04 - No estoy listo para esto.

El sonido del teléfono vibrando en la mesa de café sacó a Clara de su ensimismamiento. Era tarde, la noche había caído sobre la ciudad y Lucas ya dormía, pero el insomnio la mantenía atrapada entre la nostalgia y la ansiedad. No necesitaba mirar la pantalla para saber quién era: Javier. Desde su reaparición en su vida, no había dejado de insistir. Mensajes, llamadas, promesas vacías disfrazadas de arrepentimiento.

Clara se levantó del sofá con un suspiro pesado, cruzando el pequeño apartamento hacia la cocina. Mientras el silencio de la noche la envolvía, su mente la arrastró de vuelta al pasado, a un tiempo en el que la vida parecía más simple, más segura. Un tiempo en el que Javier era todo lo que ella conocía.

Hace seis años

El sol de media tarde bañaba el pequeño apartamento que compartían con una cálida luz dorada. Clara estaba sentada en el sillón, hojeando una revista de diseño, mientras Javier entraba por la puerta, con una sonrisa despreocupada que siempre lograba desarmarla. En ese entonces, él era su todo.

— Tengo una sorpresa para ti — dijo, arrojando su chaqueta sobre una silla y acercándose a ella con una caja pequeña en la mano.

Clara sonrió, su corazón acelerándose ante la expectativa. Javier siempre había tenido ese efecto en ella. Era encantador, espontáneo, y su capacidad para hacerla sentir como si fuera la única persona en el mundo que importaba era lo que la había enamorado desde el principio. Él se arrodilló frente a ella, dándole la caja envuelta en papel brillante.

— ¿Qué es esto? — preguntó, mientras comenzaba a abrirla, riendo ante el misterio.

— Solo ábrelo.

Dentro de la caja había un delicado collar de fantasía, con un pequeño colgante en forma de estrella.

— Es precioso, Javier... — susurró, emocionada.

— Una estrella para la estrella de mi vida — dijo él con una sonrisa pícara, inclinándose para besarla.

En ese momento, todo parecía perfecto, como si estuvieran destinados a estar juntos para siempre. Javier era un hombre ambicioso, siempre con grandes sueños y proyectos. Tenía una energía vibrante, una pasión por la vida que la envolvía y la hacía sentir invencible. Pero había algo más en él, algo que Clara había ignorado, o tal vez nunca quiso ver. Un lado oscuro, escondido detrás de esa sonrisa fácil y esos regalos inesperados.

Unos meses después

La primera vez que Clara supo que estaba embarazada, su mundo se tambaleó. Las dos líneas en la prueba de embarazo eran solo el comienzo de un torbellino de emociones. Había pasado horas sentada en el baño, con la prueba en la mano, tratando de procesar lo que aquello significaba. ¿Javier estaría feliz? ¿Querría formar una familia? Tenía miedo, claro, pero también una chispa de esperanza. La idea de tener un hijo con el hombre al que amaba la llenaba de ilusión.

Esa misma noche, esperó a que Javier llegara a casa. Cuando lo hizo, Clara lo recibió con una mezcla de nerviosismo y emoción.

— Tengo algo que decirte — dijo, su voz temblando ligeramente.

Javier se quitó los zapatos, sin darse cuenta del tono en la voz de Clara. Estaba distraído, hablando sobre una reunión complicada en el trabajo, sobre cómo estaba agotado.

— Es importante, Javier.

— Claro, dime — respondió él, finalmente mirándola, aunque su tono era impaciente.

Clara respiró hondo, tratando de calmar el nudo en su estómago.

— Estoy embarazada.

El silencio que siguió fue ensordecedor. Javier la miró como si no hubiera entendido lo que acababa de decir. Una fracción de segundo después, su expresión cambió. La sonrisa que había sido su sello distintivo desapareció, reemplazada por una mirada llena de incredulidad y, poco a poco, de algo más oscuro: rechazo.

— ¿Qué…? — Javier se pasó la mano por el cabello, dando un paso hacia atrás —. ¿Estás segura?

Clara asintió, sintiendo cómo su corazón se encogía en el pecho. El brillo en sus ojos se apagó lentamente al ver la reacción de Javier.

— Esto no puede estar pasando ahora, Clara — dijo él, su tono de voz cambiando a uno frío, desconocido para ella —. No estoy listo para esto. No lo quiero.

— ¿Qué? — La incredulidad llenó su voz —. Pero… Javier, es nuestro hijo.

— No, Clara. No puedo hacer esto. No quiero este hijo, no quiero… esto. Deshazte de él.

Las palabras de Javier fueron como un golpe a su estómago. Clara se quedó de pie, paralizada, mientras él seguía hablando, su tono cada vez más desesperado.

— Tengo demasiadas cosas que hacer. Mi trabajo, mis proyectos… ¡Esto no estaba en mis planes! — Javier se pasó las manos por el rostro, como si estuviera atrapado en una pesadilla. Finalmente, su mirada se endureció—. No quiero ser padre, Clara. No estoy hecho para eso.

— Pero… Javier… — Clara se esforzó por mantener la calma, aunque sentía que su mundo se desmoronaba —. Podemos hacerlo juntos. Yo…

— No. — La voz de Javier sonó cortante, como un cuchillo —. No puedo. No quiero. Si decides tener a ese niño, lo harás sola.

Las palabras quedaron suspendidas en el aire, como una sentencia irrevocable. Clara lo miró, esperando ver algún rastro del hombre que amaba, esperando que se retractara, que se diera cuenta del error que estaba cometiendo. Pero no vio nada. Solo distancia. Solo frío.

Y así, Javier se fue. Se fue de su vida, de sus sueños, de sus promesas. El hombre que una vez le había regalado estrellas, ahora la dejaba bajo un cielo vacío.

El presente

Clara cerró los ojos, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con brotar. No había pensado en esa noche en mucho tiempo, y ahora parecía que todo volvía con una fuerza imparable. La herida que Javier había dejado nunca sanó del todo, y cada vez que pensaba en cómo había huido de sus responsabilidades, el dolor y la rabia se entremezclaban en su pecho.

Después de aquella noche, Clara había enfrentado el embarazo sola. Había trabajado más horas, había soportado los comentarios y las miradas de compasión de quienes sabían que su novio la había abandonado. Pero había sido fuerte, había sacado adelante a Lucas, y cada vez que lo miraba sentía que todo había valido la pena.

Entonces, ¿por qué ahora, después de tantos años, Javier volvía a aparecer? Ese hombre, que había rechazado a su hijo antes de que naciera, ahora quería reclamar un lugar en sus vidas. Clara no podía comprenderlo, y parte de ella temía que él tuviera algún motivo oculto. No puede ser por Lucas, pensaba una y otra vez. No después de lo que había dicho, de cómo había desaparecido sin mirar atrás.

El teléfono vibró en sus manos, y cuando vio que se trataba de un correo de TechVision, inmediatamente lo abrió.

“Has sido seleccionada para TechVision. La esperamos mañana a las 08:00 am para iniciar…”

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