Ayer fue un día bastante bueno y tranquilo, pero al final sucedió algo que no me esperaba, y hoy sucedió algo más que no me esperaba, pero para nada, incluso puedo decir que ha sucedido ese algo que yo no quería que sucediera, lo sé, parece trabalenguas, pero es que sencillamente yo no quería que esto pasara.
Se estarán preguntando ¿Qué ha sucedido ahora Cele? Pues bien, algo muy simple, el día de ayer pensé algo mientras trataba de salir corriendo del campus de la universidad mientras trataba de jalar el brazo de Stella lo más que pudiera y así evitar mayores problemas con esos cuatro chicos del equipo de soccer.
Hoy ya es martes, mi segundo día de clases en la universidad. Todo iba perfecto en esta mañana, me había puesto de acuerdo con Stella para quedar en el kiosco de Starbucks para comprar unas bebidas antes de entrar al aula y así tener algo que tomar mientras recibíamos la primera clase del día.
-Buongiorno Stella –La saludé con una sonrisa mientras me acercaba hasta el lugar y cuando ella se giró para verme sonrió mostrando su blanca dentadura, se dirigió a mí dando pequeños saltitos y dejándome ver su emoción, seré sincera, no sé si era por verme o quizás solamente era que se encontraba de buen humor, aun debo conocerla para saber si es enérgica y de carácter fuerte por naturaleza. Fuera como fuera llegó hasta a mí para abrazarme.
-¡¡¡Ciaoooo bellaaaa!!! – Dijo casi gritando, haciendo que yo riera, parecía una pequeña niña de unos 6 años emocionada porque le van a dar una bolsita de dulces.
- ¿A qué se debe tanta emoción?
- ¿Qué? ¿Acaso no puedo amanecer feliz y demostrarlo a los 4 vientos? –Me dijo colocando sus manos en la cintura y frunciendo el ceño.
-Claro que puedes, solamente pregunto si ha pasado algo que te ha puesto tan enérgica y de buen humor este día, apenas te voy conociendo Stella, te recuerdo que ayer fue la primera vez que nos vimos y no sé cómo es tu tipo de personalidad, dame tiempo –Sonreí con pena.
Stella sonrió de nuevo y suspiró rodando sus ojos para luego volver al kiosco por su bebida que ya estaba lista, al tomarla le dio un sorbo a su café expreso.
-Mmm…no encuentro fallas en tu lógica caríssima –Dijo soltando una risita.
-Lo ves, debes entenderme, prometo que cuando te conozca muy bien sabré diferenciar tus cambios de humor a la perfección y sabré si es por algo o si es por tu personalidad –Dije sonriendo y me acerqué al kiosko a pedir mi café latte.
Como dije antes, todo iba bien, excelente y perfecto hasta que…
-Pero mira a quienes tenemos acá Fede –Escuchamos una voz muy conocida y molesta a la vez –Es la chica abogada defensora de los inocentes y su amiga del accidente chocolatoso.
Cuando escuché esa voz quedé petrificada y me giré lentamente, Stella fue todo lo contrario pues al escuchar la voz del chico pelinegro molesto de ojos celestes de ayer se giró rápidamente para ponerse a la defensiva, lo cual me alarmó.
-Frank déjalas ya fratello, mejor compremos nuestras bebidas que a eso venimos, no a pelear con ellas –Dijo el chico rubio llamado Fede para luego caminar hasta donde estábamos Stella y yo para comprar en el kiosco. Por instinto me aparté para dejarle espacio y que pasara. Primero, quería estar en paz con ellos, segundo, quería que Stella olvidara el asunto y así camináramos hacia el salón, pero cuando ella habló supe que esto no terminaría pronto y esperaba que no terminara mal.
-Pero miren qué tenemos aquí, el chico cobarde pelinegro de ojos celestes que se atreve a enfrentarse a un par de chicas en vez de disculparse, en verdad que eres un patán –Dijo Stella cruzada de brazos, con mirada despectiva y su voz denotaba molestia.
El chico pelinegro comenzó a reír - ¿Disculparme? ¿Yo? Per favore bambina, además no soy ningún patán, tú eres la bruja aquí –Dijo con una sonrisa socarrona – Más bien tú deberías pedirnos disculpas a nosotros y no al revés.
