—Yo te amaba —expresó él. Paloma enarcó una de sus cejas, ella se dio cuenta de que Iván estaba confundido con respecto a sus sentimientos, pero solo él tenía la responsabilidad de aclararlos, sin embargo, ella debía dejar las cosas claras—. Fuiste la luz de mi vida —prosiguió él—, te busqué día y noche, no me va a alcanzar la existencia para compensarte por todo el daño que te causé. —Sollozó Iván, mientras agachaba la cabeza.
—No necesito que me compenses —rebatió la joven—. Lejos de ti, aprendí a ser feliz, a amarme a mí misma —respondió con seguridad—. Cuando te dejé me sentí devastada, y la única ilusión que me mantenía con vida, eran mis pequeños —confesó—, pero con el pasar del tiempo, cada mañana me despertaba con la sola idea de ver la sonrisa de Diego, esa me alegraba mis días sombríos, entonces ese hombre que estaba igual de roto que yo, me devolvió las fuerzas, me aceptó como soy, ama a mis hijos —explicó mientras la voz se le fragmentaba—. Al lado
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Al día siguiente antes de que Iván despertara Olivia, pasó a la habitación de los pequeños, aún estaban dormidos. Aprovechó para despedirse de ellos, después apareció en la sala, observó a Iván. No pudo evitar que las lágrimas brotaran de sus ojos, quiso acercarse a él, pero tuvo miedo de despertarlo, así que sin hacer ruido tomó su equipaje y abandonó el departamento, envuelta en una profunda tristeza.Minutos después Iván, sintió unas pequeñas manitas mover su cuerpo, parpadeó varias veces, se talló los párpados cuando al fin los abrió se encontró con la mirada de sus hijos, quienes tenían el rostro mojado y sus ojos llenos de lágrimas.—Queremos irnos a nuestra casa —gimoteó Alejandro.—Extraño a mi m
Paloma, expuso el miedo que tanto ella como Iván, sentían que a futuro sus hijos los juzgarían por no estar juntos, por separarse y no darles un hogar.—Yo tengo entendido los problemas que ustedes dos tuvieron, quiero que me contesten con total sinceridad... ¿Se aman?—Yo ya no estoy enamorada de él, amo a mi nueva pareja —afirmó Paloma, mirando a Iván.—Yo no tengo claro mis sentimientos —expuso él.La psicóloga los observó a ambos.—¿Creen que sus hijos serían felices conviviendo con unos padres que no se aman? ¿Qué ejemplo de amor les piensan dar? ¿Acaso quieren que vivan en un hogar disfuncional, lleno de peleas y discusiones?—Claro que no, yo no deseo que mis hijos repitan mi historia —aclaró Pa
Salió de la oficina, apresurado, tomó el ascensor para alejarse lo más rápido que podía de Olivia, decidido a dejarla ser feliz con otra persona, se colocó sus lentes para el sol, dudó al momento de abrir su auto se quedó pensativo varios segundos, sin embargo, no dio marcha atrás.«Yo no sé olvidar by Alejandro Fernández» se empezó a reproducir en el radio de su auto.«...Yo no sé, tal vez. Llevarte por dentro será. La forma de hallarle. Paz a mi soledad. Ya lo ves, quizás. Amar sin medir fue un error. Pero es imposible lograr. Que entienda el corazón...»Resignado a que la soledad fuera su mejor compañera y con la letra de la melodía acribillando su mente y taladrando su alma partió rumbo a la escuela de sus hijos.*****
Eran casi las 8:00 pm Olivia, se observaba al espejo, terminaba de dar los toques finales a su maquillaje. Se sentó en la cama para colocarse las sandalias de tacón alto que acompañaban a su elegante y sobrio vestido rojo vino, la falda acampanada le llegaba hasta las rodillas, así no se veían las marcas que tenía en sus muslos. Una vez que terminó de amarrar la correa de sus zapatos escuchó el timbre, tomó su bolso y su abrigo, cuando se disponía a apagar la luz de su habitación observó en su mesa de noche la cadena que le regaló Iván, decidió lucirla. Abrió la puerta su amigo David, la saludó con una amplia sonrisa, con la mirada la inspeccionó de pies a cabeza, ladeó los labios. —Te ves espectacular —susurró al oído de Olivia, al momento que la saludó con un beso en la mejilla. —Gracias —respondió con un ligero rubor en su rostro. David le brin
Iván tomó el rostro de Olivia, con ambas manos, unió sus labios a los de ella fundiéndose en un apasionado beso lleno de amor, el fuego se encendió en la piel de ambos. Olivia deslizó sus delicadas manos por el rostro de Iván, necesitaba sentir que todo lo que estaba pasando en ese momento no era producto del licor, sino que era real. Tenía miedo de despertar en la mañana y darse cuenta de que todo había sido producto de la imaginación.—Tengo temor —susurró ella al oído de Iván, él la observó con confusión.—¿De mí?Olivia negó con la cabeza.—No de ti no, sino de estar soñando y, que esto no sea verdad—.El corazón de Iván, se serenó, sonrió tocando con la yema de sus dedos la
Tres horas después la voz de Iván, hablando por su teléfono despertó a Olivia. Al tratar de incorporarse sintió su cabeza estallar. «Juro que no volveré a beber jamás» afirmó en su mente, sentía la garganta seca, su cuerpo pesado y débil. De todos modos, se puso de pie para ir a la cocina por un enorme vaso de agua, necesitaba hidratarse porque sentía que iba a desfallecer.Al llegar a la sala y escuchar a Iván, hablando por el teléfono, se llevó las manos al rostro.—¡Ay no! —exclamó. —¿Es el gerente del banco? —averiguó, agarrándose la cabeza con ambas manos.—Sí —respondió con voz ronca Iván, mientras la miraba muy serio.—¡Maldición! —exclamó ella frunciendo los labio
Paloma, aprovechó que su madre estaba en su casa para poder acompañar a Sonia, a visitar a Diego, quién no daba muestras de despertar de su letargo. Ingresó a la habitación de su novio, se acercó a él despacio, con ayuda de Sonia, tomó asiento en una silla cerca de la cama del doctor. Paloma deslizó su mano por el rostro de su amado. —Te extraño tanto. —Susurró inclinándose para depositar un beso en los labios de él. Desde aquel fatídico día del accidente el corazón de la joven permanecía triste apagado, lo único que alegraba su existencia eran sus hijos y la esperanza de que en algún momento Diego, se recuperara, disfrazaba su dolor fingiendo una sonrisa, pero cuando estaba frente al cuerpo de él toda su tristeza se venía encima, no soportaba verlo así, casi inerte, cuando él era un hombre lleno de alegría y vitalidad. Extrañaba su sonrisa, su dulce mirada, su voz... —Despierta por favor, te
Quito- EcuadorSentado en el parque metropolitano Guido, con la ropa sucia y desgastada esperaba al padre Alejandro, quién apareció después de varios minutos.—Guido, buenos días —saludó el sacerdote, con dificultad pudo reconocer a aquel hombre, pues no era ni la sombra de la fotografía que Paloma, le había enviado.—Buenos días padre —respondió con seriedad— dígame rápido para qué me busca, tengo cosas qué hacer.—¿Acaso conseguiste trabajo? —cuestionó el sacerdote observando a los ojos a Guido.—Vea padrecito yo no tengo tiempo para perder con discursos de Dios, es más nunca he creído en él.El sacerdote lo miró con dulzura y s