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Siguieron charlando durante la cena.

Luego nombraron algunos edificios conocidos y Facundo dijo conocer al ingeniero civil que había hecho uno de ellos, lo nombró por nombre y apellido y con cierta familiaridad.

-Fue compañero de facultad de mi padre y recuerdo haber compartido un día de campo con él y su familia.

Los tres CEOS que estaban en la mesa lo conocían perfectamente.

El resto de la noche hablaron de música, Facundo comentó que a su padre le gustaba Elton Jhon y que en una oportunidad, cuando estaban de vacaciones en Europa coincidieron con uno de sus shows y fueron a verlo.

Los arquitectos de su equipo estaban asombrados, no tenían idea del nivel socioeconómico al que había pertenecido Facundo.

Lorenzo pensaba que no podía ser que Edith se hubiera conformado cuando perdieron todo y enviudó.

Si realmente era así, seguramente ella extrañaría la salida a los buenos restaurantes, a las fiestas empresariales, las vacaciones de súper lujo y a lo mejor, con invitarla a algún viaje, la conquistaría rápidamente, no se daba cuenta que se estaba tomando demasiadas molestias pensando en ella, cuando creía que sólo era una mujer que quería de paso en su vida.

Lorenzo no sabía si iba a ser una mujer fácil de conquistar o si ella se iba a hacer la difícil.

…Aunque tomaba sol desnuda, vamos, no debía ser tan difícil…

Su pensamiento lo llevó a recordar el pecho de esa mujer.

-Los invito a terminar la noche en Bunny Girl.

Dijo Lorenzo.

Así fue como los 6 caballeros fueron a ese bar de strippers, el de más alta categoría de la ciudad.

-Hace bastante tiempo que no venía por acá.

Dijo Lorenzo.

-Es verdad, yo también, creo que la última vez vine con vos, cuando me separé de mi segunda mujer, hace más de dos años.

Le contestó Orlando.

-Yo vine la otra vez, pero me fui enseguida, me llevé buena mercadería.

Alegó Leonardo, refiriéndose que había contratado a una prostituta.

Facundo nunca había ido a un lugar así, uno de los dos arquitectos del equipo de Facundo tampoco había ido nunca y el otro empleado, sí lo había hecho, pero era otro nivel del club, uno más acorde a su bolsillo.

En Bunny Girl había distintos sectores, en uno de ellos había espectáculos casi sexuales, las modelos hacían subir al escenario a algún espectador y faltaba poco para tener sexo en vivo, había otro sector en donde las chicas se acercaban a las mesas y jugaban con el público, en su mayoría masculino, siempre rodeadas de gente de seguridad, luego había chicas bailando en los caños que se desvestían mientras bailaban, pero en su mayoría se quedaban con las tanguitas puestas y a lo sumo gateaban sobre el escenario acecándose al borde de éste, pero no tenían contacto directo con el público.

Había algunas modelos que rotaban entre los tres tipos de escenarios y otras que estaban fijas en cada sector.

También había unas cabinas privadas, donde se abonaba aparte y los hombres elegían el atuendo de cada mujer, pero no tenían contacto directo, salvo que la señorita accediera a algún roce, en ese caso, muchas veces se contrataba a la señorita para tener sexo.

Había pistas diferentes de strippers, en una de esas, las modelos no tenían contacto con el público, en la tercera pista las chicas siempre usaban máscaras y muchas veces también pelucas, no se veía bien los rasgos de cada mujer pero era uno de los escenarios más requeridos.

Sin embargo, los hombres se sentaron en una mesa próxima en donde las modelos se bajaban y bailaban sobre ellos.

No pasó mucho tiempo cuando en su mesa había una muchacha que les bailó sobre todos, Leonardo le dio una excelente propina, por lo que al rato fue otra chica y esta vez fue Lorenzo que le dio la propina, todos se divirtieron, Facundo, por su edad, fue quién más excitado estaba, nunca había vivido algo así.

La segunda modelo fue a quién más le bailó, el joven se tuvo que controlar y lo hizo con mucho esfuerzo, para no eyacular en sus pantalones.

Al rato, Lorenzo estaba yendo al baño, al pasar cerca de otro sector, miró a una de las bailarinas de las que bailaba con máscara, esa mujer, la que estaba bailando en ese momento, llamó demasiado su atención, por lo que se acercó al escenario sin ocupar una mesa, ya que tenía la suya con sus amigos, se entretuvo un rato observando a la mujer, ella tenía un cuerpo espectacular, casi todas lo tenían y se movían como los dioses, es que realmente entrenan para eso.

Pero esa bailarina lo atrajo muchísimo, le llamó la atención todo en ella, desde sus piernas y sus caderas, hasta su pecho.