- ¿Por qué yo? ¿Tengo que recordarte el incidente de ayer? ¿Tengo que recordarte quienes fuimos las afectadas cerebro de maní? Si quieres puedo explicártelo con manzanitas caríssimo –Dijo ella dando un paso al frente con mirada amenazadora hacia él.
Aun no comprendía como era que Stella no le tenía temor a un chico que le sacaba una cabeza de estatura, yo ya hubiera salido corriendo y estaba a punto de hacerlo, pero nunca he sido de las que dejan a sus amigos en un momento como este y aunque Stella todavía no sea una verdadera amiga para mí tampoco quiero abandonarla y menos cuando ella está volviendo a pelear porque al menos los tipos se disculpen por el accidente del día anterior, esta chica debería de haber estudiado derecho en lugar de estar en administración de empresas, tiene madera para defender a alguien que no sea ella.
-Fratello –Lo llamó Fede tratando de comunicarse con él por medio de su llamada de atención – Ya basta –Se cruzó de brazos con una expresión seria en su rostro mientras yo trataba de acercarme a Stella
-Esto no ha terminado aquí niña –Le dijo Frank a Stella lo cual no la dejó contenta.
-¡¡¡COBARDE!!! –Le gritó Stella furiosa – ¡Eso eres, un cobarde!
Yo asustada de la reacción del chico intenté jalarla de su brazo para entrar a la facultad, pensé que seguramente ellos estarían estudiando otra carrera y ya no se atreverían a entrar al edificio de nuestra facultad, pero Stella se negaba a venir conmigo. Y cuando me di cuenta el chico ya venía a paso rápido con su respiración agitada hacia ella.
- ¡Franco! –Gritó Fede caminando hasta el pelinegro.
- ¡DÉJAME, FEDERICO! ¡Esta niña ya me tiene harto! –Gritó Frank furioso.
-¡¡¡TÚ ME TIENES HARTA A MÍ!!! –Gritó Stella devuelta a Frank.
- ¡Stella basta! ¡Vámonos ya! No quiero que te sigas metiendo en problemas.
-Pero Cele, ellos aún te deben algo –Dijo señalando a ambos chicos furiosa.
-Pero es que yo no quiero absolutamente nada de ellos, solo quiero que nos vayamos al aula –Le dije desesperada.
- Pero ¡¿qué sucede aquí?! –Gritó alguien, eso hizo que volteara rápidamente a ver al dueño de la voz y me sorprendí al ver a un grupo de chicos que se estaba acercando hasta donde nos encontrábamos.
- ¡Nada que les interese! –Gritó Stella sin dejar de ver a Frank mientras Fede se encontraba a un lado de este cuidando sus movimientos.
El grupo de 6 chicos llegó hasta ponerse al lado de Frank y Fede, mientras yo trataba de que no se me notara el miedo, Stella mantenía la mirada fija en Frank.
-Disculpa caríssima, pero todo lo que tiene que ver con nuestros amigos nos interesa a nosotros también –Comentó un chico de cabello pelirrojo, tez blanca con pecas y ojos verdosos.
-En ese caso… ¡Excelente! –Dijo Stella dando un aplauso y sonriendo hacia ellos –Ya que a sus amiguitos les interesa lo que pase con ustedes, estoy segura que les ayudarán, además no es algo que valga miles de euros –Rodó sus ojos demostrando molestia- Hay dos opciones –Dijo hablando hacia el grupo que se integró a la “conversación”- Le compran a mi amiga un Starbucks o le piden disculpas por haber tirado su chocolate con su pelotita de fútbol al suelo causando que se ensuciara, simplemente eso –Se volvió a cruzar de brazos.
Cuando ella terminó de hablar las miradas de los 8 chicos pasaron de Stella a mí, lo que hizo que me sintiera indefensa ante ellos y me dieran náuseas de sentir sus miradas, me encogí en mi lugar y bajé un poco mi cabeza para que mi cabello ondulado suelto tapara parte de mi rostro y sentí como se calentaban mis mejillas por lo que deduje que me había sonrojado.
