Capítulo 5

Mi necesidad puede que no sea la tuya, pero debes entender que tú me alimentas el ser.

Empecé a desnudarme, quedando en ropa interior. Observé la herida que me había provocado aquél demonio en mi estómago, ya estaba a punto de curarse por completo, el orificio de entrada en la espalda ya estaba bien curado y el de salida estaba a punto de cerrarse.

—Si Julie fuera tan fuerte como una sombra hombre, ya a esta altura estaría curada, pero pasará todo un día para poder recuperarse por completo —susurré, la situación me angustiaba.

Empezaba a ponerme el pantalón cuando escuché una explosión que venía de la sala.

—Mierda ¡Julie! —exclamé.

Salí corriendo y me tropecé con Marcos en el camino. No llevaba pantalones, al parecer había empezado a vestirse de arriba abajo. A diferencia mía que tenía ya puesto el pantalón. Nos miramos y con la vista nos dijimos todo: “Corre”

Ambos salimos disparados, para conseguirnos a un Joss con una pierna desgarrada, tirado en el piso bocabajo sin señales de movimiento, al parecer del apuro no lo habían terminado de asesinar y Julie no estaba en ningún lado.

Inmediatamente llegó Ricardo todo golpeado y con el rostro magullado, respirando de forma audible, tenía varias heridas en su pecho y en los brazos.

—No pude… se la han llevado… eran demasiados —dijo de forma entrecortada.

—Maldita sea —grité con todas mis fuerzas. Sentía que el aire se me acababa.

Todos estos siglos, no me preocupé por ella pues estaba protegida, a salvo, pero ahora en mano de esos demonios sabrían solo los dioses lo que le harían.

—Cálmate, amigo… ayúdame a recoger a Joss —sugirió Marcos colocándome una mano en el hombro.

Volteé para mirarlo, mi corazón estaba a mil por hora. Le quité la mano de mi hombro bruscamente y caminé sin dudar hacia Joss.

Con cuidado lo cargué y lo coloqué sobre el sofá diciéndole:

—Levántate, Joss, despierta.

—Necesitas calmarte, Rut—de repente Marcos hizo un sonido de asombro y terminó diciendo— ¿Pero qué carajo? —miré hacia Ricardo y él tenía los ojos como platos.

—¿Qué? —dije, pero sentía que en mi cuerpo pasaba algo, sentía rabia, desesperación, dolor, angustia; quería saber dónde estaba mi Julie y empezaba a sentir impotencia e ira por no saberlo

—Tu aura se está poniendo roja y tus ojos brillan —balbuceó Ricardo.

Volteé para mirarlo mal, este no era un momento para bromas.

—Rut, tu aura es gris con rojo, nunca vi nada parecido —murmuró Marcos con asombro en su rostro.

—¡Cállense! —grité— Mataré al desgraciado que se haya llevado a mi mujer y juro por los dioses que lo descuartizaré, si le pone una mano encima.

De repente sentí un fuerte dolor en las entrañas y fue tan intenso que lo último que recuerdo es que empecé a gritar del horrible dolor que me invadió en ese momento.

—¡Cárgalo! Algo le está pasando, su aura se está volviendo por completo roja —medio escuché que dijo Ricardo.

—Maldición, Rut es medio Licht… se está convirtiendo —exclamó Joss que se acababa de despertar.

—No… no puede ser… —les contesté intentando respirar, pero el aire me faltaba, no podía respirar con continuidad.

—Eres la sombra que contaban las leyendas. El príncipe de los dos mundos —soló Marcos.

—¿De qué puta leyenda me hablas? —pregunté— y grité con todas mis fuerzas, el dolor me empezaba a quemar todo el cuerpo, sentía que estaba quemándome vivo.

—Una que te contaré en cuanto pase la transformación —contestó Marcos en tono muy serio.

Fue lo último que escuché antes de caer inconsciente.

***

—Rut está despertando —susurró Marcos.

Empecé a despertar, pero inmediatamente entré en conciencia, de que sentía el cuerpo pesado, me dolía todo, pero igual quería ya levantarme, tenía que saber dónde estaba Julie.

—Rut, no te esfuerces llevas días así, aún necesitas recuperarte —me indicó Ricardo.

Al abrir mis ojos vi a un Joss perfecto sentado frente a mí. Marcos tenía una cara de estar muy preocupado y Ricardo me daba una media sonrisa.

—¿Qué-qué-que me pasó? —tartamudeé. Me dolía hasta la garganta. Aún sentía ardor en mi cuello. Intenté moverme, pero me recorrió un dolor por los brazos y piernas.

