Alejandro salió de la oficina de Clara con el ceño fruncido, sin poder entender del todo por qué había sentido esa urgencia de confrontarla. Algo en su interior lo impulsaba a ser duro con ella, a mantener una distancia emocional que no lograba explicar. Caminó por los pasillos en dirección a su oficina, pero la sensación extraña no lo abandonaba. Era como si hubiera algo más, algo que estaba olvidando, lo cual era obvio, que lo empujaba a actuar de esa manera.Se sentó en su escritorio, mirando sin ver los documentos frente a él. Su mente estaba nublada, llena de fragmentos de recuerdos que no lograba ensamblar del todo. Clara. Siempre que la veía, sentía esa inquietud, como si ella fuera la clave de algo importante, algo que había perdido.Pero no podía permitirse esa distracción. Era el jefe de la compañía, y su responsabilidad era asegurarse de que todo funcionara a la perfección. No podía permitirse que sus emociones, o la falta de estas, interfirieran con su juicio. Sin embargo,
El aire en la oficina estaba cargado de una tensión palpable. La situación cada vez empeoraba, y Clara se tenía que tragar sus ganas de llorar y gritar. Había hecho de todo para recuperarlo, al menos darle una mínima muestra de que ella existió en su vida, pero nada parecía funcionar y hoy sería su último intento; porque luego de hoy, comenzaría a pensar en ella y en Lucas. Clara entro en la oficina de Alejandro, y le tendió un sobre.— Quiero que lo veas y me digas si eso no significa nada para ti… — Alejandro la miró con una seriedad inmutable, como si ella fuera solo una insignificante mujer demente intentando atraparlo. No estaba lejos de la realidad, aunque ambos se querían —… Por favor.Alejandro soltó un suspiro, sacó el contenido del sobre, que era la última foto, tomada por el mismo. Se quedó concentrado en ella, se sentía raro y furioso al mismo tiempo. Tenía una sonrisa radiante, mientras Clara y Lucas estaban atrás, sonriendo a la cámara. Soltó un suspiro casi cansino y mi
Cedric frunció el ceño, pero rápidamente miró a Clara, buscando una explicación. Clara, sintiendo el peso de la situación, decidió intervenir antes de que las cosas se pusieran más tensas.— Cedric, el señor Ferrer sufrió un accidente hace algún tiempo, — explicó Clara con voz tranquila, aunque por dentro sentía cómo su corazón se aceleraba.Cedric la miró con incredulidad, el ceño fruncido mientras procesaba la información. Su mirada pasó de Clara a Alejandro, y luego de vuelta a Clara.— ¿Señor Ferrer? — preguntó Cedric, su tono incrédulo —. La última vez que nos vimos, ustedes….Clara lo interrumpió rápidamente, sabiendo hacia dónde se dirigía su comentario.— El señor Ferrer no recuerda parte de su vida pasada, Cedric — repitió, su tono firme pero sereno, como si intentara mantener el control de la situación —. Es un tema delicado.Cedric asintió lentamente, pero su expresión no estaba libre de sorpresa. Miró a Alejandro, como si intentara encontrar en él algún rastro del hombre q
Clara se sentó en la cafetería de la oficina, con los ojos clavados en el café que sostenía entre sus manos. El vapor cálido que se elevaba de la taza no lograba disipar el frío que sentía en su pecho. Era un frío constante, una sensación de vacío que la acompañaba desde el accidente de Alejandro, desde esa fatídica noche en que su vida se había dividido en un "antes" y un "después". Un antes lleno de amor y certezas, y un después lleno de dudas, de miradas vacías y recuerdos rotos.Julián se sentó frente a ella, con una expresión que mezclaba preocupación y simpatía. Había sido su amigo desde que todo comenzó a desmoronarse. Aunque era el mejor amigo de Alejandro, también había sido un apoyo importante para Clara durante los momentos más difíciles. El peso del silencio entre ellos era casi insoportable hasta que Julián decidió romperlo.— Clara — comenzó con calma, su voz suave pero firme —, ¿cómo has estado? Sé que todo esto ha sido… complicado, pero no puedes dejar que la situación