-Aun no entiendo el porqué de hacer eso, ni siquiera ella está quejándose ni exigiendo nada como tú, castaña –Volvió a hablar Frank de mala gana.
- ¡Ash, qué terco! –Rodó ella los ojos – ¿Y ustedes si van a responder? o ¿tendré que obligarlos a que respondan? – Dio un paso al frente - ¡DECIDAN!
-Stella –Advertí a la castaña, los chicos se vieron entre sí.
-Oye tú, chica de ojos grises –Dijo el chico de cabello cobrizo que me ofreció comprarme el chocolate el día anterior.
- ¿Yo? –Pregunté con voz entrecortada señalándome con timidez.
-Sí caríssima, tú –Respondió asintiendo con su cabeza - ¿Deseas el chocolate sí o no?
-Claro que lo quiere bambino –Intervino Stella a la defensiva.
-Deja que hable ella, castaña –Volvió a hablar Frank reprochando a Stella, sentía la tensión que estos dos creaban alrededor nuestro – Entonces bella, dinos, puedes cambiar de bebida si lo deseas –Dijo ahora dirigiéndose a mí con un gesto más tranquilo e incluso puedo atreverme a decir que con una diminuta sonrisa.
Suspiré y dirigí mi mirada al suelo pensando en qué responder, pero definitivamente no quería seguir con esto y no quería tener ninguna relación con ellos, estaba a punto de responder cuando sentí la presencia de otras personas atrás mío y mis sospechas fueron confirmadas cuando los 8 chicos que tenía delante vieron atrás mío tensándose, pero no sabía quiénes eran hasta que escuché la primera voz.
- ¿Qué pasa aquí? – Me giré encontrando a Donato y al resto de los chicos, incluyendo a Pía y Fiorella - ¿Las están molestando guapas? –Nos vio a Stella y a mí.
-No, no sucede nada malo aquí Donato –Respondí nerviosa, esperando que Stella no abriera la boca y dijera algo.
-En ese caso no habrá problema de quedarnos con ustedes ¿o sí? –Habló Guido viendo a los chicos de manera seria, especialmente a uno de ellos que tenía una tez bronceada, ojos color celeste-verdoso y cabello castaño oscuro, este también lo miraba con arrogancia y superioridad.
-Todo lo contrario, hágannos compañía –Dijo Stella, yo ya sentía que me desmayaría en cualquier momento, vi que los chicos seguían tensos por la presencia de Donato y los demás, pero no entendí el por qué se ponían así.
-Donato y pedazos de ridículos –Dijo el chico de cabello cobrizo viendo a Donato con arrogancia.
-Gabriel y pedazos de ineptos –Respondió Donato despectivamente.
- ¿Ya se conocían? –Preguntó Stella confundida.
-Por desgracia y más vale que no estén molestando a nuestras chicas, ineptos –Frunció Donato su ceño para acercarse a mí y rodear mis hombros con su brazo – Si no quieren tener problemas, aléjense de ellas –Habló de manera amenazante.
-Claro, ahora entiendo por qué la castaña es una odiosa, si es tu amiga Donato –El comentario de Frank hizo reír a los demás chicos.
-No te burles de ella –Se acercó Flavio de manera amenazadora a los chicos y ellos solo lo vieron con desdén.
-Solo hay una cosa que no entiendo –Dijo Frank – ¿Por qué tú, chica de ojos grises, siendo una dulzura en todos los aspectos, eres amiga de estos ridículos? No me digas que les tienes aprecio porque déjame decirte que en serio sentiría pena por ti –Dijo dirigiéndose a mí alzando sus cejas y torciendo sus labios, como preocupado, algo que no entendí para nada, se supone que ellos son los enemigos, por lo que percibo, de los chicos que en algún futuro pueden llegar a ser mis amigos y no sé si me está hablando con la verdad o solo para molestar a Donato y los demás.
-Eso a ti no tiene que importante para nada Olivare, además ella debería sentir pena por ustedes y no al revés.
