Iván, inclinó los parpados, mientras la herida en su pecho, volvía a sangrar al escuchar a Alexander, hablar de Paloma, diciendo cosas muy ciertas de ella.
—Lo sé —respondió Iván, aclarándose la garganta.
—Alain, no tenía ninguna relación amorosa con ella. Paloma, se convirtió en su confidente, pero tu hermano, la utilizó —declaró—, cuando Pamela, reapareció en la vida de él, y para que el marido de esa mujer no descubriera sus engaños, ellos reservaban las suites de los hoteles a nombre de tu esposa —frunció los labios mirando a Iván—, aunque sus facciones son distintas, las dos tienen el mismo color de cabello, son de igual contextura, así que era muy fácil confundirlas.
—Alain sabía que esa mujer, la tal Pamela, ¿era casada?
—La conocimos el mismo consultorio del psiquiatra que atendía a Alain, desde que tu hermano la vio, quedó impresionado —informó—es que Pamela, era o es, una mujer muy atractiva, capaz de volver loco a cualquiera.
—No co
Un nuevo capítulo mis queridos lectores. Chantal cada vez más cerca de Iván. ¿Sucederá algo entre ellos? No olviden dejar sus comentarios.
Semanas después. Iván recargado en el sillón, frente al escritorio de su oficina, miraba con melancolía la foto que tenía de su esposa en un portarretrato, en esa imagen ella sonreía ampliamente abrazada a él, en aquel paseo que hicieron al Panecillo. La puerta de la oficina se abrió, y entonces la mirada de Iván, se clavó en los serenos ojos de Gustavo. —¿Tienes noticias? —cuestionó, mientras su corazón palpitaba desenfrenado. —De Paloma, ninguna —respondió—, pero de Pamela, sí, descubrí muchas cosas que te van a sorprender. Iván, frunció el ceño, entonces se puso de pie para sacar del minibar dos botellas de agua, le extendió una a su amigo, invitándolo a tomar asiento. —¿Qué se sabe de esa mujer? Gustavo, no sabía por dónde empezar, resopló presionando los labios, entonces prefirió hablar de lo más impactante, de su portafolio sacó varias fotografías, extendiéndolas sobre el escritorio de
Yanzatza- Ecuador. Días después El padre Alejandro, finalizó una charla con un grupo de jóvenes catequistas, cuando Paloma, se acercó a él, y le informó que tenía una llamada telefónica. El sacerdote de inmediato se dirigió a su despacho parroquial, y atendió. —Padre, lo necesito. —Escuchó la voz llena de dolor de aquella joven—. Sucedió algo terrible —comunicó, entonces procedió entre sollozos a narrar lo ocurrido. El Padre Alejandro se quedó atónito al escucharla, parpadeó un par de veces, tomando asiento en su sillón de cuero. —Eso que mencionas, es algo muy fuerte Olivia —expresó el religioso—. Estoy seguro de que tu padre descansa en paz, era un hombre justo —prosiguió el sacerdote, mostrando en el tono de su voz, profundo pesar. La chica no pudo contener su llanto, y lo único que Alejandro escuchaba era su respiración agitada y sus sollozos.
Días después Paloma, no paraba de reírse, parecía una niña pequeña disfrutando de una función de payasos que se realizó en el centro de terapia al que asistía Diego, él le pidió que lo acompañara, claro que las intenciones del médico, es que ella empezara a acudir a las charlas. Después de aquella función el doctor Serrano participó en un baile ancestral con varios de sus compañeros de grupo. Paloma, mantenía su mirada fija en Diego, y los movimientos que realizaba en aquella rutina de baile. Ella le sonreía y aplaudía, dándole ánimo, pues en días anteriores le había comentado que veía muy complicada aquella danza. —¿Todo bien? —preguntó una mujer de mirada dulce. —Sí —respondió Paloma, tomando aire de tanto reír. —¡Qué linda! —exclamó la señora, observando el abultado vientre de la joven—. Estás embarazada, un bebé es una gran alegría. —Lo sé —suspiró Paloma, acariciando su barriga—.
