— Lo siento por las molestias, señor Alejandro — murmuró con la voz quebrada, sin poder mirarlo directamente por más tiempo.Alejandro, aún desconcertado, asintió levemente, su mirada todavía fija en Lucas, como si algo en el niño lo confundiera más de lo que estaba dispuesto a admitir.Pero Clara vio el ligero cambio en sus ojos, ese destello de algo que no podía identificar. Había algo allí, enterrado bajo la confusión.— Voy a buscar a tu padre — repitió Clara, su voz apenas un susurro mientras tomaba la mano de Lucas y lo guiaba fuera de la habitación.Alejandro se quedó en silencio, observándolos salir, con una sensación de incomodidad creciendo en su pecho. Había algo en ese niño, algo en su presencia… un sentimiento que no podía explicar. Era como si debiera conocerlo, como si debiera reconocer esa mirada, esa voz.Pero su mente estaba vacía.Y, sin embargo, no podía ignorar la extraña sensación en su pecho, especialmente cuando miraba a Lucas.Clara salió de la habitación con
Alejandro no dijo nada, porque ciertamente, eso era cierto, pero se había comprometido y ya llevaban tiempo juntos. Además, ahora no era eso importante, estaba claro que algo había pasado con él.— Tu accidente ha causado algo en tu cabeza, Alejandro — continuó Don Arturo, manteniendo la calma a pesar de la tensión creciente en la habitación —. Has perdido recuerdos importantes. Recuerdos que explican por qué Sofía no está aquí, y por qué no la buscaremos.Alejandro lo miró con una mezcla de confusión y furia. Nada de lo que su padre decía tenía sentido. ¿Sofía, una prófuga? ¿Qué clase de mentira era esa?— ¿Qué me pasó? — preguntó finalmente, su voz más baja, pero cargada de tensión —. ¿Qué se supone que he olvidado?— Voy a llamar al doctor — dijo Don Arturo, ignorando momentáneamente la pregunta —. Él te explicará mejor lo que ha ocurrido.Alejandro apretó los dientes, claramente frustrado por la falta de respuestas inmediatas. Su mente estaba llena de agujeros, y cada vez que inte
— Clara — empezó, su tono más suave ahora —, entiendo que esto es complicado, pero no quiero que sientas que debes irte de todo esto por completo. — Hizo una pausa, como si sus siguientes palabras fueran importantes —. No necesariamente tienes que renunciar. Me encantaría que continuaras trabajando en la empresa.Clara lo miró, sorprendida por la oferta. No se esperaba eso. Después de lo que había sucedido en la habitación, había asumido que su relación profesional con Alejandro también se había terminado. La idea de seguir trabajando allí, en un lugar donde Alejandro no la recordaba, le parecía demasiado dolorosa. Dudó por un momento, sin saber qué responder.Pero antes de que pudiera decir algo, Lucas tiró suavemente de su mano, llamando su atención.— Madre — dijo el niño, su voz llena de una sorprendente calma —, deberías aceptar la oferta.Clara lo miró, sorprendida.— ¿Por qué, cariño? — preguntó, agachándose un poco para estar a su altura.Lucas sonrió sutil, con esa mezcla de
Clara salió del hospital con Lucas de la mano, sus pensamientos divididos entre la confusión y el dolor que la situación con Alejandro le había dejado. El aire fresco de la noche la envolvió, pero no fue suficiente para aliviar el peso en su pecho. Lucas caminaba en silencio a su lado, su pequeño cuerpo irradiando una calma inusual para un niño de su edad, pero Clara sabía que él también estaba afectado. Su hijo había perdido a su amigo, al menos por ahora, y eso era un golpe difícil de digerir.Cuando llegaron al estacionamiento, Lucius estaba esperando junto a su coche negro, con Julián a su lado. Lucius, siempre con su postura rígida y la mirada dura, parecía una estatua bajo la luz tenue de las farolas, mientras que Julián parecía más relajado, pero preocupado.— Clara — dijo Lucius, su voz grave y directa —, yo te llevaré a casa.Clara sintió una punzada de incomodidad ante la oferta. Julián miró sorprendido al hombre… Lucius siempre había sido un hombre reservado, casi intimidant