- ¡Ja! No me hagas reír Donato, sabes perfectamente bien que eres tú al que deben ver con ojos de compasión –Hizo un gesto de compasión fingida en forma de burla –Eres tú el que ya no formas parte de nuestro grupo, eres tú el inepto que no merece nada, ni a nadie si vas a ser un egoísta, mucho menos a alguien tan linda como ella –Dijo señalándome a mí y eso me asustó más, porque yo no estaba con Donato en nada, ni siquiera teníamos ninguna amistad y creo que ellos pensaban que Donato y yo podíamos tener algún tipo de relación.
-Te repito lo que dije antes –Dijo Donato tomándolo del cuello de su playera y empujándolo un poco alertando a todos, los amigos de Frank intentaron acercarse, pero él los detuvo haciendo una señal con sus manos –No te metas en lo que no te importa Olivare, hazte cargo de tus propios asuntos y déjame a mí y a mis amigos en paz –Dijo soltándolo bruscamente.
Yo respiré profundamente tratando de mantener la calma, no creí que esto terminaría saliéndose de mi control y todo por no obligar a Stella a irnos al aula, no pude más con esto, así que intervine para calmar los ánimos.
- ¿Saben qué? Las clases están a punto de comenzar, es mejor irnos ya –Hablé viendo el reloj en mi muñeca para comenzar a caminar hacia el edificio esperando que me siguieran, pero al sentir que no me seguían paré y me voltee viendo a Stella lo más seria que podía en forma de advertencia para que caminara, de mala gana ella caminó con dirección al edificio, miré a Donato y le hablé con cautela, ya que le había empezado a tener un poco de miedo –Donato, per piacere, vamos a clase, ya es hora, déjalo así –Hablé bajito con temor a su reacción.
Él solo se giró me miró a los ojos y sonrió tiernamente para responder –Está bien principessa, haré lo que me pides –Dijo para darle una última mirada a los chicos y comenzar a caminar hasta a mí y tomar mi mano, algo que resultó bastante innecesario y también me cohibió más por lo que recordé que mi bebida no la había tomado del mostrador del kiosco de Starbucks y supe que esa sería mi excusa perfecta para soltarme de su inesperado agarre.
-Camina, yo tomaré mi bebida del mostrador y los alcanzo –Le sonreí y le hablé a los demás –Vayan con Donato, ahora llego –Vi cómo se iba atrás de él y caminé al mostrador y tomé mi bebida para luego pagarle al trabajador de Starbucks –Muchas gracias –El chico que me despachó me sonrió y yo le correspondí para luego suspirar y tratar de calmarme, cuando sentí que estaba lista me giré y vi que los 8 chicos se encontraban todavía parados en el lugar en el que se habían quedado antes de ver irse a Donato, no sabía si hablarles, disculparme por tal escena o solamente salir corriendo de ahí, pero quería que supieran que yo no tenía ningún problema con ellos, así que me acerqué con cautela a pasos lentos, ellos me vieron y yo me atreví a hablarles.
-Lamento lo sucedido con Stella y Donato –Hablé con voz temblorosa y nerviosa.
-No te preocupes, no tienes la culpa de tener unos amigos tan estúpidos, pero te aconsejamos que te busques otros amigos o que al menos los conozcas bien antes de apegarte a ellos –Dijo el chico del cabello cobrizo que ahora sabía que se llamaba Gabriel, los demás me sonrieron. Lo que dijo Gabriel me dejó pensativa y lo tomaría en cuenta, pero no pude seguir en mis dudas porque volvió a hablarme –Y bien chica de ojos grises…
En ese momento lo interrumpí –Me llamo Celestia, no chica de ojos grises –Le dije rodando mis ojos.
- ¿Celeste?
-¡No! Celestia, detesto que me digan Celeste, así no es mi nombre –Dije frunciendo los labios, creo que les causó gracia mi molestia porque comenzaron a reírse todos y yo como no sabía que hacer me reí con ellos.
-Va bene, Celestia, eso suena como celestial –Dijo pensativo un chico de cabello rubio oscuro y ojos azules como el mar que era muy apuesto.
-Todo mundo dice lo mismo –Dije apenada bajando mi mirada al suelo.
-Bueno...como decía Celestia, antes de que nos interrumpieran esos ineptos, te había preguntado si querías tu chocolate sí o no –Me dijo Gabriel sonriendo.