—Eres el príncipe de los dos mundos… ese que desapareció de las manos de la tercera Reina de las sombras.

—No puede ser —susurré.

La leyenda de la tercera Reina de las sombras decía que esta se había enamorado de un demonio Licht y le dio un hijo. Los Dioses al ver su desobediencia la hicieron desaparecer a ella y a su criatura. Y empezó la cuarta era del reino. Actualmente vivíamos en el sexto reino. Se decía que la diosa de la Oscuridad había encerrado a la reina desobediente en una celda en las profundidades del infiernoy que el demonio padre de la criatura había sido encerrado en los cielos, ambos viviendo tormentos diferentes. Pero jamás se supo nada del hijo de esa Reina. El Rey de ese momento, por la deshonra se entregó a los demonios Licht y a este lo asesinaron sin piedad. El tercer reino fue maldecido por los dioses… y esa es una Era que se intenta olvidar.

—Yo no soy el hijo de ella, sé quién fue mi madre. Mi Padre fue uno de los primeros guerreros, fue quien me enseñó lo que ahora soy.

—Creo que estás equivocado, mi amigo —intervino Marcos e hizo aparecer un espejo.

—Mírate y compruébalo tú mismo.

Tomé el espejo como pude ya que sentía dolor al moverme y observé mi rostro.

Estaba demacrado, supongo que era porque tenía como mínimo tres días sin digerir alimentos; las sombras podían comer y beber como los humanos, a fin de mantener por más tiempo la complexión de nuestro cuerpo. Estaba seguro que esa condición no ayudaba como la combinación de haber caído inconsciente por varios días y no haber podido tocar la noche para así recuperarme por completo.

Mis ojos brillaban, igual que cuando esos desgraciados Licht estaban atentos o en alguna pelea. Si alguna vez me quejé por el color verde de mis ojos, este era el momento de quedarme asombrados por el color, eran verdes oscuro ya no eran verde aceituna; y ahora brillaban, brillaban como los de esos demonios.

—Sí, me cambiaron los ojos ¿Y? no veo cuál sea el problema —alegué negando lo que evidentemente mis ojos veían.

—Observa tu aura —contestó Joss.

—Me observé el brazo y dejé fluir con intensidad mi energía para poder ver mi propio color en ella y lo que vi no lo podía creer, era rojo sangre… escarlata… la más roja de las auras que alguna vez viera en algún demonio Licht.

—Tu asombro nos dice que aceptas lo que eres, eres la mezcla perfecta entre un Licht y una Sombra… el hijo de Sara, la tercera Reina de las sombras… hijo del príncipe del tercer reino de los Licht, Abel… El día de tu nacimiento, dos reinos fueron acabados.

Los padres de Abel, Rey del tercer reino de los Licht, fueron asesinados por las sombras guerreras de ese momento a modo de venganza por la deshonra. Desde entonces los Licht se unieron a los humanos para acabar con nuestros Reyes. Tu nacimiento provocó la era de asesinatos de Sombras de sangre real. Por otro lado los demonios en vez de asesinar a más humanos, matan a los débiles y a los fuertes o poderosos les lavan el cerebro, para que así cacen a nuestros Príncipes y a nuestros Reyes. Es por esto que desde aquellos tiempos los reyes protegen a sus hijos en no darles el trono hasta últimas instancias, esperando hasta el momento de su muerte, para de esa manera evitar tener que ver el asesinato de sus seres queridos.

—¿Por qué jamás se me contó esa parte de la historia? jamás supe de ese acontecimiento.

—No lo sé, simplemente no lo sé —me respondió Marcos.

De forma impresionante la sala se llenó de una potente luz blanca cegándonos a todos. Me levanté con rapidez, viendo al mismísimo diablo por el dolor que sentí, y logré ver como los demás sacaban sus armas y se ponían delante de mí.

—¿Qué coño? ¡Quítense del frente, yo me sé cuidar solo! —exigí, no lograba ver nada por la cegadora luz, que apenas y me dejaba ver sombras.

—Eres el príncipe, debemos protegerte —dijeron al unísono.

Y escucharlos me pareció alucinante.

—¡Aparece de una maldita vez, seas lo que seas! —gritó Joss a la nada.

Una risa de mujer se escuchó por la habitación. Un olor extraño invadió el lugar, era divino muy embriagante.

—Son rosas, príncipe —contestó la mujer respondiendo a mis pensamientos.

¿Rosas? Tengo siglos sin saber de alguna y mucho menos oler una —pensé.

—¿Quién eres? Perdona a Joss por su maldición, tu voz la conozco, estoy seguro —susurré.

Me dio un ataque de tos, eso hizo que vomitará sangre y era gris… era un hecho que era un príncipe, igual que Julie.

