Días después
Paloma, no paraba de reírse, parecía una niña pequeña disfrutando de una función de payasos que se realizó en el centro de terapia al que asistía Diego, él le pidió que lo acompañara, claro que las intenciones del médico, es que ella empezara a acudir a las charlas.
Después de aquella función el doctor Serrano participó en un baile ancestral con varios de sus compañeros de grupo.
Paloma, mantenía su mirada fija en Diego, y los movimientos que realizaba en aquella rutina de baile. Ella le sonreía y aplaudía, dándole ánimo, pues en días anteriores le había comentado que veía muy complicada aquella danza.
—¿Todo bien? —preguntó una mujer de mirada dulce.
—Sí —respondió Paloma, tomando aire de tanto reír.
—¡Qué linda! —exclamó la señora, observando el abultado vientre de la joven—. Estás embarazada, un bebé es una gran alegría.
—Lo sé —suspiró Paloma, acariciando su barriga—.
Mis queridos lectores un capítulo más de esta historia, que espero la estén disfrutando. Nuestros queridos Paloma y Diego, les ha tocado convivir juntos y al parecer están siendo buenos amigos, sin embargo, ella que es muy sensible, inocente y que la hace falta mucho cariño empieza sentir un afecto especial hacia Diego, quien tiene miedo de volver a amar por todo lo que le sucedió con Pamela, creo que llegó el momento de que ambos se den cuenta que tienen en común mucho sufrimiento a causa de esa mujer.
«—¡No es posible! —exclamó en voz alta despertando a Diego, quien abrió los ojos y se asombró al ver a Paloma, llorando con la fotografía de su familia en las manos» **** El doctor Serrano elevó ambas cejas, parpadeó sorprendido, al ver a la joven, llorando y temblando sosteniendo la fotografía. —¿Qué tienes Paloma? —preguntó— por favor cálmate— La invitó a sentarse junto a él. —No le digas a Iván, que estoy aquí, te lo suplico — sollozó la joven, sin moverse de su lugar. Diego se puso de pie —Discúlpame Paloma, yo no recuerdo conocer a alguien que se llame Iván, o al menos eso creo yo— respondió, bastante confundido. —¿No entiendo qué tiene que ver ese hombre con la foto de mi familia? Paloma, trató de calmarse para intentar hablar, pero las lágrimas y el miedo que Iván le provocaba, anularon las
Paloma, asintió con la cabeza, mientras sorbía su nariz con un pañuelo. —¿Lo conoces? —Fuimos compañeros en el colegio —expresó—, él pertenecía a la banda de música, con sus amigos eran, los populares…yo soy muy distinto a ellos. —Yo creí, y confié en él, en su amor, me casé con Iván...y lo único que hizo fue destruirme —expresó la joven sintiendo como su corazón adolorido sangraba en su interior— yo tenía tantas ilusiones, tantos sueños, lo amaba sinceramente. —Deberías poner una demanda en contra de Iván Arellano —sugirió Diego—, él cometió un abuso contigo, la gente piensa que por el hecho de que no te haya forzado, no es un delito, pero yo no lo considero así, porque tu esposo acudió a todas sus armas de seducción para consumir el acto, con el propósito de buscar venganza; se aprovechó de tu inocencia, de tu ingenuidad, de tu falta de experiencia. —Ladeó su ca
Paloma, suspiró levemente sin que él se diera cuenta, no comprendía como Pamela, no lo valoró, entonces pensó que Diego, se merecía alguien mejor que esa mujer indudablemente, entonces su amigo se sentó frente a ella para desayunar. —Espero te guste— Sonrió él. —Estoy segura que sí —respondió la joven llevándose a la boca la cuchara con huevos revueltos y tocino. —¡Mmm! ¡Delicioso! —exclamó. —Te guardé más en el horno, por si deseas —habló Diego, ella nuevamente se sonrojó—. No pienses mal, no me estoy burlando de ti, al contrario, me da gusto ver que te alimentes bien, eso es bueno para tus bebés y para ti. —Gracias —respondió ella con lágrimas en los ojos—, lo lamento, el embarazo me tiene sensible —pronunció abanicándose con sus manos el rostro. —Es normal, como te sientes, no debes tener vergüenza, soy médico y te comprendo muy bien. Paloma, le sonrió; entre anécdotas de ambos de su época de estudios terminaron el desayuno.&n