-Agradezco de corazón, en serio, que quieran reponer mi chocolate, sé que hubiera sido algo diferente la situación si Stella tal vez no hubiera estado conmigo en ese momento y lamento los grandes líos que ha armado ayer y hoy, no quiero tener ningún problema con ninguno de ustedes, así que dejemos que quede así, no gasten su dinero en otro chocolate, de todas formas ya llevo un café –Dije mostrándoles mi vaso con mi latte –Solo les pido como favor y como disculpa de parte suya, que en vez de comprarme el chocolate puedan perdonar a Stella y a Donato, que dejamos atrás este mal entendido y pongamos fin a la discusión –Dije frunciendo mis labios nerviosa esperando la respuesta de parte de ellos.
Los chicos se vieron entre sí de forma pensativa y luego asintieron con la cabeza –Va bene, dejaremos esta situación a un lado y como forma de disculpa haremos lo que nos pides, pero per favore, disculpa nuestra insensatez de no haber hablado contigo cuando aconteció el accidente ayer, creo que nos hubiéramos ahorrado tanto si tan solo hubiéramos arreglado las cosas contigo y no haber ignorado a la castaña loca –Ese último comentario me hizo soltar una risita por el apodo que le pusieron a Stella.
-Va bene, entonces, caso cerrado –Dije sonriendo satisfecha y aliviada de que el problema se resolviera por fin.
Los chicos me sonrieron tranquilos y yo decidí volver a caminar para dirigirme al edificio, si bien dije que no quería volver a relacionarme con esos chicos, ahora pensaba que quizás podría darles una oportunidad, pero no sabía si ellos querrían al menos hablarme, en todo caso no tenía idea de en qué facultad estudiaban, pero tampoco iba a preguntarles eso, era demasiado tímida como para meterme en sus vidas, iba caminando tranquila cuando escuché que me llamaron.
- ¡Celestia! –Me giré para ver que Federico trotaba hasta mí con un pequeño cup cake.
-Per favore bella, acepta este pequeño pastelito como parte de nuestras disculpas –Dijo extendiendo su mano con el cup cake que se veía era de chocolate con decoración de diferentes colores muy bonitos.
-Oh no, les dije que no era necesario.
-Per piacere, no nos rechaces nuestra ofrenda de paz.
Habían derretido mi corazón en ese mismo instante con solo ofrecerme ese pequeño cup cake como una muestra de la buena intención que tenían de pedir disculpas, por lo que creí que sería grosero no aceptarlo.
-Va bene, grazie mille Fede –Sonreí sinceramente mientras tomaba el cup cake de su mano, él sonrió abiertamente, me dio un asentimiento con su cabeza y se dio la vuelta para dirigirse hacia donde estaban los demás, yo les sonreí a los otros y les mostré el cup cake como diciendo “Gracias por su ofrenda de paz” y ellos solo sonrieron mientras otros levantaban su mano para despedirme, fue así que me di la vuelta nuevamente y comencé a caminar para ingresar al edificio.
Cuando llegué Stella me tenía un lugar apartado en clase, me senté y me preguntaron el por qué me había tardado y no quise que supieran que había hablado con los chicos por lo que terminé diciendo que había regresado por mi latte al kiosco y que había decidido comprarme el cup cake, fue tan convincente que no volvieron a preguntar nada lo que me hizo sentir aliviada.
Las clases comenzaron y mi día normal dio inicio, una hora y media antes del almuerzo tenía una clase en un salón que parecía un pequeño teatro en donde había butacas colocadas como que fueran para un cine o unas escaleras de un campo de fútbol y hasta abajo se encontraba la mesa donde se encontraba el catedrático con una pantalla blanca a la par como que fuera un pizarrón, pero esta era para proyectar algo a través del proyector que se encontraba en otra mesa colocada en medio del salón. Tal fue mi sorpresa que al entrar con Donato y los demás al salón, los 8 chicos se encontraban sentados en una de las últimas filas de butacas de esta clase y ya que no entendía nada le pregunté a los chicos el por qué habían otras caras diferentes a las de los integrantes de nuestra sección a lo que ellos me respondieron que esta y algunas otras clases más íbamos a compartirlas con la otra sección, nosotros éramos la sección A y ellos eran la sección B, por lo que no hice más que asentir ante esa información. Nunca creí que estos chicos estudiaran la misma carrera que Donato, los chicos y yo, menos que éramos del mismo año y que tendríamos que compartir ciertas clases, pero qué vueltas da la vida, solté un suspiro para luego sentarme en mi butaca, preparar mis cosas para la clase y colocar atención a lo que el catedrático había empezado a impartir.