—Sí lo eres, estás destinado a ser el próximo Rey, el máximo protector de los humanos… el nunca caminado por la tierra… el nunca existido… el grande… capaz de gobernar a Licht y a sombras a su gusto —contestó la mujer.

—Bajen sus armas, compañeros —exigí.

“Soy Oscuridad”—respondió la mujer y la voz la escuché en mi mente.

—No bajaremos las armas, no sabemos lo que nos amenaza… todo está oscuro no podemos ver nada —contestó Marcos.

Se escuchaba la respiración de Ricardo; al estar en guardia se concentraba tanto que podía arrollar a quien fuera en segundos, estaba excitado por golpear, lo podía oler en el aire.

¿Oscuro? Pero si yo veo luz —pensé.

—Soy Oscuridad —dijo esta vez la mujer en tono alto y solo escuché cuando las armas cayeron al piso, volviendo nuestra vista, ahora podíamos ver todo con normalidad.

La cara de desconcierto de los muchachos cambió a respeto, cuando vieron caminar hacia nosotros a una mujer sumamente hermosa.

Todos se arrodillaron, pero yo decidí quedarme de pie.

La mujer era pequeña máximo media uno sesenta. Cabello negro azabache, piel blanca, las más blanca que alguna vez vi, tenía el cabello ondulado hasta la cintura, sonrió y sus dientes eran perfectos… pero sus ojos… sus ojos eran diferente totalmente negros… no tenía pupilas, ni iris… ¡nada! Eran totalmente negros.

—Son hermosos, con ellos veo en la absoluta claridad y en la absoluta oscuridad —me respondió la diosa.

—Lo siento, no quise ser indiscreto.

Ella sonrió y me tocó la mejilla.

—Conoces mi voz, no te equivocas, porque siempre te he hablado, desde el vientre de tu madre te he cuidado… eres mi hijo especial… no te creé… pero te ayudé a que lograras nacer. La razas de las sombras no conciben con demonios, ustedes son mis hijos y son puros, en todo caso no lo saben, pero pueden concebir con humanos, ya es el momento que se los diga… ¡pero con demonios jamás! aunque el amor de tus padres fue tan profundo, que no pude evitar ablandarme y permití tu nacimiento.

—¿Mis padres dónde están? —le pregunté, quería conocer a mis verdaderos padres.

La diosa se molestó y soltó un fuerte grito haciendo que mis tímpanos dolieran, sentí un fuerte dolor en el estómago y a los segundos salí volando por los aires. Mi cuerpo aterrizó contra la pared, caí de rodillas sobre el suelo, no pude más que mirar a la Diosa asombrado desde donde estaba.

Los muchachos seguían arrodillados, mirando hacia el suelo sin decir palabra alguna, como si no les importara lo que estuviera pasando.

—Tus padres fueron los que te di en tierra, aquellos quienes te criaron. Sobre tus padres biológicos, tú  ya sabes dónde están, ya te lo han dicho —Miró hacia Marcos—, pero jamás los verás, ni sabrás como llegar, así que no lo vuelvas a preguntar… Porque no me importará el destino de los humanos… te mataré si lo vuelves hacer —gritó furiosa Oscuridad.

—Bien… bien… no lo volveré a preguntar —respondí mientras me levantaba, era un hecho que jamás volvería a ver a mis verdaderos padres.

Ella me asintió.

M****a, recuerda bruto, ella puede leerte la mente—pensé.

Oscuridad soltó una carcajada.

—Eres astuto… igual a mí.

—Diosa ¿por qué has venido?

—Para explicarles algo… Ustedes tres, levántense, os ordeno.

De inmediato Joss, Marcos y Ricardo se levantaron. Mirando a la Diosa con respeto y devoción.

—Sé perfectamente, Rut, que odias a los humanos, quiero que sepas que en los cielos unos cuantos dioses se han largado a otras dimensiones, porque ya esta raza les aburre, pero Julie los ama y quiere protegerlos… ella es tuya… no creo que seas tan bruto para perderla por esa manera de pensar tan estúpida tuya —dijo Oscuridad con suspicacia.

—Diosa yo… —ella me interrumpió diciéndome.

—No te estoy pidiendo opinión, las muertes siempre estarán… te creé con el propósito de erradicar a Lichts y así seas mitad uno de ellos… tu propósito es el mismo… “Proteger a los humanos”… si no lo haces serás maldecido… por cada humano que no protejas, un aliado tuyo te será quitado.

—¡Pero qué m****a! —exclamé molesto.

—La primera que morirá será Julie… yo misma bajaré y me la llevaré.

