Salió de la oficina, apresurado, tomó el ascensor para alejarse lo más rápido que podía de Olivia, decidido a dejarla ser feliz con otra persona, se colocó sus lentes para el sol, dudó al momento de abrir su auto se quedó pensativo varios segundos, sin embargo, no dio marcha atrás.
«Yo no sé olvidar by Alejandro Fernández» se empezó a reproducir en el radio de su auto.
«...Yo no sé, tal vez. Llevarte por dentro será. La forma de hallarle. Paz a mi soledad. Ya lo ves, quizás. Amar sin medir fue un error. Pero es imposible lograr. Que entienda el corazón...»
Resignado a que la soledad fuera su mejor compañera y con la letra de la melodía acribillando su mente y taladrando su alma partió rumbo a la escuela de sus hijos.
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Eran casi las 8:00 pm Olivia, se observaba al espejo, terminaba de dar los toques finales a su maquillaje. Se sentó en la cama para colocarse las sandalias de tacón alto que acompañaban a su elegante y sobrio vestido rojo vino, la falda acampanada le llegaba hasta las rodillas, así no se veían las marcas que tenía en sus muslos. Una vez que terminó de amarrar la correa de sus zapatos escuchó el timbre, tomó su bolso y su abrigo, cuando se disponía a apagar la luz de su habitación observó en su mesa de noche la cadena que le regaló Iván, decidió lucirla. Abrió la puerta su amigo David, la saludó con una amplia sonrisa, con la mirada la inspeccionó de pies a cabeza, ladeó los labios. —Te ves espectacular —susurró al oído de Olivia, al momento que la saludó con un beso en la mejilla. —Gracias —respondió con un ligero rubor en su rostro. David le brin
Iván tomó el rostro de Olivia, con ambas manos, unió sus labios a los de ella fundiéndose en un apasionado beso lleno de amor, el fuego se encendió en la piel de ambos. Olivia deslizó sus delicadas manos por el rostro de Iván, necesitaba sentir que todo lo que estaba pasando en ese momento no era producto del licor, sino que era real. Tenía miedo de despertar en la mañana y darse cuenta de que todo había sido producto de la imaginación.—Tengo temor —susurró ella al oído de Iván, él la observó con confusión.—¿De mí?Olivia negó con la cabeza.—No de ti no, sino de estar soñando y, que esto no sea verdad—.El corazón de Iván, se serenó, sonrió tocando con la yema de sus dedos la
Tres horas después la voz de Iván, hablando por su teléfono despertó a Olivia. Al tratar de incorporarse sintió su cabeza estallar. «Juro que no volveré a beber jamás» afirmó en su mente, sentía la garganta seca, su cuerpo pesado y débil. De todos modos, se puso de pie para ir a la cocina por un enorme vaso de agua, necesitaba hidratarse porque sentía que iba a desfallecer.Al llegar a la sala y escuchar a Iván, hablando por el teléfono, se llevó las manos al rostro.—¡Ay no! —exclamó. —¿Es el gerente del banco? —averiguó, agarrándose la cabeza con ambas manos.—Sí —respondió con voz ronca Iván, mientras la miraba muy serio.—¡Maldición! —exclamó ella frunciendo los labio
Paloma, aprovechó que su madre estaba en su casa para poder acompañar a Sonia, a visitar a Diego, quién no daba muestras de despertar de su letargo. Ingresó a la habitación de su novio, se acercó a él despacio, con ayuda de Sonia, tomó asiento en una silla cerca de la cama del doctor. Paloma deslizó su mano por el rostro de su amado. —Te extraño tanto. —Susurró inclinándose para depositar un beso en los labios de él. Desde aquel fatídico día del accidente el corazón de la joven permanecía triste apagado, lo único que alegraba su existencia eran sus hijos y la esperanza de que en algún momento Diego, se recuperara, disfrazaba su dolor fingiendo una sonrisa, pero cuando estaba frente al cuerpo de él toda su tristeza se venía encima, no soportaba verlo así, casi inerte, cuando él era un hombre lleno de alegría y vitalidad. Extrañaba su sonrisa, su dulce mirada, su voz... —Despierta por favor, te
Quito- EcuadorSentado en el parque metropolitano Guido, con la ropa sucia y desgastada esperaba al padre Alejandro, quién apareció después de varios minutos.—Guido, buenos días —saludó el sacerdote, con dificultad pudo reconocer a aquel hombre, pues no era ni la sombra de la fotografía que Paloma, le había enviado.—Buenos días padre —respondió con seriedad— dígame rápido para qué me busca, tengo cosas qué hacer.—¿Acaso conseguiste trabajo? —cuestionó el sacerdote observando a los ojos a Guido.—Vea padrecito yo no tengo tiempo para perder con discursos de Dios, es más nunca he creído en él.El sacerdote lo miró con dulzura y s
Horas más tarde en su departamento: «De punta a punta by José Luis Rodríguez» sonaba en el reproductor de música, mientras los dedos de Iván, deslizaban la cremallera del vestido de Olivia.«Deja la luz encendida. Quiero mirarte desnuda. Ahora, no hay ninguna prisa. Y te amaré de punta a punta»La mirada de Iván, se posó en la elegante lencería de encaje negro que cubría el cuerpo de Olivia, Los pulgares de él viajaron por debajo de la tela que abrigaba el busto de la joven, acariciando con lentitud sus pezones, preso del fuego que lo consumía llevó su boca hasta uno de los senos de ella mordiendo con suavidad.Olivia exhaló un gemido. Se aferró a los fuertes brazos de Iván, por temor a caer, sentía sus piernas débiles y su ropa interior húmeda, las
Paloma, esperaba con ansias poder liberarse del yeso que tenía por semanas en su brazo, sentía temor de mover su extremidad debía acudir a terapia. Aprovechó que estaba en el hospital para visitar a su novio.Lourdes la acompañó, al ver a Diego, en ese estado de inconsciencia sintió mucho pesar por él, y por su hija. Aquel hombre era quien le había inyectado a Paloma esperanza, fuerza, valentía, y no era justo que su amor terminara de manera trágica. Los ojos de Lourdes, se llenaron de lágrimas, tomó la mano del doctor Serrano.— Recupérate pronto yo deseo verte casado con mi hija—. Paloma esbozó una ligera sonrisa, enseguida Lourdes, salió para dejarlos solos.Paloma de nuevo se deshizo en llanto al verlo ahí.—¿Cuándo vas a desper
Al día siguiente Olivia, más tranquila acompañó a Iván, para llevar a los niños al laboratorio, una vez que llegaron al edificio él no pudo estacionar el auto por un operativo de los agentes de tránsito, entonces le pidió a su novia ir por los pequeños, mientras buscaba donde aparcar. Olivia subió por los niños. Paloma, los tenía listos, abrió la puerta al momento que el timbre sonó sin imaginar que al instante que Olivia, iba a ingresar apareció Pamela, empujó a la joven para poder entrar y atacar a Paloma. Paloma abrió sus ojos de par en par su corazón empezó a latir con fuerza, trató de defenderse con lo primero que encontró a su alcance que fue una estatuilla, mientras protegía con su cuerpo a sus hijos. —Vayan a la habitación y no salgan —solicitó Paloma, los niños temerosos y asustados corrieron a su alcoba. Olivia, con las manos temblorosas marcó el 911, se arrastró para poder alejarse y pedir ayuda sin emba