La semana se pasó volando, aun no puedo creer que terminé la primera semana de mis clases universitarias. Les contaré un poco de lo que ha sucedió en estos días después del incidente del día martes.Donato, los chicos y las chicas no volvieron a hablar de lo acontecido, pero he notado cierta tensión cuando por una u otra razón nos topamos con Franco, Federico, Gabriel y su grupo de amigos, son los únicos tres a los que les conozco el nombre de los 8 chicos, pero trato de ignorar la tensión para que no me afecte y para evitar roces innecesarios entre mi grupo y el de ellos.Me he dado cuenta de que desde hace unos dos días he tenido cierta “atención especial” por parte de Guido, cosa que he notado que a Donato no le agrada, ambos tratan de llamar mi atención en cualquier momento y no entiendo cuál es el punto de ambos. Guido trataba de ser caballeroso con
Aún no entendía por qué esos ocho chicos querían hablarme cada vez de que me veían, incluso estando con Donato y los chicos, ellos estaban ahí saludándome de lejos, sonriéndome, tratando de acercarse cuando mi grupo no estaba conmigo. No sabía qué podían ganar de ello. Además Francesco, el último de los chicos que no pudo presentarse y darme mi apodo el día que se les ocurrió la gran idea de ponerme un apodo diferente cada uno porque no querían llamarme Celestia porque yo no les permitía llamarme Cele porque aún no son de mi confianza, y como para ellos llamarme por mi nombre y no por mi pseudónimo era “muy formal”, pues me paró diciendo que su apodo para mí sería “Bella” y me explicó que a sus ojos era una chica muy hermosa y que por ello ese sería mi apodo de su parte. Debo confesarl
- ¡NO! ¿QUÉ SE SUPONE QUE HACEN? -Grité asustada. - ¡TÁPALE LA BOCA MILÁN! -NO DEJEN QUE GRITE -Lo siento principessa -Me dijo Mássimo cuando intento colocarme un pedazo de tape en la boca para que no pudiera seguir gritando. -¡NO TE ATREVAS A PONERME ESO MÁSSIMO! -Grité de nuevo con furia -¡SUÉLTENME! ¿POR QUÉ ME HACEN ESTO? -Grité al mismo tiempo que pataleaba tratando de bajarme de los fuertes brazos de Luciano quien me tenía cargada como un saco de papas. -No lograras nada, aunque patalees heart -Dijo Luciano riendo. Mássimo logró colocar el tape en mi boca logrando así que mis gritos cesaran y fueran ahora solo quejidos amortiguados, traté de seguir pataleando para ver si lograba algo, pero fue en vano. (...) Se preguntarán qué sucedió. Pues bien, estaba tranquilamente en clases, era la mañana de lunes de la cuarta semana, ya casi cumplía un mes de haber entrado en la
Los días pasaron y logré detener un poco a Donato. Yo sé que estarán preguntándose cómo logré que se calmara y por qué no paró totalmente. Luego de la charla que tuve con los chicos seguí tratando de parar a Donato y su pantomima creada por él mismo donde yo salía perjudicada por su culpa, por lo que decidí al fin hablar con él, me llené de valor y en el receso de la tarde me acerqué al él y le pedí que habláramos, no sé qué se imaginaría o creería, pero acepto gustoso y hasta feliz de que le solicitara hablar a solas. (FLASHBACK) Le pedí a Donato que habláramos en uno de los laterales del campo de soccer de la facultad donde había un poco de privacidad. -Y bien dolcezza, ¿qué deseas que hablemos? -Preguntó recargándose en la pared, cruzó una de sus piernas y con su mano derecha comenzó a jugar con uno de los mechones de mi largo cabello. -Necesito que esto pare ya Donato -Le dije seriamente y con toda l
