Cuando se disponía a cerrar sus ojos y no pensar en nada, el sonido de su móvil vibrando en la mesa de centro la asustó, al tomarlo en sus manos observó que era Iván.
—¿Pasó algo? —averiguó Olivia, con los dedos temblorosos y el corazón sonando con fuerza en su interior.
—No hay ninguna novedad, solo te llamaba para saber si estás bien.
Olivia sonrió, su mirada se iluminó y su corazón daba saltos de alegría.
—Estaba a punto de dormir ¿Cómo estás?
—Algo cansado, pero me da pesar dejar a la señora Sonia, sola, también me preocupa el estado de salud de Paloma, se encuentra estable no se sabe si de pronto se pueda presentar algún contratiempo.
—Lo sé y me parece bien que no dejes a la señor
Horas más tarde.Sonia apareció en la habitación de Paloma, apenas sus miradas se cruzaron las lágrimas empezaron a brotar de los ojos de ambas.—Mi niña —sollozó Sonia, acercándose a Paloma—. Me da tanto gusto verte con vida —aseveró tomando la mano de la joven.—¡Fue horrible! —exclamó en sollozos la chica. —¿Cómo está Diego?Sonia respiró profundo, no podía ocultarle por más tiempo el estado de salud de su hijo.—Sufrió un trauma craneoencefálico... está en coma, en la unidad de cuidados intensivos.Paloma ladeó su cabeza, sintió una punzada en su pecho.— ¡No! ¡Mi Diego! —Estalló en llant
—Yo te amaba —expresó él. Paloma enarcó una de sus cejas, ella se dio cuenta de que Iván estaba confundido con respecto a sus sentimientos, pero solo él tenía la responsabilidad de aclararlos, sin embargo, ella debía dejar las cosas claras—. Fuiste la luz de mi vida —prosiguió él—, te busqué día y noche, no me va a alcanzar la existencia para compensarte por todo el daño que te causé. —Sollozó Iván, mientras agachaba la cabeza. —No necesito que me compenses —rebatió la joven—. Lejos de ti, aprendí a ser feliz, a amarme a mí misma —respondió con seguridad—. Cuando te dejé me sentí devastada, y la única ilusión que me mantenía con vida, eran mis pequeños —confesó—, pero con el pasar del tiempo, cada mañana me despertaba con la sola idea de ver la sonrisa de Diego, esa me alegraba mis días sombríos, entonces ese hombre que estaba igual de roto que yo, me devolvió las fuerzas, me aceptó como soy, ama a mis hijos —explicó mientras la voz se le fragmentaba—. Al lado
Al día siguiente antes de que Iván despertara Olivia, pasó a la habitación de los pequeños, aún estaban dormidos. Aprovechó para despedirse de ellos, después apareció en la sala, observó a Iván. No pudo evitar que las lágrimas brotaran de sus ojos, quiso acercarse a él, pero tuvo miedo de despertarlo, así que sin hacer ruido tomó su equipaje y abandonó el departamento, envuelta en una profunda tristeza.Minutos después Iván, sintió unas pequeñas manitas mover su cuerpo, parpadeó varias veces, se talló los párpados cuando al fin los abrió se encontró con la mirada de sus hijos, quienes tenían el rostro mojado y sus ojos llenos de lágrimas.—Queremos irnos a nuestra casa —gimoteó Alejandro.—Extraño a mi m
Paloma, expuso el miedo que tanto ella como Iván, sentían que a futuro sus hijos los juzgarían por no estar juntos, por separarse y no darles un hogar.—Yo tengo entendido los problemas que ustedes dos tuvieron, quiero que me contesten con total sinceridad... ¿Se aman?—Yo ya no estoy enamorada de él, amo a mi nueva pareja —afirmó Paloma, mirando a Iván.—Yo no tengo claro mis sentimientos —expuso él.La psicóloga los observó a ambos.—¿Creen que sus hijos serían felices conviviendo con unos padres que no se aman? ¿Qué ejemplo de amor les piensan dar? ¿Acaso quieren que vivan en un hogar disfuncional, lleno de peleas y discusiones?—Claro que no, yo no deseo que mis hijos repitan mi historia —aclaró Pa
Salió de la oficina, apresurado, tomó el ascensor para alejarse lo más rápido que podía de Olivia, decidido a dejarla ser feliz con otra persona, se colocó sus lentes para el sol, dudó al momento de abrir su auto se quedó pensativo varios segundos, sin embargo, no dio marcha atrás.«Yo no sé olvidar by Alejandro Fernández» se empezó a reproducir en el radio de su auto.«...Yo no sé, tal vez. Llevarte por dentro será. La forma de hallarle. Paz a mi soledad. Ya lo ves, quizás. Amar sin medir fue un error. Pero es imposible lograr. Que entienda el corazón...»Resignado a que la soledad fuera su mejor compañera y con la letra de la melodía acribillando su mente y taladrando su alma partió rumbo a la escuela de sus hijos.*****
Eran casi las 8:00 pm Olivia, se observaba al espejo, terminaba de dar los toques finales a su maquillaje. Se sentó en la cama para colocarse las sandalias de tacón alto que acompañaban a su elegante y sobrio vestido rojo vino, la falda acampanada le llegaba hasta las rodillas, así no se veían las marcas que tenía en sus muslos. Una vez que terminó de amarrar la correa de sus zapatos escuchó el timbre, tomó su bolso y su abrigo, cuando se disponía a apagar la luz de su habitación observó en su mesa de noche la cadena que le regaló Iván, decidió lucirla. Abrió la puerta su amigo David, la saludó con una amplia sonrisa, con la mirada la inspeccionó de pies a cabeza, ladeó los labios. —Te ves espectacular —susurró al oído de Olivia, al momento que la saludó con un beso en la mejilla. —Gracias —respondió con un ligero rubor en su rostro. David le brin
Iván tomó el rostro de Olivia, con ambas manos, unió sus labios a los de ella fundiéndose en un apasionado beso lleno de amor, el fuego se encendió en la piel de ambos. Olivia deslizó sus delicadas manos por el rostro de Iván, necesitaba sentir que todo lo que estaba pasando en ese momento no era producto del licor, sino que era real. Tenía miedo de despertar en la mañana y darse cuenta de que todo había sido producto de la imaginación.—Tengo temor —susurró ella al oído de Iván, él la observó con confusión.—¿De mí?Olivia negó con la cabeza.—No de ti no, sino de estar soñando y, que esto no sea verdad—.El corazón de Iván, se serenó, sonrió tocando con la yema de sus dedos la
Tres horas después la voz de Iván, hablando por su teléfono despertó a Olivia. Al tratar de incorporarse sintió su cabeza estallar. «Juro que no volveré a beber jamás» afirmó en su mente, sentía la garganta seca, su cuerpo pesado y débil. De todos modos, se puso de pie para ir a la cocina por un enorme vaso de agua, necesitaba hidratarse porque sentía que iba a desfallecer.Al llegar a la sala y escuchar a Iván, hablando por el teléfono, se llevó las manos al rostro.—¡Ay no! —exclamó. —¿Es el gerente del banco? —averiguó, agarrándose la cabeza con ambas manos.—Sí —respondió con voz ronca Iván, mientras la miraba muy serio.—¡Maldición! —exclamó ella frunciendo los labio