba hundiendo. Él aún en el suelo, con la pierna atrapada debajo de un estante grande y pesado. El agua ya entraba hasta por debajo de su cadera. Miró la cadena que tenía entre los dedos, debajo del agua. La apretó con fuerza. Iba a morir ahí.—Estoy bien con esto—susurró para sí mismo, aceptando el hecho de que salvó a su prometida y que ahora él morirá en paz al saber que ella está fuera de peligro, probablemente—. Solo si Abbey moría no iba a poder con mi propia vida. Ahora estoy bien con mi decisión…El barco hizo otro movimiento brusco lo que hizo que el agua entrara ya hasta su cintura. Recordó la sonrisa radiante e inocente de su novia. —Abbey…—llevó el medallón de la mitad de un corazón a sus labios, recordando que al menos la otra mitad la tenía su prometida y que lo iba a recordar para siempre—. ¡Te amo!La puerta se abrió tan de repente
Algunos años más tarde…—Ama Abbey…—Stephen golpeó la puerta y esperó a que la susodicha gritara “Adelante” para poder pasar dentro de la habitación—. Los invitados ya llegaron.Abbey se giró, desviando la mirada del enorme ventanal de la iglesia. El viento hacía ondear su velo como si fuese una orgullosa bandera. El vestido blanco vaporoso y largo la hacía parecer una verdadera ángel que llegó a la tierra para repartir el bien. Sus doncellas, Jaida y Jane terminaron de arreglar su cabello, sonriendo tan felices por ver a su ama casarse como dijo desde un principio.—Sí, gracias Stephen—sujetó mejor el ramo de novia, les sonrió a sus doncellas para luego agradecerles por ayudarla a vestirse y respiró hondo para sacarse los nervios. Se casaba, no era motivo para estar nerviosa, ¿Verdad?—. Ya voy a ir.(...)—¡Felicidades por tu matrimonio!—El grupo de amigos que estaba presente en la iglesia vino a saludar a la preciosa novia.—¡Amigos! ¡Vinieron!Estaban Mercy, Ryan, Roan, Alastor, Da
Abbey tomó la mano extendida hacia ella, de buena voluntad. Le sonrió a su novio, dentro de unos minutos, ya esposo.—Es extraño—Abbey miró de reojo cuando escuchó el suspiro profundo de Evan mientras el padre comenzaba con el evento—. Todo este tiempo estuve esperando por este día. Y aún así me siento tan nervioso—Él no estaba mintiendo. Sentía ardiendo su nuca y la punta de sus orejas—. Ni siquiera puedo mirarte correctamente a la cara. Te ves demasiado hermosa y perfecta para mí.Abbey suavizó sus ojos al sentirse completamente llena de amor. Conmovida por las palabras de su novio.Así es siempre. Ahí va él otra vez, suavemente aumentando el amor de ella por él. —También te ves muy guapo, Evan.Es por eso que Abbey se enamora de él cada vez más.El padre siguió leyendo el papel en sus manos: —. En la salud y en la enfermedad, deben amarse y honrarse todos los días de sus vidas…—Padre—Evan lo silenció impacientemente, evitando que siguiera con el monólogo. El padre lo miró fijamen