Yanzatza- Ecuador. Paloma, sentada en uno de los jardines del centro donde recibía terapia, escuchaba atenta una de las charlas que impartía uno de los psicólogos de aquel lugar. —¿Qué pasaría si un día te despertaras y te dijeras a ti mismo que estás harto de sentirte cansado del estrés, de la ansiedad, de la ira, del enojo, de las lágrimas, de los corazones rotos, de las relaciones autodestructivas? —le preguntaba al grupo en general. Paloma, analizaba en su interior ese cuestionamiento, al igual que Diego, que ese día la acompañaba, en esos meses los dos se habían convertido en buenos amigos. Diego, se sentía en deuda con Paloma, por todo el daño que Pamela le había causado, por eso la cuidaba, protegía, le brindaba cariño y amistad incondicional. Para ella Diego, y el padre Alejandro se habían convertido en sus salvadores, obviamente compartía más con el doctor Serrano, con él salían a recorrer l
Diego, se quedó paralizado, el miedo de fallarle a ella también, se apoderó de él, todo su cuerpo temblaba. «Dios, ayúdame» suplicó en su mente, inhaló y exhaló varias veces, entonces recordó las súplicas de Paloma, observó el rostro angelical del pequeño Alejandro, quién abrió sus tiernos ojos y lo miró, entonces se armó de valor. —Rápido hay que llevarla al quirófano —indicó—. Llamen al anestesiólogo, preparen todo. —Usted no trabaja aquí —reclamó una enfermera. —Sí esa muchacha se muere, y su niña también todos ustedes van a perder su trabajo, se los aseguro —amenazó. Aquella enfermera se sonrió con ironía; pero la mujer que había discutido con Diego, a la entrada de la sala de emergencias se acercó a su compañera y murmuró a su oído, entonces la que se burló del doctor Serrano, palideció. —Venga conmigo doctor —solicitó. Le proporcionaron a Diego, el traje para entrar al quirófano, mientras
Yanzatza- Ecuador Diego, daba órdenes precisas a las enfermeras mientras Paloma, inconsciente, con sus signos vitales muy débiles, yacía pálida acostada en la cama de cuidados intensivos del hospital. —Realizaremos un masaje uterino —señaló el médico colocando sus manos sobre el vientre de Paloma, e indicando a las enfermeras como realizarlo— deben valorar constantemente los signos vitales de la paciente, por favor revisan el sangrado —ordenó preocupado. La hemorragia no cedía como él esperaba, no quería intervenir a la joven y practicarle una histerectomía, sin embargo después de aquella negligencia por parte del personal médico Paloma, desarrolló atonía uterina, a consecuencia de una grave lesión en el canal de parto al momento que nació Alejandro, ya que no le realizaron las pruebas necesarias como indicaba el protocolo en los alumbramientos, el doctor Serrano, conocía muy bien que la principal causa de muerte materna era la
Yanzatza- Ecuador Los niños de Iván y Paloma, fueron reconocidos como Dulce María, y David Alejandro Serrano Borrero. Diego, tenía serias dudas, quizás hacer eso no era lo correcto, pero tenía que cumplir su promesa, no podía permitir que los pequeños se criaran lejos de su madre, y quizás corrieran con el mismo destino de su hija. Sosteniendo la silla de cada uno de los bebés en sus brazos, abandonó el Registro Civil, los acomodó en el auto y los llevó a casa. Una vez ahí le dio instrucciones precisas a Citlalli de cómo atender a los niños. Luego de que se alimentaron y se quedaron dormidos, el doctor Serrano, se bañó y cambió de ropa para regresar al hospital. Cuando llegó a su nuevo lugar de trabajo e ingresó al quirófano observó el rostro pálido de Paloma, y a su compañero: el especialista vascular, aplicando el procedimiento de embolización arterial a la joven, era uno de los últimos recursos a utilizar para salvarle la vida y c
Diego, esperó a que Citlalli se retirara para conversar con Paloma, y contarle que reconoció a sus hijos, sentía temor de la reacción de la muchacha, quizás se iba a enojar con él, pero era necesario avisarle. —Paloma, tengo que hablar contigo de algo importante. —Se aclaró la garganta y entrelazó sus manos, entonces la joven se estremeció al notarlo nervioso, pensó que se trataba de sus hijos. —¿Les pasa algo malo a mis niños? —preguntó con preocupación. —Ellos están creciendo sanos y fuertes. — Sonrió Diego, observando a los niños con ternura, lo que provocó que Paloma, le devolviera el gesto. —¿Qué sucede Diego? —averiguó mirándolo con sus hermosos ojos negros. —¿Recuerdas que me hiciste prometer que si algo llegaba a pasarte no dejara que tus hijos se fueran con su padre? Paloma, asintió con la cabeza, pero no comprendía porque Diego hacía alusión a ese tema. —Lo recuerdo bien —expuso la joven sin dejar de mirar a Diego.