Clara salió del hospital con Lucas de la mano, sus pensamientos divididos entre la confusión y el dolor que la situación con Alejandro le había dejado. El aire fresco de la noche la envolvió, pero no fue suficiente para aliviar el peso en su pecho. Lucas caminaba en silencio a su lado, su pequeño cuerpo irradiando una calma inusual para un niño de su edad, pero Clara sabía que él también estaba afectado. Su hijo había perdido a su amigo, al menos por ahora, y eso era un golpe difícil de digerir.Cuando llegaron al estacionamiento, Lucius estaba esperando junto a su coche negro, con Julián a su lado. Lucius, siempre con su postura rígida y la mirada dura, parecía una estatua bajo la luz tenue de las farolas, mientras que Julián parecía más relajado, pero preocupado.— Clara — dijo Lucius, su voz grave y directa —, yo te llevaré a casa.Clara sintió una punzada de incomodidad ante la oferta. Julián miró sorprendido al hombre… Lucius siempre había sido un hombre reservado, casi intimidant
Una semana había pasado desde el último encuentro entre Clara y Alejandro en el hospital. Alejandro ya se había acostumbrado al nuevo ritmo de su vida, aunque a veces le asaltaban extrañas sensaciones de pérdida, de vacíos que no sabía cómo llenar. Su memoria seguía fragmentada, pero intentaba no pensar demasiado en lo que no podía recordar. Se concentraba en lo que estaba frente a él; su trabajo, el equipo, los números. Todo lo que le daba un sentido de control.Era una mañana como cualquier otra cuando Alejandro llegó a la oficina. Los pasillos estaban tranquilos, el aire acondicionado zumbaba suavemente, y el eco de sus pasos resonaba en el mármol pulido. Sus pensamientos estaban enfocados en la reunión de esa mañana, una de las más importantes del trimestre. Marketing debía presentar los avances, y él necesitaba ver resultados sólidos.Al entrar en la sala de reuniones, algo lo sorprendió. Clara estaba allí, sentada en una de las sillas cerca del proyector, con una laptop abierta
Alejandro salió de la oficina de Clara con el ceño fruncido, sin poder entender del todo por qué había sentido esa urgencia de confrontarla. Algo en su interior lo impulsaba a ser duro con ella, a mantener una distancia emocional que no lograba explicar. Caminó por los pasillos en dirección a su oficina, pero la sensación extraña no lo abandonaba. Era como si hubiera algo más, algo que estaba olvidando, lo cual era obvio, que lo empujaba a actuar de esa manera.Se sentó en su escritorio, mirando sin ver los documentos frente a él. Su mente estaba nublada, llena de fragmentos de recuerdos que no lograba ensamblar del todo. Clara. Siempre que la veía, sentía esa inquietud, como si ella fuera la clave de algo importante, algo que había perdido.Pero no podía permitirse esa distracción. Era el jefe de la compañía, y su responsabilidad era asegurarse de que todo funcionara a la perfección. No podía permitirse que sus emociones, o la falta de estas, interfirieran con su juicio. Sin embargo,
El aire en la oficina estaba cargado de una tensión palpable. La situación cada vez empeoraba, y Clara se tenía que tragar sus ganas de llorar y gritar. Había hecho de todo para recuperarlo, al menos darle una mínima muestra de que ella existió en su vida, pero nada parecía funcionar y hoy sería su último intento; porque luego de hoy, comenzaría a pensar en ella y en Lucas. Clara entro en la oficina de Alejandro, y le tendió un sobre.— Quiero que lo veas y me digas si eso no significa nada para ti… — Alejandro la miró con una seriedad inmutable, como si ella fuera solo una insignificante mujer demente intentando atraparlo. No estaba lejos de la realidad, aunque ambos se querían —… Por favor.Alejandro soltó un suspiro, sacó el contenido del sobre, que era la última foto, tomada por el mismo. Se quedó concentrado en ella, se sentía raro y furioso al mismo tiempo. Tenía una sonrisa radiante, mientras Clara y Lucas estaban atrás, sonriendo a la cámara. Soltó un suspiro casi cansino y mi
