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El hombre era alto,pero no demasiado. La noche aun no se alejaba por completo y podía distinguir sus rasgos a través de una rendija que dejaba entrar un poco de luz por la ventana. Se notaba joven,y de figura espigada. No había comparación con el hombre que lo había llevado a esa choza.Amerís se preguntó qué era lo que estaban hablando cuando de pronto vio como el joven le sujetaba con fuerza de la camisa y empezaba una alegata que para aquel hombre se notaba un tanto aburrida.¿Por qué no lo enfrentaba de la misma forma?. Era ridículo dejarse reñir por alguien de la mitad de su peso. Aquella pelea no debía importarle, sin embargo, se sorprendió a sí mismo prestándoles su completa atención.Algo en su forma de actuar le decía que esos dos tenían una estrecha relacion y lo mas probable es que esa pelea no llegara muy lejos, e inesperadamente aquello dio un giro dramático. Su supuesto benefactor había tomado las mejillas del joven y se había apoderado de sus labios para devorarlos en u
>.Dos pasos eran los que le separaban de él, y desde esa distancia podía oler el nerviosismo del chiquillo. Era una dulce mezcla de placer y anhelo el que sentía recorrerle por las venas,trató de contenerse,pero ¡Joder! No podía,él le atraía demasiado. No sabía si era la inocencia que aparentaba tener,o el miedo que sabía le tenía. -No,no te muevas-. Pidió al llegar al lado suyo y ver que Gabrielle trataba de retroceder,lo que le fue imposible al estar tan cerca de la pared. Con un pie tanteó y se percató de que el fantôme lo tenía apresado. Apretó los puños a los costados esperando el primer golpe que no llegó.-¿Crees que te voy hacer daño?. Le preguntó Solan al ver sus manos fuertemente apretadas. Gabrielle subió la mirada y tragó un pequeño nudo. Claro que creía,sino entonces para qué le acorralaba de esa forma,pero no dijo sus dudas en voz alta,sólo asintió muy levemente con la cabeza y bajó el rostro.-No,hoy no lo haré. Le dijo
Barberino propinó un fuerte golpe con su puño aun cerrado sobre la vieja mesa en la que solamente había una vela que se consumía casi por completo,y entonces, todo fue claro para él. No podía hacer mucho contra Phillippe como había tontamente imaginado. El rey era astuto y perverso,y claramente no eran las mejores combinaciones,no las que podrían servirle,supo que debía buscar la forma de deshacerse de él sin que nadie sospechara de su persona, todo era por el bien París, por supuesto. Pero ¿Cómo? No era tonto,no podía confiar en nadie, porque al final de cuentas nadie era tan leal como él mismo,entonces alguien llamó a la puerta con dos golpes duros.—Señor—. Dijo Parminius en cuanto estuvo frente a monseñor. Hizo una leve inclinación, como esas que sabía le gustaban al cura,aunque por dentro maldijeran el hacerlo. Las cosas habían cambiado para el comandante. La realidad se mostraba un poco mas clara ahora. Monseñor no era lo que todo el pueblo de París suponía. Se escondía tras un
La entrada le costó unas monedas. Retiró la vieja tela de enfrente y buscó con la vista un lugar donde sentarse. Sus hombres le habían contado alguna vez de las múltiples obras que habían visto en la vieja taberna. Sin embargo,hasta ahora le entraba el ánimo de acudir a esos eventos. No lo hacía porque de verdad los encontraba mediocres y un tanto aburridos. Pero claro,sus hombres apostaban a que cuando viera a la dama bailar,se quedaría prendado de ella,lo dudaba. Pero ahora estaba ahí,y curiosamente se sentía nervioso. ¿Él nervioso? Parminius trató de relajarse mientras una chiquilla de escasos quince años le colocaba un tarro lleno. Escudriñar una vez más, y no encontró a ninguno de sus Hombres—¡Idiotas!— Ahora por su culpa había caído muy bajo. De pronto una música lo sacó de sus pensamientos. Era el repique de una vieja guitarra tocada sin prisa en la escasa luz del lugar. Una mujer se asomó,llevaba el cabello suelto,pero no podía verle el rostro. Sus caderas comenzaron a moverse