—Entonces ella está bien —murmuré entusiasmado ante el hecho de saber que estaba viva.

—Está viva, que es lo que te interesa —me respondió con una sonrisa.

Al escuchar esas palabras, sentí que mi alma entró de nuevo al cuerpo.

—¡¿Me has escuchado, Rut?! —insistió en tono seco Oscuridad.

—Sí, mi Diosa, sí, lo he hecho.

Ricardo empezó a reírse y la diosa lo miró extrañada.

—Sé que te agrada la idea de poder estar con humanas, desde ahora en adelante una sola tendrás, cuando te enamores; solo para ella vivirás y será humana… bueno, eso creo… pero será fuerte —le dijo la Diosa con tono malicioso a Ricardo, este se puso pálido de la impresión.

—Sí, puedo escuchar sus pensamientos… los de todos —dijo Oscuridad mirando a Joss.

Joss le regaló media sonrisa y Oscuridad caminó hacia él, acercándosele y lo besó.

Marcos puso los ojos como platos, no podía creer lo que veía, no me dio tiempo de mirar la cara de Ricardo, pero estaba seguro que estaba bastante asombrado por lo que observábamos.

Joss la besó lánguidamente tocándole el rostro y la Diosa suspiró entre sus brazos. Joss la abrazó y prácticamente la cubrió con su cuerpo.

De repente Joss salió volando por los aires y chocó contra una de las puertas de la habitación, esta se destrozó toda por el impacto, Joss apenas se pudo levantar.

—Tu lujuria hacia mí te ha maldecido… no podrás demostrarle sentimiento alguno a ninguna mujer, a ningún amigo, a ningún enemigo hasta que llegue aquella que haga latir de nuevo tu corazón.

—Nooo —gritó Joss.

Pero con un movimiento de la Diosa, Joss quedó tendido en el piso inconsciente. Era al parecer una nueva modalidad del guerrero, ese de estar inconsciente a cada rato. Lo miré con fastidio, sí que era tonto al quererse gozar a una diosa, solamente a él se le ocurría.

Ella se dio la vuelta y tenía los ojos brillantes, al parecer el beso la había afectado.

—Deja de pensar estupideces o caerá sobre ti una nueva maldición —me dijo en tono seco y puse de inmediato mi mente en blanco.

Ella caminó hacia Marcos y este le hizo una reverencia.

Oscuridad le sonrió y se cambió de posición el cabello dejando su cuello expuesto.

Marcos la miró, pero inmediatamente bajo la mirada.

—Tú tan correcto, honorable, respetuoso, defensor de humanos sin reproche, fuerte y valiente, tu misión será proteger a esta indulgente sombra —me señalo a mí—, con eso me honrarás y haré que el día que decidas crear otra generación sea de los guerreros más ejemplares y poderosos.

—Gracias mi Diosa, es un honor cumplir con su mandato.

—Hazlo, sino el día que vuelva aparecer en tu camino, serás maldecido como tus amigos.

—Me honrará con cualquier cosa, mi Diosa… las maldiciones siempre tienen un fin… cualquier cosa que usted decida sobre mí, yo la acataré —murmuró con respeto Marcos.

—Tu mujer será feliz, solo eso diré —masculló la diosa, luego unos segundos después siguió diciendo—. Por ser imprudentes ante mi presencia han sido maldecidos y bendecidos —aquí solo miró a Marcos—. Ustedes cuatros crearán el ejercito que protegerá la nueva era de las sombras, ustedes formarán a los nuevos humanos, protegerán a los que ya están y proliferarán el nombre del Dios ausente y lo alabarán… Bienvenidos a la séptima era del gobierno… llamado por ustedes reinado y déjenme decirle que este es el número favorito de nuestro Dios todopoderoso.

Sonreí ante el hecho, ya que por mi parte sí quería que este Dios regresara e hiciera entrar en razón de nuevo a los estúpidos humanos.

—Más estúpido eres tú, al no ver lo que está ante tus ojos, los humanos son engañados, usados por falta de fe y por ignorancia. Ustedes deben unirse y acabar con todos los Licht que puedan, para que más humanos dejen de estar bajo su control y en el mundo puedan de nuevo coexistir las sombras y los humanos. Ellos aun aman, aún se pueden salvar unos cuantos —la Diosa caminaba hacia mí con determinación y usando un tono que denotaba molestia.

Di dos pasos atrás, estaba consciente que no quería hacerla enfurecer.

—Así es… no me hagas molestar. Me iré… tenía varios siglos sin estar en este mundo… Invóquenme cuando me necesiten.

—Así haremos, Diosa —murmuró Marcos y esta sin más desapareció.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo