—¿La búsqueda ha arrojado algún descubrimiento, oficial? —pregunta el reportero al Jefe del rastrillaje para identificar posibles víctimas del incendio en Las flores.
—Hasta ahora lo único que hemos podido identificar han sido los restos del vehículo del señor Ariel Steinberg, que si bien eso lo ubica aquí, hasta el momento no hemos hallado restos de cuerpo alguno. Pero es nos da esperanza de que él se encuentre bien —responde el oficial de pelo y bigote gris tratando de sonar optimista.—Si bien hay que recalcar que resta mucho terreno por cubrir aún, ¿Verdad? —plantea el periodista ganándose una mira de reproche por parte del hombre al echarle por tierra su intento de tranquilizar a la audiencia.—Los terrenos afectados por el incendio son extensos, por lo que hasta el momento solo hemos sido capaces de recorrer una cuarta parte del área. Quiero recordar también que estamos abiertos a recibir a cualquier voluntario que quiera ayudarnos con esta—¿En verdad crees que podemos confiar en él? No deja de ser un Steinberg, y eso es mucho decir —cuestiona Valentina regando las flores del jardín de la casa que ha rentado. —Aunque lo sea, el hecho de que quiera ir contra Fernando demuestra que está decidido a destruirlo, de otra manera no se arriesgaría a perder su lugar de protegido —plantea el Fiscal que por como ve las cosas considera que es la mejor opción con la que cuentan. —Pensar que ese tipo pudiese resultar un hueso tan duro de roer, debo confesar que me sorprendió mucho que tomara la determinación de destruir sus propias tierras para que no pudiésemos probar las denuncias —murmura la mujer comenzando a arrancar la mala hierba que ha crecido entre las flores. —Justamente por eso lo que este muchacho nos ofrece es lo mejor con lo que contaremos, lo une directamente a cada uno de los involucrados, de los que podríamos obtener confesiones de los pagos —exclama Avilés que quiere aferrase a
—¡Eres un maldito desquiciado, un maldito loco a quien debería golpear hasta hacer entrar en razón! ¿En qué estabas pensando? ¡Casi me matas del susto, creí que te habías convertido en chicharrón! —grita Daniel entrando en el apartamento de su amigo en cuanto le abre la puerta. —Sí, amigo mío, yo también me alegro mucho de ver que te encuentras bien —murmura Ariel cerrando la puerta meneando la cabeza al saber que se tiene que preparar para un sermón. —Hablo en serio amigo, si querías escapar de la loca de tu futura esposa no era necesario que te convirtieras en asado Steinberg, existen otras opciones —reclama el amigo yendo hacia el refrigerador para tomar un par de botellas de cerveza ya que considera que necesitará la ayuda del alcohol para entender lo que sea que su compañero vaya a decirle. —Siento mucho que te haya supuesto tanta carga emocional, pero si te tranquiliza, no era parte de mi plan terminar en medio de un incendio —replica el emp
—Aún no es demasiado tarde para fingir tu muerte y comenzar una nueva vida en uno de esos pueblos paradisíacos de Italia o Finlandia, quizás lo mejor hubiese sido que aprovecharas ese incendio en el que estuviste, pero aún podemos pensar en algo —asegura Daniel mirando a su amigo que se contempla frente al espejo con el esmoquin plateado que su futura esposa le ha escogido para ese día.—No puedo escapar, este es el destino que me ha tocado, así que debo aceptarlo, por más que no me guste —murmura Ariel a quien le gustaría al menos no sentir que el corazón se le fuese a detener en cualquier momento.—Ser un caballero ya ha pasado de moda, te cubriré si decides salir corriendo —insiste el amigo que siente como si estuviese acompañando a su amigo hacia la pena de muerte.—No, ya sabes que es la única opción qu
Sintiendo los pies increíblemente pesados, Ariel avanza hacia el altar en el que un arco de flores lo espera, a pesar de que los invitados junto a los que pasa lo felicitan con enormes sonrisas, él no es capaz de oír más que el sonido de su propia respiración. Cada paso que da hacia ese lugar que mira fijamente parece acercarlo a un fatal destino, uno que aunque su mente ha aceptado, su corazón aún parece negarse enérgicamente, solo que en este caso lo que siente no importa, y en realidad tampoco importará mucho luego de ese casamiento.—Pídelo y activaré la alarma de incendios, en menos de dos minutos estarás afuera yendo hacia el aeropuerto —murmura Daniel acercándose a su nervioso amigo una vez que este se para a un lado del Ministro evangélico que llevará a cabo esa unión.—Ya basta con esas ideas —reclama el empresario
Sentado en su oficina, Daniel lee en su computadora cada una de las noticias sobre el gran evento social del que todos hacen eco, el casamiento de Ariel Steinberg, su amigo. Mientras que hay quienes aseguran que siempre supieron que era inevitable que esa pareja se formara, hay quienes consideran que ha sido un intento de desviar la atención de los recientes sucesos que han manchado la reputación de la familia. Lo cual es la gran verdad, solo que ignoran que su amigo no se casó voluntariamente, sino obligado por su padre.—Ese maldito hombre que ha demostrado no tener límites, porque utilizar a su hijo de esa manera solo para poder guardar las apariencias, solo podría hacerlo un maldito loco que no le importa nada, o mejor dicho solo le importa su estúpido apellido —murmura el empresario meneando la cabeza con desaprobación.Ahora su amigo se encuentra en su luna de miel con la mujer que se ha cas
—Es algo increíble, todas las revistas publicando solo sobre la dichosa boda de tu jefe, como si el mundo entero girara en torno a eso, ¿Puedes creerlo? —protesta Malena revolviendo en la sartén unos huevos con queso.—No me sorprende, se supone que es la unión de dos grandes familias de la aristocracia argentina, ¿Al menos alguien tuvo la decencia de fijarse en todo el trabajo que hice para que eso se vea como un paraíso? —pregunta Julieta desde el baño en donde se está secando el cabello mojado con el secador de pelo.—Creo que sabes la respuesta a eso, a nadie le interesa esos detalles, solo la gente que asistió y lo que llevaban puesto. Por cierto tú estabas hermosa, pero bastante simple —comenta la amiga pareciéndole que podría haber tenido más protagonismo.—No podía opacar a la novia, después
—¿Qué tan dulces son estas mandarinas? —pregunta Valentina al verdulero señalando una frutas coloridas que resultan sumamente atractivas a la vista.—Muy dulces, puede probar una si gusta —ofrece el robusto hombre con una sonrisa confiada.—Oh, no, está bien, confiaré en su palabra —responde la mujer con una sonrisa amable mientras centra su atención en el un pequeño televisor que da la noticia del hallazgo de ciertos estudios comprometedores en la casa de Fernando Steinberg sobre el caso de contaminación en Las flores.—Es increíble como esos hombre bañados en dinero destruyen la tierra y pasan por encima de los pobres laburantes —se queja el negociante al notar el interés de su clienta en la noticia.—Lamentable, pero es el mundo en el que vivimos, y que según parece no va a cambiar por mucho q
Sentado en el bar de la playa, Ariel observa a toda la gente que disfruta del sol y del mar con autentica felicidad, empresarios buscando un poco de tranquilidad junto a bellas mujeres que no necesariamente pueden llegar a ser sus esposas, familias que buscan compensar a sus hijos por todo el tiempo que no le han dedicado durante el año, e incluso algunas parejas de luna de miel como él. Se supone que él debería de ser una de esas parejas acarameladas que simplemente parecen no ser capaces de despegarse el uno del otro, pero desde que llegaron ha intentado evitar cuanto ha podido de su esposa.—¿Otro trago, señor? —pregunta un sonriente muchacho moreno al ver el vaso vacío de ese turista que se ha convertido en uno de sus clientes habituales.—Sí, puedo resistir uno más antes de salir a caminar un poco —responde el empresario decidiendo escabullirse de allí antes d