Amerís soltó un gruñido voluntarioso y llevó la mano al costado del cuerpo,justo donde tenía la herida. Ese hombre le había gritado que se largara,y él por supuesto,no estaba dispuesto a rogarle a nadie por posada,aunque se desangrara en el camino y su sangre manchara las calles de su amada París, jamas le rogaría para quedarse. Contuvo el aliento,apretó los dientes y los ojos al mismo tiempo y avanzó dos pasos con toda la proeza que significaba el caminar con una herida recién abierta.—¿Qué rayos pretendes hacer?. Malaquias le preguntó molesto. Pero Amerís no pensaba responderle,se iría tan rápido que ese gitano no recordaría el haberle ayudado y si lo hiciera sería peor para él, porque no estaba dispuesto a agradecer nada. Siguió sin responder cuando había casi logrado atravesar la habitación en la que ambos estaban le detuvo Malaquias.—Estas loco si crees que puedes andar por las calles con una herida como esa. El rubio le lanzó una mirada de hastío y avanzó otro paso,pero Malaqui
-Porque no sería muy cortés hacerlo delante mío. Dijo una voz que los interrumpió. La gitana alzó la mirada y sintió un escalofrío recorrer por su espalda,no espera que fuera él quien los hubiera encontrado en esa extraña situación,de la cual,no tenía ni idea cómo había llegado. Parminius también se sorprendió al escuchar que los habían interrumpido,sin embargo, no dijo nada al no reconocer al hombre.-¡Adasius!-. Exclamó ella con sorpresa. El gitano le sonrió con dulzura,como alguien que ama demasiado y se sabe no correspondido. Él echó un vistazo hasta ellos,por supuesto lo que vio no le agradó. El hombre estaba demasiado cerca de ella,como si se tuviesen confianza,algo que golpeó su corazón. Sería un tonto si no aceptara el hecho de que Julianna parecía estar interesada en ese soldado,su nerviosismo la delataba.-Anda mujer,ve y termina de juntar tus cosas, yo despido a tu visita. Ella no le dijo nada,tan solo se dio la vuelta y le lanzó una mirada de soslayo al comandante temeros
El gitano la esperó con paciencia pero aun cauteloso a su alrededor, con la mirada recorría las calles penumbrosas de París, ningún detalle se le escapa, él era astuto. De pronto la escuchó acercarse y su corazón se tranquilizó un poco. —Anda, vamos. Realmente quiero llegar a casa. Adasius la siguió en silencio,la veía mezclarse en la noche como si fuese parte de ella, en el último callejón ambos se adentraron. La música era inconfundible,el zapateo en la madera era estridente y las cuerdas de la guitarra imponía el ritmo de una melodiosa voz. Tenían fiesta de nuevo, pero no se sentía con ánimos para pertenecer a ella. —Pero si ha llegado la reina del lugar—Melchor le tomó la mano, jalandola hasta él y comenzó a bailar. Julianna no quería, pero jamas despreciaría un baile con Melchor. —Hermosa musa que inspira a cualquiera, tus ojos brujos hacen burbujear el pecho del que los mira, amazona, diosa, y plebeya, sos todo lo que deseas mi niña. El viejo Melchor ya estaba borracho, ni s
El hombre entró con cautela en las entrañas de la vieja catedral, sus ojos se posaron en cada rincón momentos antes, lo que menos deseaba era encontrarse con Solan en ese momento y tener de nuevo una riña con él. Lo creía un traidor, y quizá estaba en lo correcto. Haberle ocultado ciertas cosas lo volvía un indeseable ante sus ojos, pero ¿Qué esperaba? Tampoco había mucho que esperar de su parte, pero también era consciente de que haber ocultado al soldado era algo peligroso. Suspiró irritado y abrió la puerta falsa por la que siempre entraban los gitanos. No se dio cuenta de que había alguien observándole. —Ya era hora de que aparecieras, creí que te quedarías en esa choza tuya. Volvió el rostro para encontrar a Jeremiah con los brazos cruzados sobre el pecho y una expresión que no era de camaradería precisamente. No tenía las ganas de responderle como se merecía por meterse en asuntos que no eran suyos, pero tampoco deseaba empeorar la situación con los suyos. —Este es mi sitio,