«—¡No es posible! —exclamó en voz alta despertando a Diego, quien abrió los ojos y se asombró al ver a Paloma, llorando con la fotografía de su familia en las manos» **** El doctor Serrano elevó ambas cejas, parpadeó sorprendido, al ver a la joven, llorando y temblando sosteniendo la fotografía. —¿Qué tienes Paloma? —preguntó— por favor cálmate— La invitó a sentarse junto a él. —No le digas a Iván, que estoy aquí, te lo suplico — sollozó la joven, sin moverse de su lugar. Diego se puso de pie —Discúlpame Paloma, yo no recuerdo conocer a alguien que se llame Iván, o al menos eso creo yo— respondió, bastante confundido. —¿No entiendo qué tiene que ver ese hombre con la foto de mi familia? Paloma, trató de calmarse para intentar hablar, pero las lágrimas y el miedo que Iván le provocaba, anularon las
Paloma, asintió con la cabeza, mientras sorbía su nariz con un pañuelo. —¿Lo conoces? —Fuimos compañeros en el colegio —expresó—, él pertenecía a la banda de música, con sus amigos eran, los populares…yo soy muy distinto a ellos. —Yo creí, y confié en él, en su amor, me casé con Iván...y lo único que hizo fue destruirme —expresó la joven sintiendo como su corazón adolorido sangraba en su interior— yo tenía tantas ilusiones, tantos sueños, lo amaba sinceramente. —Deberías poner una demanda en contra de Iván Arellano —sugirió Diego—, él cometió un abuso contigo, la gente piensa que por el hecho de que no te haya forzado, no es un delito, pero yo no lo considero así, porque tu esposo acudió a todas sus armas de seducción para consumir el acto, con el propósito de buscar venganza; se aprovechó de tu inocencia, de tu ingenuidad, de tu falta de experiencia. —Ladeó su ca
Paloma, suspiró levemente sin que él se diera cuenta, no comprendía como Pamela, no lo valoró, entonces pensó que Diego, se merecía alguien mejor que esa mujer indudablemente, entonces su amigo se sentó frente a ella para desayunar. —Espero te guste— Sonrió él. —Estoy segura que sí —respondió la joven llevándose a la boca la cuchara con huevos revueltos y tocino. —¡Mmm! ¡Delicioso! —exclamó. —Te guardé más en el horno, por si deseas —habló Diego, ella nuevamente se sonrojó—. No pienses mal, no me estoy burlando de ti, al contrario, me da gusto ver que te alimentes bien, eso es bueno para tus bebés y para ti. —Gracias —respondió ella con lágrimas en los ojos—, lo lamento, el embarazo me tiene sensible —pronunció abanicándose con sus manos el rostro. —Es normal, como te sientes, no debes tener vergüenza, soy médico y te comprendo muy bien. Paloma, le sonrió; entre anécdotas de ambos de su época de estudios terminaron el desayuno.&n
Yanzatza- Ecuador. Paloma, sentada en uno de los jardines del centro donde recibía terapia, escuchaba atenta una de las charlas que impartía uno de los psicólogos de aquel lugar. —¿Qué pasaría si un día te despertaras y te dijeras a ti mismo que estás harto de sentirte cansado del estrés, de la ansiedad, de la ira, del enojo, de las lágrimas, de los corazones rotos, de las relaciones autodestructivas? —le preguntaba al grupo en general. Paloma, analizaba en su interior ese cuestionamiento, al igual que Diego, que ese día la acompañaba, en esos meses los dos se habían convertido en buenos amigos. Diego, se sentía en deuda con Paloma, por todo el daño que Pamela le había causado, por eso la cuidaba, protegía, le brindaba cariño y amistad incondicional. Para ella Diego, y el padre Alejandro se habían convertido en sus salvadores, obviamente compartía más con el doctor Serrano, con él salían a recorrer l
Diego, se quedó paralizado, el miedo de fallarle a ella también, se apoderó de él, todo su cuerpo temblaba. «Dios, ayúdame» suplicó en su mente, inhaló y exhaló varias veces, entonces recordó las súplicas de Paloma, observó el rostro angelical del pequeño Alejandro, quién abrió sus tiernos ojos y lo miró, entonces se armó de valor. —Rápido hay que llevarla al quirófano —indicó—. Llamen al anestesiólogo, preparen todo. —Usted no trabaja aquí —reclamó una enfermera. —Sí esa muchacha se muere, y su niña también todos ustedes van a perder su trabajo, se los aseguro —amenazó. Aquella enfermera se sonrió con ironía; pero la mujer que había discutido con Diego, a la entrada de la sala de emergencias se acercó a su compañera y murmuró a su oído, entonces la que se burló del doctor Serrano, palideció. —Venga conmigo doctor —solicitó. Le proporcionaron a Diego, el traje para entrar al quirófano, mientras