Clara se quedó sin palabras, sorprendida por lo claro que Lucas veía la situación. Por un segundo, se echó a reír. Era una idea tan absurda, casi ridícula en su complejidad. Pero luego, el peso de la realidad la golpeó, y su risa murió en su garganta. ¿Reconquistar a Alejandro? ¿Realmente estaba tratando de hacer eso? ¿O simplemente estaba esperando que él, de alguna manera, recordara lo que habían sido?Alejandro ya parecía estar continuando con su vida, o al menos eso demostraba. El beso de Sofía era prueba de ello.Clara se agachó, poniéndose de cuclillas frente a Lucas, forzando una sonrisa mientras intentaba desviar la conversación.— Hoy apareció alguien especial en la oficina — dijo suavemente, acariciando la mejilla de su hijo.Lucas la miró con curiosidad, pero no era tonto. Sabía que su madre estaba cambiando de tema, pero decidió seguirle el juego. Ya se encargaría de averiguar qué pasaba en otro momento.— ¿Quién era? — preguntó, con esa mezcla de interés y desconfianza que
Julián lo miró, intentando mantener la calma. Sabía que, en el fondo, Alejandro no era el hombre que estaba mostrando ser últimamente. Pero también sabía que este no era el momento para suavidades.— Voy a la escuela por Lucas — respondió Julián, sin rodeos —. Clara tiene algo que hacer, y me pidió que lo recogiera. Además, ya es la salida. No hay nadie más.Alejandro frunció el ceño, su expresión cambiando de sorpresa a burla en cuestión de segundos.— ¿Te has convertido en el niñero de Clara ahora? — preguntó con una sonrisa cínica.Julián, normalmente paciente, sintió cómo la sangre le hervía ante el comentario. Los ojos de Alejandro lo desafiaban, como si el hombre que alguna vez había sido su mejor amigo estuviera probando los límites de su lealtad.Julián lo observó con una seriedad que rara vez mostraba.— Alejandro — comenzó, su voz baja pero cargada de tensión —, ¿a qué estás jugando? — Hizo una pausa, esperando una reacción, pero Alejandro solo lo miraba en silencio —. Tienes
Aparcó frente a la casa de Sofía, un edificio elegante y frío, como la familia que lo habitaba. Sofía apareció en la puerta antes de que él pudiera bajar del coche, con esa sonrisa de suficiencia que comenzaba a irritarlo más de lo que él mismo admitía. Su padre, el poderoso e imponente Ernesto, la seguía a unos pasos de distancia, con una expresión que no ocultaba su desagrado.Cuando Ernesto se dio cuenta de que era Alejandro quien se había estacionado frente a su casa, su rostro se tensó aún más. Sofía, en cambio, alzó el mentón con una mezcla de arrogancia y satisfacción, como si cada movimiento que hacía fuera parte de una coreografía cuidadosamente orquestada. Alejandro apagó el motor, sintiendo un nudo en el estómago mientras observaba la escena.Eduardo no tardó en volverse hacia su hija, su mirada dura y afilada.— ¿Estás segura de esto, Sofía? — preguntó con un tono bajo y amenazante, lo suficientemente suave para que Alejandro no lo oyera desde el coche, pero cargado de una
Sofía, siempre astuta, decidió no presionar más. Sabía que la situación era delicada, y prefería dejar que Alejandro procesara lo que veía, pero sin correr el riesgo de perderlo todo nuevamente. Por dentro, Sofía sonreía. Todo estaba saliendo según su plan.Mientras Alejandro se sentaba en la mesa, su mirada se mantenía fija en Clara y Cedric. El hombre hablaba con una confianza que irritaba a Alejandro, como si supiera algo que él no. Y Clara ... Clara parecía cómoda, más relajada de lo que la había visto en mucho tiempo. ¿Qué estaba pasando realmente? ¿Por qué lo molestaba?En ese momento, Clara levantó la vista y sus ojos se encontraron con los de Alejandro. Todo el aire del restaurante pareció evaporarse. Los segundos se estiraron, y aunque nadie más lo notó, para ellos dos el tiempo se detuvo.¿Por qué la estaba mirando como si estuviera molesto?Alejandro sintió un tirón en el pecho, algo que no podía explicar. Ella era parte de su vida, lo sabía con certeza. Y ahora, más que nun