Amo poder estar en casa, disfrutar de un buen día de lectura y chocolate caliente mientras me siento en mi silla colgante favorita en mi balcón. Martina y Florentina están a mi lado tomando té de manzanilla mientras están en su laptop y celular haciendo no sé qué. -El clima está genial, amo que no haya demasiado frío -Dijo Martina mientras veía el cielo y respiraba. -Yo también, por eso amo otoño y primavera, porque no son tan fríos ni tan calientes como invierno y verano -Aportó Florentina mientras se recostaba en el respaldo del sofá en donde estaban sentadas ambas. -Yo amo todas las estaciones, cada una tiene lo suyo -Me encogí de hombros mientras volvía a mi libro. -No lo negamos, pero esas dos estaciones son el extremo, y ya estamos a finales de septiembre, lo que significa que falta poco para diciembre y en ese mes ya son las fiestas de fin de año y luego viene el otro…-Se quejaba Flor. - ¿Y qué tiene que ya viene el otro año? No sé tú,
Últimamente he pensado que mi vida se ha convertido en toda una aventura y las emociones las siento como que estuvieran en una montaña rusa, algo que no había pasado nunca a lo largo de mis 17 años. Ha sido bueno conocer personas nuevas en mi etapa universitaria, pero jamás creí que estas personas fueran a involucrarme en su absurda guerra. -Yo no creo que debería reconocerte de nada -Habló una segunda voz que hizo que sintiera escalofríos. Me giré rápidamente para confirmar mis sospechas sobre esa conocida voz. Mis primas se pararon de sus sillas confundidas por mi actuar. - ¿Qué sucede cugina? -Preguntó Flor llamando mi atención y haciendo que la vea algo nerviosa por la presencia inesperada de ambos chicos que, a la vista de todos, querían matarse. -Nada, todo está bien -Hablé con mi respiración inestable. – Donato, Mássimo, ¿qué hacen acá? – Me acerqué unos pasos a ellos. -Estaba realizando algunas compras y pasé a comprarme un helado cua
Flor y Mar me ayudaron a bajar del auto y subir las escaleras hasta llegar a la puerta. Solo entrar a mi casa junto a mis primas me sentía mejor y hasta protegida luego de la gran repartida de premios dolorosos en mi honor que causó estragos en mí. Cuando di unos pasos para entrar sentí al instante dos pares de abrazos rodeándome con fuerza por unos minutos en los cuales yo solo respiré y devolví el gesto amoroso. -Oh mía figlia, mía principessa, mía bambina – Habló papá todavía abrazándome – Estábamos tan preocupados por ti – Besó mi cabeza. -Mía bellísima farfalla – Se separaron ambos y mamá tomó mi rostro acariciando mis mejillas con sus bellos ojos llenos de preocupación y tristeza. – Lamento tanto lo que ha sucedido, mía vita, tus primas nos contaron lo que pasó, ¿cómo te sientes? -Sinceramente madre, quiero ir a mi habitación y dormir, no quiero nada más, me siento como si me hubiera pasado un camión encima –
No puedo apartar mi vista de la fotografía a través de la pantalla y sigo sin poder creer que nuestra protegida será nada más y nada menos que ella. - ¿Acaso esto es alguna broma? – Preguntó Gabriel con asombro. -Para nada Gabriel, ella es su nueva protegida, su nueva misión es, como ya dijo Lucio, cuidar de sua figlia sin que ella se entere – Señaló el signor Olivare la pantalla con su mano donde aparece una fotografía de ella, sonriendo con esa cara de ángel que tiene, realmente pensé que cuidaríamos de una niña mimada, pero resulta que cuidaremos de uma principessa, mía principessa – Y buscar las pistas e información necesaria hasta dar con los responsables de las amenazas de secuestro y muerte a la Mariposa Monarca de Lucio – Terminó con firmeza. -Bene ragazzos, les presento a Celestia Antonella Lombardi Diamantis, mía figlia. - ¿Ella es sua figlia? – Preguntó Federico en susurro con la boca se