Una semana había pasado desde el último encuentro entre Clara y Alejandro en el hospital. Alejandro ya se había acostumbrado al nuevo ritmo de su vida, aunque a veces le asaltaban extrañas sensaciones de pérdida, de vacíos que no sabía cómo llenar. Su memoria seguía fragmentada, pero intentaba no pensar demasiado en lo que no podía recordar. Se concentraba en lo que estaba frente a él; su trabajo, el equipo, los números. Todo lo que le daba un sentido de control.Era una mañana como cualquier otra cuando Alejandro llegó a la oficina. Los pasillos estaban tranquilos, el aire acondicionado zumbaba suavemente, y el eco de sus pasos resonaba en el mármol pulido. Sus pensamientos estaban enfocados en la reunión de esa mañana, una de las más importantes del trimestre. Marketing debía presentar los avances, y él necesitaba ver resultados sólidos.Al entrar en la sala de reuniones, algo lo sorprendió. Clara estaba allí, sentada en una de las sillas cerca del proyector, con una laptop abierta
Alejandro salió de la oficina de Clara con el ceño fruncido, sin poder entender del todo por qué había sentido esa urgencia de confrontarla. Algo en su interior lo impulsaba a ser duro con ella, a mantener una distancia emocional que no lograba explicar. Caminó por los pasillos en dirección a su oficina, pero la sensación extraña no lo abandonaba. Era como si hubiera algo más, algo que estaba olvidando, lo cual era obvio, que lo empujaba a actuar de esa manera.Se sentó en su escritorio, mirando sin ver los documentos frente a él. Su mente estaba nublada, llena de fragmentos de recuerdos que no lograba ensamblar del todo. Clara. Siempre que la veía, sentía esa inquietud, como si ella fuera la clave de algo importante, algo que había perdido.Pero no podía permitirse esa distracción. Era el jefe de la compañía, y su responsabilidad era asegurarse de que todo funcionara a la perfección. No podía permitirse que sus emociones, o la falta de estas, interfirieran con su juicio. Sin embargo,
El aire en la oficina estaba cargado de una tensión palpable. La situación cada vez empeoraba, y Clara se tenía que tragar sus ganas de llorar y gritar. Había hecho de todo para recuperarlo, al menos darle una mínima muestra de que ella existió en su vida, pero nada parecía funcionar y hoy sería su último intento; porque luego de hoy, comenzaría a pensar en ella y en Lucas. Clara entro en la oficina de Alejandro, y le tendió un sobre.— Quiero que lo veas y me digas si eso no significa nada para ti… — Alejandro la miró con una seriedad inmutable, como si ella fuera solo una insignificante mujer demente intentando atraparlo. No estaba lejos de la realidad, aunque ambos se querían —… Por favor.Alejandro soltó un suspiro, sacó el contenido del sobre, que era la última foto, tomada por el mismo. Se quedó concentrado en ella, se sentía raro y furioso al mismo tiempo. Tenía una sonrisa radiante, mientras Clara y Lucas estaban atrás, sonriendo a la cámara. Soltó un suspiro casi cansino y mi
Cedric frunció el ceño, pero rápidamente miró a Clara, buscando una explicación. Clara, sintiendo el peso de la situación, decidió intervenir antes de que las cosas se pusieran más tensas.— Cedric, el señor Ferrer sufrió un accidente hace algún tiempo, — explicó Clara con voz tranquila, aunque por dentro sentía cómo su corazón se aceleraba.Cedric la miró con incredulidad, el ceño fruncido mientras procesaba la información. Su mirada pasó de Clara a Alejandro, y luego de vuelta a Clara.— ¿Señor Ferrer? — preguntó Cedric, su tono incrédulo —. La última vez que nos vimos, ustedes….Clara lo interrumpió rápidamente, sabiendo hacia dónde se dirigía su comentario.— El señor Ferrer no recuerda parte de su vida pasada, Cedric — repitió, su tono firme pero sereno, como si intentara mantener el control de la situación —. Es un tema delicado.Cedric asintió lentamente, pero su expresión no estaba libre de sorpresa. Miró a Alejandro, como si intentara encontrar en él algún rastro del hombre q