Cedric frunció el ceño, pero rápidamente miró a Clara, buscando una explicación. Clara, sintiendo el peso de la situación, decidió intervenir antes de que las cosas se pusieran más tensas.— Cedric, el señor Ferrer sufrió un accidente hace algún tiempo, — explicó Clara con voz tranquila, aunque por dentro sentía cómo su corazón se aceleraba.Cedric la miró con incredulidad, el ceño fruncido mientras procesaba la información. Su mirada pasó de Clara a Alejandro, y luego de vuelta a Clara.— ¿Señor Ferrer? — preguntó Cedric, su tono incrédulo —. La última vez que nos vimos, ustedes….Clara lo interrumpió rápidamente, sabiendo hacia dónde se dirigía su comentario.— El señor Ferrer no recuerda parte de su vida pasada, Cedric — repitió, su tono firme pero sereno, como si intentara mantener el control de la situación —. Es un tema delicado.Cedric asintió lentamente, pero su expresión no estaba libre de sorpresa. Miró a Alejandro, como si intentara encontrar en él algún rastro del hombre q
Clara se sentó en la cafetería de la oficina, con los ojos clavados en el café que sostenía entre sus manos. El vapor cálido que se elevaba de la taza no lograba disipar el frío que sentía en su pecho. Era un frío constante, una sensación de vacío que la acompañaba desde el accidente de Alejandro, desde esa fatídica noche en que su vida se había dividido en un "antes" y un "después". Un antes lleno de amor y certezas, y un después lleno de dudas, de miradas vacías y recuerdos rotos.Julián se sentó frente a ella, con una expresión que mezclaba preocupación y simpatía. Había sido su amigo desde que todo comenzó a desmoronarse. Aunque era el mejor amigo de Alejandro, también había sido un apoyo importante para Clara durante los momentos más difíciles. El peso del silencio entre ellos era casi insoportable hasta que Julián decidió romperlo.— Clara — comenzó con calma, su voz suave pero firme —, ¿cómo has estado? Sé que todo esto ha sido… complicado, pero no puedes dejar que la situación
Clara se quedó sin palabras, sorprendida por lo claro que Lucas veía la situación. Por un segundo, se echó a reír. Era una idea tan absurda, casi ridícula en su complejidad. Pero luego, el peso de la realidad la golpeó, y su risa murió en su garganta. ¿Reconquistar a Alejandro? ¿Realmente estaba tratando de hacer eso? ¿O simplemente estaba esperando que él, de alguna manera, recordara lo que habían sido?Alejandro ya parecía estar continuando con su vida, o al menos eso demostraba. El beso de Sofía era prueba de ello.Clara se agachó, poniéndose de cuclillas frente a Lucas, forzando una sonrisa mientras intentaba desviar la conversación.— Hoy apareció alguien especial en la oficina — dijo suavemente, acariciando la mejilla de su hijo.Lucas la miró con curiosidad, pero no era tonto. Sabía que su madre estaba cambiando de tema, pero decidió seguirle el juego. Ya se encargaría de averiguar qué pasaba en otro momento.— ¿Quién era? — preguntó, con esa mezcla de interés y desconfianza que
Julián lo miró, intentando mantener la calma. Sabía que, en el fondo, Alejandro no era el hombre que estaba mostrando ser últimamente. Pero también sabía que este no era el momento para suavidades.— Voy a la escuela por Lucas — respondió Julián, sin rodeos —. Clara tiene algo que hacer, y me pidió que lo recogiera. Además, ya es la salida. No hay nadie más.Alejandro frunció el ceño, su expresión cambiando de sorpresa a burla en cuestión de segundos.— ¿Te has convertido en el niñero de Clara ahora? — preguntó con una sonrisa cínica.Julián, normalmente paciente, sintió cómo la sangre le hervía ante el comentario. Los ojos de Alejandro lo desafiaban, como si el hombre que alguna vez había sido su mejor amigo estuviera probando los límites de su lealtad.Julián lo observó con una seriedad que rara vez mostraba.— Alejandro — comenzó, su voz baja pero cargada de tensión —, ¿a qué estás jugando? — Hizo una pausa, esperando una reacción, pero Alejandro solo lo miraba en silencio —. Tienes