En el momento en que ella se sacó el corpiño, lo hizo de una manera muy sensual, invitando a cada hombre a que la recuerden en sus noches, Lorenzo se quedó sin aliento y su vista bajo, por un instante, hasta el ombligo de la mujer que tenía un arito que brillaba con el resplandor de las luces.

Él no solía impresionarse por ver a una mujer desnuda, sólo lo había impactado la madre de Facundo y esta mujer… con un arito similar a la viuda de Paolo.

En un momento, la señorita, siguiendo la rutina, se puso en cuatro patas y fue gateando como una tigresa, justo hacia el lado en que estaba Lorenzo.

Sus ojos se encontraron y Lorenzo se dio cuenta que esa mujer era nada menos que Edith Donato, la madre de Facundo.

Ella también reconoció en ese momento que el hombre que estaba mirándola, era Lorenzo Roma Márquez, el jefe de su hijo.

En un segundo tuvo mil dudas, pero sabía perfectamente que el espectáculo tenía que seguir y ella tenía que disimular, a lo mejor no la reconoció, ya que tenía una máscara y una peluca plateada y luminosa.

Lorenzo no podía creer lo que acababa de descubrir, se quedó viendo el espectáculo dado por Edith, hasta que ella se retiró, luego fue al baño, se había olvidado que ese era su propósito.

No se sintió cómodo al descubrir cuál era el trabajo de esa mujer, era una dama excitante y sensual, sí, pero también fina y delicada.

Cuando llegó a su mesa, le preguntaron por qué tardó.

-Me quedé viendo a una bailarina que… me sacó el aire.

Sus amigos lo miraron raro, él no era de quedar impactado por una mujer y en esa semana ya era la segunda mujer que lo había descolocado, por decirlo de alguna manera.

-Pensé que te habías ido a un privado.

-No… por el momento.

Contestó, pensando que si Edith Donato hacía esos bailes privados, le pagaría lo que sea y si trabajaba de prostituta no saldría de su cama por unos cuantos días, de repente, un mal humor lo alcanzó.

Miró de reojo a Facundo y pensó que el joven no tenía la menor idea que su madre trabajaba de strippers en ese lugar.

Agradeció, mentalmente, no estar en el otro escenario, iba a ser muy incómodo para todos, porque sus amigos la conocían y para Facundo, que era bastante joven, hasta iba a ser doloroso.

En ese lugar no suele haber hombres jóvenes, casi adolescentes, como Facundo, los muchachos solían tener otro tipo de diversión sexual, era más fácil conseguir para ellos, chicas en las discotecas y no les cobraban y si iban a ver strippers, por un tema económico, lo hacían en un lugar más accesible.

El lugar en donde se encontraban, era de los más exclusivos de la ciudad y la mayoría de los hombres que iban allí, eran empresarios, o gente de un poder adquisitivo alto y la edad de dichos señores no bajaba, en general, de los 30 años.

¿Tal vez sabría que su madre trabajaba en ese lugar?

No lo creía posible, Lorenzo recordó lo enojado que estaba el muchacho con su madre cuando la encontraron tomando sol en tetas en su propia casa.

¿Su madre le decía que entrenaba?

¿Su entrenamiento era para su trabajo?

Se seguía preguntando.

Sí, era evidente.

El Ceo no podía sacar a esa mujer de su cabeza, realmente no dejaba de pensar en ella.

Esa noche ya no se podría acercar a ella, pero ya sabía todo lo que necesitaba sobre ella, o al menos sabía de qué trabajaba.

Estuvo el resto de la noche bastante ansioso y sobre todo distraído y tanto Orlando como Leonardo, se asombraron que después de decir que le había impactado una bailarina, no atinó a levantarse para ir a contratarla.

Lorenzo la quería conquistar, no contratar.

A lo mejor era más fácil de esta manera, se evitaría problemas, le abonaría la tarifa y listo.

Es que se caía de maduro que con un sueldo de camarera no iba a mantener esa casa y ese auto.

Las bailarinas cobraban bien, pero las prostitutas de ese nivel, ganaban mucho más.

Él hacía cuentas sobre la nada, porque no sabía sobre los sueldos de las bailarinas, necesitaba saber si ella terminaba la noche acompañada.

Eso, sin saber porqué, le molestaba mucho, no quería pensar que ella podría ser una puta fina, para decirlo con todas las palabras.

Sin llegar a ser acompañante, a lo mejor a veces estaba en otro sector y se restregaba con los hombres que asistían a ese lugar, como las putas que minutos antes lo hicieron con ellos.

Cada pensamiento que se asaltaba al empresario, le dejaba un mal sabor en la boca.

Quería pasar esa noche y volver, solo, al día siguiente.

No sabía porqué sentía que tenía que proteger la identidad de Edith y hasta cuidar de Facundo.

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